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Tras la espectacular águila imperial ibérica: el gran depredador alado
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Crónicas de la vida salvaje

Tras la espectacular águila imperial ibérica: el gran depredador alado

En Doñana, uno de los espacios naturales más importantes del sur de Europa, podemos disfrutar de estas majestuosas aves rapaces: una de las grandes joyas de la fauna ibérica

Foto: Foto: Andoni Canela.
Foto: Andoni Canela.

Cada vez son más las nubes. Son oscuras y presagian el pronto comienzo de la lluvia. Estoy en Doñana, a la búsqueda de las águilas imperiales. El objetivo es fotografiar el cortejo de estas rapaces. Pero una cosa es lo que uno se propone en la naturaleza y otra lo que se encuentra. Espero bajo una tela no muy impermeable. Hoy sin paraguas. Si llueve mucho tendré que acabar antes de tiempo.

La primera sorpresa no tarda en llegar. Mientras observo un águila posada en un alcornoque, veo a lo lejos un bando de palomas torcaces volando. Todavía no llueve. En un visto y no visto, el águila salta de su atalaya y eleva su vuelo. De repente, hace un picado, gira en el aire y vuela velozmente hacia las palomas. Las torcaces no se esperaban el ataque y cambian de dirección. Las poderosas garras del águila rozan las plumas de una de las palomas, pero esta logra zafarse. Resulta impresionante ver al águila abalanzarse sobre las palomas a velocidad vertiginosa. Las torcaces son presas ocasionales del águila imperial, pero la presa principal es el conejo de monte. Comienza a llover y marcho con las botas llenas de barro.

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Foto: Andoni Canela.

El águila imperial ibérica ('Aquila adalberti') es una especie endémica de la península ibérica y cría únicamente en España y Portugal. Su hábitat es el monte y matorral mediterráneos. Las hembras son siempre mayores que los machos y alcanzan una envergadura superior a los dos metros con las alas desplegadas. Tienen el pico muy fuerte, unas garras con uñas afiladas y una vista agudísima que les sirve para localizar a sus presas.

El momento de su emparejamiento coincide con el final del invierno. En la ceremonia de apareamiento destaca la espectacular coreografía que la pareja desarrolla a cielo abierto. Al día siguiente de la tormenta soy testigo de sus típicos vuelos en picado. Vuelan con una gran agilidad y destreza. Me sorprende contemplar cómo chocan con sus garras, que al permanecer entrelazadas unos segundos parecen caer hacia el abismo.

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Foto: Andoni Canela.

A la danza nupcial la acompañan estridentes chillidos que resuenan por toda la bóveda celeste. En esta época también son frecuentes unos vuelos más agresivos, cuya finalidad es marcar el territorio y expulsar a otros congéneres que puedan ser competencia en el emparejamiento o en la comida. Además, acosa en pleno vuelo a otras rapaces incluso mayores, como los buitres (negros y leonados), para echarlos de sus dominios.

Un plumaje muy singular

Otro de mis objetivos durante estos días es fotografiar los diferentes plumajes de estas águilas. Antes de alcanzar el plumaje definitivo hacia los cinco o seis años de edad estas águilas pasan por distintas coloraciones. Los pollos nacen cubiertos de una pelusa blanca, que se convertirá en plumaje anaranjado al llegar el verano, para después oscurecerse y pasar del pardo-rojizo a un color ocre.

Por ese color similar a la paja en el primer año se los conoce como "pajizos". Con el tiempo su plumaje se oscurece todavía más y acaba presentando unas manchas negras que le proporcionan un aspecto similar a un tablero, por lo que reciben el nombre de "dameros". El plumaje definitivo es marrón muy oscuro, casi negro, con unas manchas blancas en la espalda, en los hombros y en el cogote.

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Foto: Andoni Canela.

Me sitúo junto a una pequeña laguna con la esperanza de ver a las rapaces venir a beber. Tras unos días en que solo aparecen algunos buitres, llega la fortuna en forma de águila. Es un ejemplar de unos cinco años con el plumaje muy oscuro. El águila baja del cielo, se posa en la orilla de la charca y se pone a beber. Minutos después, se da un baño y se sacude las plumas repetidas veces. La luz del atardecer ilumina al águila con medio cuerpo metido en el agua.

Pasado, presente y futuro

Las águilas imperiales ibéricas estuvieron a punto de desaparecer a finales del siglo pasado, cuando quedaban menos de un centenar de parejas. Hoy en día la población ha remontado, llegando a más de 400 parejas distribuidas en España (Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Madrid) y Portugal. La destrucción de su hábitat, los tendidos eléctricos y las molestias en su área de cría son algunos de sus problemas. El veneno, que fue responsable de su casi extinción, ha vuelto a convertirse en una causa de mortalidad en varias regiones. A pesar del optimismo de los últimos datos, el águila imperial sigue necesitada de atención.

Cada vez son más las nubes. Son oscuras y presagian el pronto comienzo de la lluvia. Estoy en Doñana, a la búsqueda de las águilas imperiales. El objetivo es fotografiar el cortejo de estas rapaces. Pero una cosa es lo que uno se propone en la naturaleza y otra lo que se encuentra. Espero bajo una tela no muy impermeable. Hoy sin paraguas. Si llueve mucho tendré que acabar antes de tiempo.

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