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Audio | El festival de las grullas preparadas para partir

Podría parecer que el año de las grullas transcurre de fiesta en fiesta, entre despedidas y bienvenidas. Pero, en realidad, su viaje ni comienza ni acaba. Se trata, más bien, de un continuo ir y venir que dura toda una vida

Foto: Grullas antes de su gran viaje anual. (Carlos de Hita)
Grullas antes de su gran viaje anual. (Carlos de Hita)

Unos largos cordones que flotan en el cielo unen dos localidades separadas por todo un continente. Hileras formadas por decenas, cientos de aves que avanzan envueltas en una confusión de gritos y trompeteos. La laguna de Gallocanta, en Aragón, y el lago Hornborga, en el sudeste de Suecia, reciben cada año, con unos meses de desfase, la visita de miles de grullas, las más vocingleras de las aves europeas.

Las inmensidades de Gallocanta, en una de las zonas más frías de España, son su principal área de reunión en el sur. Tanto al llegar, antes de diseminarse por el resto de la península, como a la hora de reunir las bandadas para emprender de nuevo viaje al norte. Hornborga, por su parte, es la primera escala en el recorrido que las llevará por los lagos y pantanos de la tundra escandinava.

Foto: Perdices nivales en el Pirineo. (Foto: Andoni Canela)

Y en ambas localidades las grullas tienen su fiesta. Aquí, en Gallocanta, se celebra este fin de semana la de la despedida, cuando las aves están ya inquietas porque en el aire se sienten los primeros indicios de que el final de la mala estación se aproxima. En Suecia la fiesta será de bienvenida, y tendrá lugar en abril, cuando la llegada de las primeras bandadas anuncie el deshielo, el final del oscuro invierno escandinavo.

Podría parecer que el año de las grullas transcurre de fiesta en fiesta, entre despedidas y bienvenidas. Pero, en realidad, su viaje ni comienza ni acaba. Se trata, más bien, de un continuo ir y venir que dura toda una vida. Siempre envueltas en su propio griterío.

Unos largos cordones que flotan en el cielo unen dos localidades separadas por todo un continente. Hileras formadas por decenas, cientos de aves que avanzan envueltas en una confusión de gritos y trompeteos. La laguna de Gallocanta, en Aragón, y el lago Hornborga, en el sudeste de Suecia, reciben cada año, con unos meses de desfase, la visita de miles de grullas, las más vocingleras de las aves europeas.

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