Vídeo | Entre el agua y la espesura en un bosque de ribera

Navegamos por un bosque de ribera, a la escucha de las voces forestales y las del río que suenan mezcladas en las orillas de aguas quietas.

Remontamos el cauce de un pequeño embalse. El verano avanza, la sequedad reseca el paisaje sonoro y la actividad se concentra en las orillas. Sobre todo a última hora, cuando la luz dorada del atardecer contrasta con los tonos fríos del soto. La corriente no suena, pero sí lo hacen los habitantes a ras de agua. Desde fuera del soto oímos, sucesivamente, el relincho de un pito real, el zureo de una paloma zurita, los trompeteos de alguna gallineta, el croar desganado de unas pocas ranas.

Una vez dentro, bajo la bóveda arbórea, los colores se apagan, pero los sonidos brillan. Cerca, envueltos en un chirrido continuo de insectos, canta un chochín, trompetea la misma gallineta y tiembla la sacudida vocal de un mosquitero papialbo. Con la voz melódica del ruiseñor al fondo.

Cae la tarde, abandonamos el soto y, de vuelta a las aguas libres, silba un alcaraván sobre el fondo pulsante de los anfibios.