¿Adiós al vino? El récord de frío en abril en Francia hace saltar las alarmas

Los cambios en los patrones climáticos están alterando muchos aspectos de nuestra vida. Hay algunos de los que sí nos damos cuenta (a lo mejor un par de días más de mucho calor en verano, o lluvias torrenciales en otra parte del país), pero hay otros que tienen una consecuencia directa en cosas que damos por sentado, por ejemplo el vino y la fruta.

Eso es lo que están denunciando representantes de diversas organizaciones francesas, en particular de la Federación Nacional de los Sindicatos de los Agricultores (FNSEA, por sus siglas en francés). En la noche del primer domingo de abril, se volvió a batir el récord de temperaturas frías en el mes de abril en el país vecino, alcanzando los 9,3 °C en Mourmelon, a 150 kilómetros al este de París. Esta cifra tan baja en el mes de abril no se alcanzaba desde el año 1947.

El año pasado, en Lot y Garona, con una ola de frío menos intensa, se perdió el 100% de la cosecha de ciruelas

Estas temperaturas tan frías en el mes de abril tienen una gran repercusión sobre determinadas cosechas, dado que algunos frutos (como las primeras uvas) se pierden si las temperaturas bajan hasta estos extremos (en invierno, cuando es normal que haga frío, todavía no han salido los frutos).

Como explica Christiane Lambert, presidenta de FNSEA, "es terrible. El frío nos golpeó muy fuerte por la noche. Muchos productores de frutas están afectados". Por su parte, el ministro de Agricultura y de Alimentación de Francia, Julien Denormandie, ha explicado a los medios que "todavía es pronto" para sacar ningún tipo de conclusiones sobre las consecuencias, dado que "los daños solo son visibles después de unos cuantos días". Además, ha aclarado que este año (en comparación a 2021, en el que ya se batió el récord de frío en abril) "los árboles frutales son más vulnerables que los viñedos".

A pesar de que el mayor pico de frío tuvo lugar al noreste del país, en otras zonas más septentrionales como Tarn y Garona, a poco más de 100 kilómetros al norte de la frontera española, los agricultores, especialmente los de manzanos, recurrieron a medidas extremas para intentar salvar la mayor parte posible de sus cultivos. Uno de ellos, Damien Garrigues, explica que esa noche roció con agua todos sus árboles para que se formara una barrera de hielo alrededor de las manzanas (que están en proceso de crecimiento en esta época del año) que las protegiera de las temperaturas todavía más frías del exterior. El propio agricultor explica que, "por ahora, no es tan terrible como el año pasado", en el que perdió por una sola noche de helada en el mes de abril el 20% de su cosecha. Esta situación ha sido igual para todos productores de fruta (y vino) del país. En Bergeran, Eric Chadourne empleó ventiladores de aire caliente para intentar reducir los daños.

En el departamento vecino de Lot y Garona, donde el cultivo más popular son las ciruelas, se esperan "grandes pérdidas". Pero aclaran que, bajo ningún concepto, la situación será tan mala como la del año pasado, "cuando perdimos el 100% de nuestra cosecha por la ola de frío", explica Remy Muller, consejero de Agricultura de este departamento.

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A pesar de que este año las temperaturas han alcanzado valores inferiores a las de hace 12 meses, la anterior ola de frío fue más prolongada, lo que propició la pérdida de cultivos. En concreto, la cosecha de albaricoques, cerezas y peras disminuyó a nivel nacional un 50% según estadísticas oficiales del Ministerio de Agricultura y de Alimentación de Francia. Por otra parte, también el año la producción de vino del país cayó hasta niveles históricamente bajos; un 19% menos que el año anterior.

Todas estas anomalías climáticas están producidas, según una gran cantidad de estudios e informes científicos, por el actual cambio climático al que nos enfrentamos por la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera a causa de la actividad del ser humano. Es de esperar que, a pesar de los esfuerzos que estamos realizando para conseguir limitar nuestro impacto medioambiental, estos episodios climáticos extremos aumenten su frecuencia e intensidad en los próximos años y décadas, lo que tendrá un gran impacto en muchos sectores, incluido el de la agricultura.