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La 'bíblica' plaga de langostas en La Serena solo muestra lo que está mal en el campo español
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EL DRAMA DE LA DESPOBLACIÓN

La 'bíblica' plaga de langostas en La Serena solo muestra lo que está mal en el campo español

El paso a cultivos ecológicos, la falta de estrategias de prevención e información o el impacto del cambio climático son algunas de las razones tras lo que ocurre en Extremadura

Foto: Pablo Cárdenas pasea por su finca en Cabeza del Buey. (Guillermo Cid)
Pablo Cárdenas pasea por su finca en Cabeza del Buey. (Guillermo Cid)
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Pablo Cárdenas recorre con su trabajada furgoneta los caminos que separan el pueblo de Cabeza del Buey, en el sureste de Extremadura, de su finca. Con la ventana abierta y buen ritmo, sortea de memoria cada rodada de un piso que surca los infinitos terrenos amarillos. Tras su estela empiezan a saltar pequeñas sombras que cruzan el paso, planean o acaban estrelladas contra el parachoques. "Y estos son pocos 'langostos', todavía no hace mucho calor y encima el día está nublado. Ya verás a la vuelta", comenta, tranquilo y seguro. No es la primera vez que ve esas sombras, ni que lo comenta con un periodista. Cárdenas es el principal artífice de que media España haya puesto sus ojos sobre esta dura tierra extremeña. Bueno, él y la plaga de langostas ('langostos' es la denominación de los lugareños) que asola sus tierras.

Este ganadero de ovino fue el que grabó hace unos días varios vídeos en los que se veía cómo su finca se llenaba de pequeños insectos que aprovechaban hasta las lanas de las ovejas para hacerse un hueco. El vídeo impactó tanto que acabó saltando a varios medios y protagonizando distintos programas de televisión. Desde entonces, no ha parado. Una semana loca en la que, de repente, todo el país ha empezado a hablar de langostas y en muchos casos descubrir que estas plagas, que suenan a pasaje bíblico, ocurren en nuestro país. Cada año. ¿Por qué entonces este año ha generado tanto lío? Algunos dicen que es la peor plaga de langosta marroquí o del Mediterráneo en décadas, otros, que ha sido por los vídeos. Sea de una forma u otra, en lo que coinciden todos es en que esto tiene poco de divino, pero mucho de la situación actual del campo.

Foto: Una plaga de langostas "sin igual" afecta a los cultivos de Extremadura (iStock)

Tras aparcar la furgoneta, Cárdenas, ataviado con vaqueros, camisa y gorro de 'cowboy', se acerca a ver sus ovejas y se apoya en la pared de la nave bajo la que guarda los corderos recién nacidos y sus madres. "¿Escuchas? Eso no se nota en la tele, pero el sonido es lo más característico, los grillos... Mira, ya empiezan a llegar", explica el empresario. En el suelo, a simple vista, empieza a aparecer un reguero de pequeñas langostas que, andando o saltando, buscan dar con su único objetivo: comida.

Su paso, dice Cárdenas, ha supuesto perder kilos y kilos de pastos anualmente. Tiene 600 ovejas, pero es como si tuviera 700. "Se lo comen todo, estas pequeñas son las que más hacen, cogen todo lo que encuentran por el suelo, pastos o siembra, y no paran". No se ve de dónde vienen, pero según pasan los minutos y el sol aprieta más fuerte, su presencia se multiplica. Funciona como un reloj. "Aparecen sobre las 12 y hasta las 18:00. Desde finales de abril hasta finales de junio, luego nadie se acordará de esto", comenta.

placeholder Las ovejas de Cárdenas pastan lo poco que dejan las langostas. (G. C.)
Las ovejas de Cárdenas pastan lo poco que dejan las langostas. (G. C.)

Fuera de la comarca de La Serena, donde están los municipios afectados hasta ahora, esta plaga se ha visto casi como una maldición paranormal. Después del virus, la guerra, el volcán, la subida de precios... Es fácil que se relacione algo así con un fenómeno inusual y difícil de explicar. Pero allí, en la aislada comarca sureña, todo tiene una pinta más vulgar, y no por ello menos preocupante. Como recuerda Cárdenas, esto lleva décadas ocurriendo año tras año con mayor o menor fuerza. "Llevamos 30 años igual".

¿El problema ahora? Que ha sido como la última gota que colma el vaso, demostrando el mal estado en que se encuentra el campo español. "A esto estamos acostumbrados y, aunque ha sido fuerte, uno sabe que puede pasar, pero, si le sumas las subidas de precios, los problemas ambientales, el envejecimiento de la población que trabaja el campo, la despoblación, incluso la sequía... Pues es una tras otra", señala Rubén, uno de los agricultores del lugar.

placeholder Langostas en el suelo de la finca. (G. C.)
Langostas en el suelo de la finca. (G. C.)

Estos parajes de La Serena, pegados a La Siberia extremeña (aunque su paisaje este miércoles de junio recuerda más al lejano Oeste de los 'western'), viven una situación bastante límite, en que la langosta es solo otra piedra más en el camino. Cabeza del Buey ha perdido más de la mitad de su población desde los años 60, pasando de superar los 10.000 a intentar mantener los 4.500, y el resto de municipios afectados no está mejor. Peñalsordo ha pasado de 4.000 a menos de 1.000 y Zarza Capilla, de 2.000 a 300. Una evolución que cuadra con un cambio en el campo, su principal fuente de ingresos, que no augura buenos momentos, con y sin plagas.

La langosta nunca dejó España

Haciendo una búsqueda rápida, es fácil dar con documentos que hablan de antecedentes de plagas en la zona desde hace al menos un siglo. Trabajos como "La lucha contra la langosta marroquí ('Dociostaurus maroccanus Thunb.') en Extremadura durante el decenio 1983-1992", que firman varios autores y que se puede consultar en la web del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, ya recogen datos de hectáreas afectadas desde 1900. Unos números que demuestran el impacto de estos insectos en la provincia de Badajoz, llegando a más de 80.000 hectáreas infectadas en 1922. Incluso durante la Guerra Civil se tuvieron que crear diferentes misiones para combatir estas plagas. Sin embargo, a día de hoy, como comenta Cárdenas, no solo es que ninguno de los dueños de las fincas afectadas reciba ayudas por una situación como esta, es que la prevención deja bastante que desear y faltan, dicen, muchos medios.

placeholder Pablo y Rubén charlan bajo la sombra que ofrece un tractor. (G. C.)
Pablo y Rubén charlan bajo la sombra que ofrece un tractor. (G. C.)

"Yo creo que no interesa tampoco hacer más. Yo llevo aquí más de 30 años y, al menos en los últimos 30, hemos tenido situaciones parecidas. Vale, quizá no tan exageradas como esta, pero, vamos, que han sido parecidas. Ahora algunos van de que esto es nuevo, que es lo nunca visto, pero no es así. Lo que pasa que antes no venía la tele, claro", añade Rubén, vecino de Cárdenas, alcalde de Zarza Capilla, y también afectado por la plaga, que atempera la situación. "A ver, las fincas marcadas se han fumigado y se han seguido los protocolos, pero está claro que no ha funcionado, solo hay que verlo", resume mientras en sus tierras pasa la cosechadora. "Es que ni siquiera los productos son buenos, que es que ya ni huelen", recalca Cárdenas.

Esas mismas investigaciones de los años 80 y 90 (encontrar documentos y estadísticas sobre las plagas de langostas más modernos es más que difícil) muestran que La Serena es la zona de mayor población de estas langostas en todo el país, y que es un insecto permanente en la zona. Aunque puede aparecer por otros lugares, su presencia se concentra en esta comarca y sus alrededores, algo en el norte de Cáceres y en Los Monegros.

Los embalses cercanos, las altas temperaturas y la actividad agrícola funcionan como un ecosistema perfecto para estos bichos que, a la vez, son alimento para muchas de las aves que surcan el cielo de la comarca. Pero ni siquiera hay seguros que cubran las pérdidas por este tipo de catástrofes. "No hay ninguna firma que lo ofrezca, nos está costando la vida con el tema de las sequías, pues como para que te cubran por algo así. Dicen que es muy difícil saber que los destrozos han sido por langostas", añade el agricultor.

La Junta de Extremadura ha mandado diferentes documentos pidiendo, entre otras cosas, que los propios dueños de las explotaciones avisen si ven algún insecto o curen sus tierras, pero ahí Rubén da otra clave. "A ver, el otro día hubo elecciones al campo, y creo que uno de los que se presentaban dijo que como siete de cada 10 personas que nos dedicamos al campo son mayores de 70 años. A este perfil de gente hay que darle las cosas fáciles, no complicarle aún más la vida, porque si no o no lo van a hacer o no podrán hacerlo".

placeholder Bebedero de las ovejas lleno de insectos ahogados. (G. C.)
Bebedero de las ovejas lleno de insectos ahogados. (G. C.)

Cayetano, otro de los agricultores, que aparece con su furgoneta, repite lo de los productos. "Yo me he hartado a fumigar muchos años y lo que puedo decir es que este año lo que han echado ni olía. Vamos, que sabemos todos que cada vez los productos tienen menos fuerza, que las concentraciones son menores y matan menos". Rubén también descarta las propuestas, de algunos otros agricultores de la zona, de usar fumigación por vía aérea para acabar con las langostas. "Hace 20 años que no se saca, y tiene sentido, porque, al hacerlo de forma indiscriminada, matas todo lo que encuentras, sea langosta o no".

Ese cambio a productos menos 'fuertes' y riegos más selectivos coincide con otros dos procesos que también han marcado el devenir de esta plaga y marcarán las del futuro. Por un lado, el cambio climático está permitiendo que haya aún más insectos, gracias a la desertificación y la caída en las poblaciones de aves como los cernícalos, por el otro, cada vez más agricultores se están pasando al cultivo ecológico, que impide prácticamente el uso de productos fitosanitarios. "Ni una gota le puedes echar, y, claro, como en esa finca haya nidos a ver qué hacemos el resto", añade Cárdenas.

¿Se puede hacer algo?

Tras semanas de plaga y a la espera de que en unos 10 días todo esto desaparezca, también el circo mediático que se ha instalado en la zona, los empresarios se preguntan sobre el futuro. "Dicen los técnicos que esto es cíclico y que si este año se ha descontrolado tanto es por muchas razones, pero viendo todo lo que ha pasado no sé cómo será el año que viene, hay que ir preparándose. La cosa es ver cómo se puede controlar", señala Rubén. Por su parte, Cárdenas es pesimista. "Yo creo que ahora mismo no se puede hacer nada, se pudo erradicar hace tiempo, pero ya nada. Y cuanta más gente se vaya al ecológico, más difícil será", comenta.

Ese paso al ecológico, que limita muchísimo las posibilidades de usar soluciones como los fitosanitarios químicos, es a día de hoy un problema principal para este tipo de situaciones. Aunque científicos españoles están investigando, entre otros, para conseguir productos que permitan atajar estos problemas sin usar fuertes químicos, lo cierto es que, a día de hoy, no se contempla otra solución rentable que no sea el uso de esos líquidos. "Mucha gente se está pasando al ecológico porque se paga más y hay muchas más ayudas. Pero, claro, no todos nos podemos pasar a ese tipo de cultivo porque no reunimos las condiciones, entonces estamos en un momento difícil. Por un lado, los métodos de antes, que eran los químicos, ya no sirven porque no se pueden usar en todas las tierras, y, por el otro, no hay alternativas", añade el agricultor.

De momento, explican, la Junta de Extremadura ha lanzado una serie de documentos y peticiones para intentar paliar las consecuencias de esta ola y preparar la que viene con la idea de no volver a tener una situación parecida, pero los lugareños no se fían. "Cuando se vayan las cámaras, esto se olvidará, al final estamos aquí perdidos y ni siquiera en los pueblos se conoce mucho lo que ocurre aquí. Si no llega a ser por los vídeos, ya te digo que vuelven a no hacer nada y otro año más que pasa. No hay ganas de cambiar", termina Cárdenas.

placeholder Pablo Cárdenas ante los miles de langostas que se mueven en su finca. (G. C.)
Pablo Cárdenas ante los miles de langostas que se mueven en su finca. (G. C.)

En una de las últimas vueltas de la cosechadora, decenas de cigüeñas salen volando de la tierra de Rubén. "Mira, quieren que luchemos contra la despoblación, pero aquí es demasiado complicado. Además de las langostas y demás, también somos zona ZEPA, de protección de aves, porque somos una zona de paso de migratorias. Es decir, por protección a la naturaleza tenemos que tener mucho cuidado con lo que hacemos con nuestra tierra, que ya de por sí no es demasiado buena. No podemos pensar en soluciones como campos de molinos o fotovoltaica. Por lo que queda el turismo, pero a nuestros pueblos no vienen cientos de personas y estamos alejados de todo. Quedan poquitas opciones más para luchar", termina el agricultor.

Pablo Cárdenas recorre con su trabajada furgoneta los caminos que separan el pueblo de Cabeza del Buey, en el sureste de Extremadura, de su finca. Con la ventana abierta y buen ritmo, sortea de memoria cada rodada de un piso que surca los infinitos terrenos amarillos. Tras su estela empiezan a saltar pequeñas sombras que cruzan el paso, planean o acaban estrelladas contra el parachoques. "Y estos son pocos 'langostos', todavía no hace mucho calor y encima el día está nublado. Ya verás a la vuelta", comenta, tranquilo y seguro. No es la primera vez que ve esas sombras, ni que lo comenta con un periodista. Cárdenas es el principal artífice de que media España haya puesto sus ojos sobre esta dura tierra extremeña. Bueno, él y la plaga de langostas ('langostos' es la denominación de los lugareños) que asola sus tierras.

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