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"Vaya terminando, letrado": torneos para encontrar a los futuros abogados estrella
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"Vaya terminando, letrado": torneos para encontrar a los futuros abogados estrella

La final del Torneo Universitario de Litigación Esade y Uría, consistente en la simulación de una vista oral, evidencia el auge de los 'moots' como instrumento de formación jurídica

Foto: Imagen de la segunda de las simulaciones.
Imagen de la segunda de las simulaciones.
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Joel Villanueva y Joan Vila se sacuden los nervios cada uno a su manera. El primero los expía con visible activación corporal y alguna sonrisa fugaz, aunque rápidamente retoma el gesto de concentración, especialmente perceptible en su mirada. El segundo los digiere con quietud, extremadamente serio, sin apenas gesticular, concediéndose, como único alivio, el incesante jugueteo de un bolígrafo entre sus dedos. Ambos son los primeros finalistas del Torneo Universitario de Litigación Esade y Uría el torneo jurídico para estudiantes de último grado en Derecho o doble grado, consistente en simular un juicio civil-mercantil. La competición, organizada por Esade y Uría Menéndez, celebró su última ronda el 30 de junio en el campus de la institución académica en Barcelona, ante una cincuentena de asistentes que contemplaron las comparecencias absortos, en un tenso y respetuoso silencio.

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Dirigiendo la vista todo un magistrado del Tribunal Supremo, Luis Seller, asistido por Raimon Tagliavini, socio de Procesal de Uría en la Ciudad Condal. "Muchas veces, un asunto se gana o se pierde en la audiencia previa y no en el juicio, porque ahí se fijan los hechos controvertidos y se admite la prueba", remarca Tagliavini en la presentación del evento, al explicar que la final constará de esas dos fases procesales. El letrado recuerda que en la competición se medirán, no solo los conocimientos técnico-jurídicos que demuestren los estudiantes, también su capacidad de adaptación al desarrollo del procedimiento; su habilidad interrogatoria; su oratoria y solvencia argumental; su empatía con el resto de intervinientes —también, y quizás sobre todo, con el juez—, y su manejo de las técnicas de litigación. "Porque el abogado completo, el completo de verdad, es el procesalista", proclama el socio de Uría Menéndez, antes de ceder la palabra a Seller, quien ya ha abandonado su amable sonrisa inicial para adoptar un rictus formal, de autoridad, concentrado en la burocrática gestión de la vista.

"¿Se ratifican en los términos de sus escritos?", consulta Seller a los togados Villanueva, que actúa como demandante, y Vila, demandado, que afirman. "Antes de empezar, no puedo si no conminarles a llegar a un acuerdo, tal y como me exige la ley", continúa el magistrado, que, ahora sí, deja escapar una sonrisa, consciente de que la formalidad procesal tiene algo de teatrillo, pues los alumnos deben confrontar.

Foto: Recién graduados. (iStock)

El pleito gira en torno a un contrato de agencia. Santos Vestidos, empresa dedicada a la comercialización de vestidos de novia, rescinde la relación contractual que mantiene con uno de sus agentes, destinado a la promoción de la marca y venta de su producto en Latinoamérica. El profesional entiende que la ruptura incumple los términos acordados del vínculo que les unía, por lo que reclama una indemnización. La compañía, por su parte, acusa al agente de haber estado muy por debajo de los objetivos fijados y haber promocionado productos de la competencia con su contrato en vigor. Durante la vista, no obstante, surgen nuevos detalles y los letrados exponen nuevos argumentos que enredan un conflicto que, a priori, no resultaba tan complejo. La vida misma; nada es lo que parece a primera vista.

El ligero temblor en la voz con el que Villanueva inicia su primera extensa argumentación va desapareciendo conforme enumera sus razones. Energético y seguro, apenas mira los apuntes que tiene en la pantalla de su ordenador y se repone sin problemas de la primera objeción con la que le corta Seller. Su lenguaje corporal denota que piensa que el interrogatorio a la primera testigo, una exempleada de Santos Vestidos, le ha servido para apuntarse un tanto. Vila, por su parte, aguarda su momento. Su estrategia de defensa se apoya en el informe pericial, como clave de bóveda. La aportación del profesional, dice la perito, fue en descenso; vendía más para otra compañía, Novias Guapas, y tras su salida, la demandada apenas conserva clientes de los supuestamente logrados por el demandante. En el público cunde la sensación de que el contraataque de Vila ha sido certero y eficaz, y el aspirante a letrado lo corrobora al liberar su primer gesto de satisfacción.

placeholder De izquierda a derecha: Joel Villanueva, Adrián Coca, Joan Vila y Francisco Cano.
De izquierda a derecha: Joel Villanueva, Adrián Coca, Joan Vila y Francisco Cano.

Interrogatorios

Sin embargo, Villanueva se rehace rápido y protagoniza un intenso interrogatorio a la perito que le concede el que, probablemente, es su mejor momento del proceso. El letrado, demostrando un profundo y detallado conocimiento del informe, cuestiona algunas de las afirmaciones de la profesional, saltando incluso de una página a otra cuando esta la rebate. El alumno estrecha tanto el cerco a la perito que Seller se ve obligado a requerirle que le deje responder. No importa, el impacto estaba logrado. Aun así, su brillante intervención se ve premiada cuando la profesional le admite que ha encontrado un error en los cálculos contenidos en el documento. Llega el momento de las conclusiones con la sensación de que la balanza, hasta este momento de la competición, está ligeramente inclinada para el demandante.

"Una competición como esta ejemplifica el tipo de formación que pensamos que debe llevarse a cabo en la actualidad", explica Jorge Castiñeira, director del grado en Derecho y doble grado BBA y Derecho de Esade Law School. El docente reflexiona que los estudios jurídicos deben conjugar lo académico y lo profesional, "sin que el segundo pueda deslegitimar al primero por inservible, ni el segundo pueda despreciar lo profesional desde una suerte de atalaya". Yerran quienes contraponen el estudio y la práctica del derecho, expone Castiñeira, pues son las dos caras de la misma moneda para los juristas.

Foto: Estudiantes universitarios. (Pixabay)

La segunda simulación de la final la protagonizan Francisco Cano, en defensa del demandante, y Adrián Coca, abogado del demandado. A pesar de basar el procedimiento en el mismo asunto, el litigio entre el agente y Santos Vestidos, sorprende como la confrontación se basa en argumentos, pruebas y testigos completamente diferentes. Una circunstancia que deja claro que el sello que imprimen los letrados en sus defensas no solo es de forma, también puede serlo de fondo.

Cano, el único de los cuatro contendientes que ha preferido llevar toda la documentación en papel, prescindiendo del ordenador, y Coca no tardan en demostrar su elevado conocimiento del derecho y profundo conocimiento del caso ya en la audiencia previa. La primera escaramuza entre los contendientes se libra por tras la inadmisión, por parte del magistrado, de la prueba documental que solicita el segundo. Coca anuncia recurso de reposición. Cano, provocando una mueca de grata sorpresa en Seller, llega a alegar las bases del torneo en su oposición al mismo. En los primeros minutos, ambos estudiantes ya han logrado que el público vuelva a estar metido de lleno en la tensión de la competición.

Los alumnos se enfrentan a un elemento exógeno no previsto, pero que no puede ser más real: el juicio va con retraso y deben abreviar

En esta segunda tanda, los alumnos se enfrentan a un elemento exógeno no previsto, pero que no puede ser más real. El torneo está durando más de lo previsto por los organizadores, así que deberán abreviar en sus exposiciones, alegatos e interrogatorios, y priorizar entre las pruebas solicitadas. "Con la venia, señoría, entienda que por respeto al derecho de defensa de mi cliente no puedo dejar de exponer algunos argumentos esenciales", asevera a modo de cortés protesta Francisco Cano, que se encuentra con un amable pero poco flexible Seller. Es lo que hay.

En el segundo juicio, la batalla se libra en los interrogatorios de los testigos y también de la perito. Cano arranca bien, seguro de sí mismo y conduciendo la interacción a lo que parece buen puerto, hasta que choca con el magistrado, que no parece dispuesto a tolerar el uso ineficaz del escaso tiempo del que disponen. "Las preguntas que está formulando ya están contestadas en la demanda", le reprocha Seller al estudiante; "avance, por favor". Coca, más empático con la impaciencia del juez del Supremo, se muestra más directo y centra mejor el tiro con cuestiones más precisas. El segundo toque de atención al demandante, ya menos comprensivo —"Vaya terminando, letrado"—, certifica la impresión de que Adrián Coca está sabiéndose manejar mejor en un contexto imprevisto. En cualquier caso, ambos se muestran sobradamente solventes y cómodos durante la vista. No hay ganador claro.

Foto: Foto: iStock.

El "visto para sentencia" de Seller da lugar a la pausa en la que se decidirán los ganadores de la gran final. El magistrado, antes de que David Velázquez, director del torneo, lea el veredicto, felicita a los participantes por el elevadísimo nivel demostrado. "Recordad que manejar con soltura el derecho procesal es imprescindible; debéis conocerlo al dedillo", enfatiza Seller, que expone, como elementos claves para ser un buen abogado procesalista, "prepararse en profundidad" todos los actos procesales, hasta el que pueda parecer menos relevante, y entrenar el arte de la oratoria. "Que se compone de elementos como la credibilidad, la emoción y la elocuencia", indica. Joel Villanueva resultó ganador de la competición; Adrián Coca, segundo. Francisco Cano y Joan Vila, fueron reconocidos como finalistas.

Joel Villanueva y Joan Vila se sacuden los nervios cada uno a su manera. El primero los expía con visible activación corporal y alguna sonrisa fugaz, aunque rápidamente retoma el gesto de concentración, especialmente perceptible en su mirada. El segundo los digiere con quietud, extremadamente serio, sin apenas gesticular, concediéndose, como único alivio, el incesante jugueteo de un bolígrafo entre sus dedos. Ambos son los primeros finalistas del Torneo Universitario de Litigación Esade y Uría el torneo jurídico para estudiantes de último grado en Derecho o doble grado, consistente en simular un juicio civil-mercantil. La competición, organizada por Esade y Uría Menéndez, celebró su última ronda el 30 de junio en el campus de la institución académica en Barcelona, ante una cincuentena de asistentes que contemplaron las comparecencias absortos, en un tenso y respetuoso silencio.

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