El Tour de Francia borra la bandera española y pone una ikurriña tras la victoria de Pello Bilbao
La cuenta de Twitter del Tour cambió la bandera con la que felicitó al vizcaíno. No es la primera vez que ocurre algo similar. La cuestión de los ciclistas vascos y la identidad nacional es algo recurrente
Una victoria emotiva, homenajeando a un compañero fallecido y además en el mayor escenario posible para un ciclista: el Tour de Francia. Algo que quedará en la memoria de Pello Bilbao y de muchos aficionados. Y, sin embargo, como en tantas ocasiones en las que aparecen las identidades vasca y española, las banderas han tomado un polémico protagonismo. Nada más acabar la etapa entre Vulcania e Issoire, el Tour de Francia felicitó en Twitter al ganador, el vizcaíno Pello Bilbao, con una enorme bandera española hecha de emojis. Minutos después, editaron el tuit y la bandera española ya no figuraba, lo que dibujaban los emojis era una inmensa ikurriña.
Este nuevo Twitter permite consultar el historial de versiones de un tuit y el cambio quedó visible públicamente. Y así aparecieron las capturas y los enfados. La cosa no quedó ahí. La victoria de Bilbao ponía también fin a la sequía del ciclismo español en la ronda gala. Por eso, desde el Tour publicaron un tuit (que borraron después) en el que acompañado de un “Viva España” y dos banderas. Estas recordaban la última victoria, conseguida en 2018 por Omar Fraile, de Santurtzi, otro vizcaíno.
La cosa podría quedar en una anécdota, pero el hecho de que el Tour de Francia partiera de Euskadi no ha hecho más que encender la cuestión identitaria. Las ikurriñas fueron elemento indispensable para la mayoría de aficionados que acudieron a la carretera durante los tres días que la ronda gala pasó en Euskadi. No hay más que ver las fotografías de esos días. Euskadi era un mar de ikurriñas. Hasta 60.000 se repartieron entre los aficionados para que estas estuvieran bien visibles al paso de los ciclistas.
Estas lograron generar dos polémicas desde perspectivas ideológicas opuestas. Por un lado, quienes criticaban la masiva presencia de enseñas vascas al entender que se utilizaba un evento deportivo (financiado con dinero público) para transmitir al mundo un mensaje nacionalista y por otro aquellos que criticaban el diseño de las ikurriñas. Tenían un pequeño gran detalle: además del eslogan "Ongi ETOURri", un juego de palabras con la expresión bienvenido en euskera y el nombre de la carrera, incluía también los logos de EITB (la radiotelevisión pública vasca), la marca turística Euskadi Basque Country y Kutxabank. Si Sheldon Cooper se divertía tanto con su pódcast sobre banderas, una visita a Euskadi podría llevarle a la gloria.
Además, Gure Esku Dago (Está en nuestras manos), una asociación cultural que promueve el derecho de autodeterminación, también aprovechó el paso de la ronda gala por Euskadi para llevar a la calle su reivindicación. Y, por supuesto, esto incluía ingentes cantidades de ikurriñas. Para hacer todo aún más interesante, Pello Bilbao es, precisamente, uno de los ciclistas que se sumó a la campaña de Gure Esku, pidiendo en un vídeo a los aficionados que llevasen sus ikurriñas al paso de la carrera.
No es la primera vez
La cuestión de los ciclistas vascos y la identidad nacional es algo recurrente. Por ejemplo, al antagonismo del vasco Loroño y Bahamontes, el Águila de Toledo. Pero no hace falta ir tan atrás en el tiempo. En 2015, el alavés Mikel Landa protagonizó una polémica bastante agria. Los ingredientes eran simples, pero la combinación compleja: una gorra y el himno español. Landa quedó tercero en un Giro ganado por Alberto Contador. En honor al pinteño, sonó el himno nacional. Y Landa se quedó quieto, como con la mirada perdida, sin descubrirse. Y se montó la polémica. Esta se sumaba al incendio de los silbidos al Rey y al himno en las finales de Copa. Landa dijo que se había “despistado” y que estaba en su mundo. Ahí quedó la cosa y por suerte el eslogan de "FreeLanda" quedó en algo metafórico.
Ha habido más. Sirva como ejemplo lo del equipo británico Ineos. Dejan que cada ciclista lleve la bandera que quiera. Así, hay corredores británicos que optan por la Union Jack, mientras que otros llevan directamente la de su nación. Y la bandera elegida es la que el equipo utiliza para identificar a los corredores en redes sociales, por ejemplo, al anunciar quiénes acudirán a una carrera. ¿Hacen lo mismo con los corredores no británicos? Sí, pero la reacción es diferente. Y es que cuando Omar Fraile (el mismo corredor al que sucede Bilbao como el último “estatal” en ganar en el Tour) optó por la ikurriña, se montó la enésima pelea tuitera. Tres corredores con el mismo pasaporte, 3 banderas. Fraile, de Santurtzi, con la ikurriña. Rodríguez, de Almuñécar, con la española, y Jonathan Castroviejo, de Getxo, optando, como buen ciclista, por la escapada. Con la bandera del Ineos, de su equipo.
Una victoria emotiva, homenajeando a un compañero fallecido y además en el mayor escenario posible para un ciclista: el Tour de Francia. Algo que quedará en la memoria de Pello Bilbao y de muchos aficionados. Y, sin embargo, como en tantas ocasiones en las que aparecen las identidades vasca y española, las banderas han tomado un polémico protagonismo. Nada más acabar la etapa entre Vulcania e Issoire, el Tour de Francia felicitó en Twitter al ganador, el vizcaíno Pello Bilbao, con una enorme bandera española hecha de emojis. Minutos después, editaron el tuit y la bandera española ya no figuraba, lo que dibujaban los emojis era una inmensa ikurriña.
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