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Toros de la Feria de San Isidro | Palcos, jóvenes y un torpe
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Talavante corta una oreja

Toros de la Feria de San Isidro | Palcos, jóvenes y un torpe

Atraer a las empresas, a gente poco aficionada que necesita distracciones más allá de la muleta, es puñalada trapera a la tradición purista, pero es la mejor manera de cuadrar gastos y abono

Foto: El diestro Alejandro Talavante, durante la duodécima corrida de la Feria de San Isidro. (EFE/JuanJo Martín)
El diestro Alejandro Talavante, durante la duodécima corrida de la Feria de San Isidro. (EFE/JuanJo Martín)

Plaza Monumental de Las Ventas, 23 de mayo de 2024

12ª de la Feria de San Isidro. Lleno en tarde agradable, con algo de viento que se manifestaba más en los medios que en los tercios.

Seis toros de Puerto de San Lorenzo, de entre 545 y 611 kilos. Todos cinqueños, el último por mucho. Bien presentados, en tipo de su procedencia, serios por delante, cuajados y de buen juego en general. El primero, el de más peso de la corrida, noble y repitiendo, facilitó el toreo de muleta de Talavante, fue ovacionado en el arrastre. El segundo, más flojo, manseó en los primeros tercios, deslucido y siempre dejando entrever su querencia, no dio opción ninguna. El tercero, sin mucho celo, se vino abajo enseguida. Cuarto, desclasado y deslucido. Quinto, que bajaba de manera evidente el nivel de presentación de la corrida y fue muy protestado, flojo, manso y muy lejos de lo que la afición de Madrid reclama, sin embargo, dio juego en la muleta embistiendo con temple y largura, con recorrido y nobleza, aunque le costaran los remates de las tandas. El sexto, también ligeramente protestado, embistió con el son clásico de la casa de toros nobles y mansos que acaban metiendo la cara y teniendo recorrido, Eso sí, recorrió media plaza tras la tendencia del toro que acabó en los chiqueros como no podía ser de otro modo.

Alejandro Talavante, de grana y oro. Oreja y silencio con algunos pitos.

Juan Ortega, de grosella y oro. Silencio y fuerte ovación que saludó desde el tercio.

Tomás Rufo, de lila y oro. Silencio y gran ovación tras fuerte petición de oreja.

Al rematar su segundo toro, Juan Ortega pasó a la enfermería donde fue atendido de un puntazo con hematoma en gemelo interno de la pierna izquierda y de un puntazo corrido en región pretibial izquierda, pendiente de estudio, según revela el parte médico oficial de Las Ventas.

Dan mis huesos en trance de relaciones públicas con el almohadillado asiento de los palcos de Las Ventas. Un espacio diseñado para ubicar gente seria. Es un asiento amplio, abrupto para más señas. Seis filas en pocos metros bajo el cobijo de la andanada que generan cobertizo donde almacenar viandas. La combinación de espectáculo y suministro resulta muy atractiva y demandada cada vez más en los eventos. Los palcos en fútbol son polos de atracción de negocios y dinero, en los toros estamos aprendiendo. Me parece un buen comienzo. Atraer a las empresas, a gente poco aficionada que necesita distracciones más allá de la muleta, es puñalada trapera a la tradición purista, pero es la mejor manera de cuadrar gastos y abonos.

Salían las soluciones para tomar la quinina, el origen del gin-tonic, como si hubiera difteria. Yo que acostumbro mi hígado a lúpulo y cebada buena, también disfruté de la eficiencia del aplicado mesero que no era capaz de dar crédito. Y no me refiero al pago, que lo incluía la entrada, me refiero a la incredulidad manifiesta ante la velocidad de la ingesta. Preguntaba sorprendido y educado, sin conseguir que me ofendiera cuando reclamaba otra a colación de la última: “¿Seguro?”, me decía. Y mi mirada perdida, mi balbuceo inevitable, evitaba el conflicto de explicarle que no era una pregunta buena.

Foto: Juan del Val, Nuria Roca y Nuria González en la feria de San Isidro (GTRES)

Es conocido el trance de merienda en muchas ferias. Madrid, pretendido reducto de la pureza, evitaba paradiña que han hecho famosas ferias como Albacete o Huelva. En Huesca dura media hora el avituallamiento completo. Hoy Madrid ya pulula entre el 'estate quieto' y el 'por favor ponga otra'. Es peaje necesario en tiempos en que la sensibilidad requiere química embotellada, placeres estimulados y eficiencia en la sinapsis. Cuando la merienda arrecia y empieza en el primer toro…

Distrajeron mis criterios los compañeros de palco. Cachorros de 'business school', herederos de negocios allende de mares ibéricos, que completan formación entroncando tradiciones, exámenes y rock and roll. Hubo uno en concreto que cerraba operaciones de compras y ventas de todo tipo a velocidad y grito de 'instagrammer' de negocios. Me rendí a mi intuición cuando la conversación se espesaba y el retoño millonario confesó a regañadientes que consultaría con su padre la transacción en ciernes.

placeholder El diestro Alejandro Talavante. (EFE/JuanJo Martín)
El diestro Alejandro Talavante. (EFE/JuanJo Martín)

Menos mal que Talavante decidió en su primero que empezaba con cartucho de pescao y que no quería ser diestro. Solo toreó al natural en un planteamiento claro que tengo dudas que fuera también muy premeditado. El toro colaboró tranquilo, noble y sin sobresaltos, aunque la falta de raza no encumbrara el trasteo. Cortó oreja tras estocada con más defectos que acierto y los que no beben copas pitaron con sed y con no poco denuedo. El cuarto fue un monumento a estrellarse contra un muro, un toro parado y violento, una combinación sin futuro.

Juan se topó con un manso que miraba de reojo a la puerta de chiqueros. Quiso torearlo lejos de su natural querencia y las protestas y los miedos de un toro justo de clase impidieron los momentos que este torero merece. En el quinto, protestado, se produjo la catarsis tras un más que extraño encuentro. Se encontró el pitón del toro con el cuerpo del torero. No me pareció voluntario, ni por uno ni por otro, aunque sí me pareció de riesgo. La voltereta cambió a público, a toro y torero. Y tras levantarse lento, lo que tardó me asustaba, se plantó quieto y sereno y le enjaretó tres tandas a velocidad casi cero. Con gusto, temple y remate bajo, arrancó los oles secos que nadie vaticinaba con los pitos merecidos que recibió el de San Lorenzo. De acertar más con la espada nos pone en un brete a todos y logra la típica oreja tan vehemente pedida como sonoramente protestada.

placeholder El diestro Juan Ortega sufre una cogida. (EFE/JuanJo Martín)
El diestro Juan Ortega sufre una cogida. (EFE/JuanJo Martín)

Rufo mostró en el sexto el material que le forma. Diez pases de rodillas para declarar intenciones. Tandas en todos los tercios, persiguiendo la querencia de un toro que, protestado, embistió con son de manso y duración del que no humilla. La espada malogró el número de pañuelos suficientes, pero la ovación fue unánime, cariñosa y, en este caso, reincidente tras la meritoria oreja que conquistó el último día.

placeholder El diestro Tomás Rufo. (EFE/JuanJo Martín)
El diestro Tomás Rufo. (EFE/JuanJo Martín)

Posdata que no viene a cuento: mi final fue más abrupto, los jóvenes identificados con novelada torpeza, se ve que leyeron las líneas que escribía en cada toro. Con extremada prudencia, educación y decoro se prestaron a señalar mi nula intuición social y con convicción y razones más que justificadas me hicieron reconocer mi error de análisis a vuela pluma. Me justifiqué en el ardor de palco, cerveza y gin-tonic, de aspirante a fabulador, de cronista literato, de torpe de rango mayor. Pensé que su anonimato me daba licencia y metáfora, contexto y qué sé yo... Si no es así, pido perdón. Pero por favor, que cierren la operación de marras que tenía buena pinta para un futuro mejor. Y sobre todas las bromas, que no falte gente joven que apoye tauromaquia y fiesta. Sirva el rectificado para animarles que vuelvan. Que la ensoñación de un torpe no les alejen de Las Ventas.

Plaza Monumental de Las Ventas, 23 de mayo de 2024

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