"Me mata el ruido": los vecinos que no quieren un aeropuerto más grande en Madrid

La vida de Marga era muy tranquila hasta hace dos años. Hace medio siglo que llegó a San Sebastián de los Reyes, donde ha vivido casi toda su vida y acabó criando a sus hijas. Pero en octubre de 2021 se iniciaron los trámites para alterar una de las rutas aéreas del aeropuerto madrileño de Barajas, a unos 15 kilómetros del municipio. Desde entonces, los aviones ya no solo pasan junto a una pequeña urbanización de las afueras, en la Dehesa Vieja. Ahora sobrevuelan otras tantas casas, a las que ensordecen con su ruido. "Me dan miedo los despegues", confiesa ella misma.

En los 400 metros que abarca la calle que transita a diario para visitar a sus nietas puede llegar a contar "hasta tres aviones distintos" que aterrizan o despegan desde las pistas. Está harta del runrún de los motores y del cómo "se te mete ese sonido en la cabeza". Aunque pueda parecer una nimiedad, sabe lo "insoportable" que es el convivir "todos los días con un sinfín de aviones". Y que el Gobierno confirmara una ampliación de Barajas para aumentar en casi un 30% su capacidad.

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Es por eso que asistirá este viernes, junto a vecinos de otros pueblos de la Comunidad de Madrid, a una concentración frente al Ministerio de Transportes. La convoca la Plataforma Contra la Ampliación de Barajas, de la que forman parte diversas asociaciones vecinales de los municipios madrileños más afectados. San Fernando de Henares, San Sebastián de los Reyes, Algete, Paracuellos, Coslada... Distintas zonas colindantes que quieren que el ruido, por lo menos, no vaya a más.

El proyecto para ampliar el Adolfo Suárez contempla la apertura de hoteles e incluso la construcción de varios centros de almacenaje, que amplían el temor a la carretera y los ruidos añadidos que provoque también un mayor trasiego de coches. Esther Moraga, que nació hace 44 años en San Fernando de Henares y hoy forma parte de la plataforma contra la expansión de Barajas, acudirá a protestar el viernes porque no entiende que "el mismo Gobierno que promete reducir vuelos cortos y cuidar el aire" sea el que "luego te agranda un aeropuerto".

Al margen de Madrid, colectivos similares se concentran simultáneamente otras cinco ciudades de Europa –París, Bruselas, Frankfurt, Ámsterdam y Londres– y una más en España, Palma de Mallorca, para exigir "límites" a estas operaciones. La plataforma a la que pertenece Esther contabiliza unos 733.000 vecinos que vivan a menos de cinco kilómetros de los aeropuertos de Madrid, Palma o Barcelona, donde también se registra un amplio número de viajes. "El ruido es un no parar y lo peor viene en verano, cuando el viento es más fuerte por el sur y es imposible escuchar una conversación si un avión despega", asegura.

"No es solo el aeropuerto"

A unos siete kilómetros de San Fernando de Henares está Mejorada del Campo, otra urbe próxima a Barajas en la que viven más de 20.000 personas. Milagros es una de ellas desde hace tres décadas y forma parte de la única asociación vecinal de la localidad, que también acudirá a la cita frente al Ministerio que dirige Óscar Puente. "Si la autovía que viene desde Torrejón ya está saturada, ¿qué va a pasar si suben los trayectos para traer o sacar cosas de los nuevos almacenes?", se pregunta esta madrileña.

En Mejorada del Campo hay dos zonas afectadas por los ruidos. Una es al norte del municipio, por la carretera que lleva a Burgos, y la otra está en la parte más al este. "Desde el coche se ven perfectamente los aviones despegando y a veces sorprende lo bajito que vuelan", confiesa. Peor puede llegar a ser en Algete. "Dentro del salón no se escucha mucho y yo vivo a las afueras, pero todos los días vienen clientes que se quejan por el ruido", reconoce Sergio, que trabaja en una peluquería en Ciudad Santo Domingo, el núcleo algeteño más perjudicado.

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De hecho, la molestia era tal que una asociación vecinal creada para esta única causa –la Asociación contra el Ruido y Riesgo de Aeronaves Ciudad Santo Domingo– logró que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid dictaminara que Aena, la empresa pública que coordina los aeropuertos en España, había vulnerado su derecho a la "intimidad domiciliaria" como consecuencia del ruido y la sobrecarga de aviones a sus alrededores, como consta en la sentencia del TSJM.

Incluso el Tribunal Supremo condenó en 2008 a Aena a pagar 6.000 euros a cada vecino en la urbanización de Ciudad Santo Domingo por los perjuicios causados. Sin embargo, a lo que parecía una victoria inicial para los residentes le siguió un sinfín de recursos y un debate en los tribunales sobre si la compañía había ejecutado o no la reducción de rutas. La situación acabó enredada en el tiempo. Años después, la noticia de la ampliación del aeropuerto no alivia a los vecinos y muchos, como Alejandra, están cansados. "Yo vivo y trabajo en Algete y escucho los despegues allá donde vaya. No sé qué va a pasar, pero sí sé que me mata el ruido y que la gente está ya un poco harta de aviones", sentencia.