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Cae la banda del Megane: un hermano del Rafita y un conductor experimentado para reventar tragaperras
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CASI 300 CABALLOS DE POTENCIA

Cae la banda del Megane: un hermano del Rafita y un conductor experimentado para reventar tragaperras

La Policía detiene a cuatro hombres que se aliaron para cometer robos mediante la técnica del alunizaje en distintos puntos de la Comunidad de Madrid

Foto: Detalle del coche utilizado por la banda para dar sus golpes. (Policía)
Detalle del coche utilizado por la banda para dar sus golpes. (Policía)

Eran cuatro, empleaban un utilitario de alta cilindrada para sus robos y entraban en bares y salas de juego cuando estaban cerrados, sirviéndose de mazas y palancas. Pese a la contundencia de sus herramientas, los miembros de esta banda de aluniceros destacaban por ser muy finos cada uno en lo suyo: eran capaces de abrir las máquinas para coger las cajas de recaudación en segundos y salir en cuestión de minutos de la localidad para evitar ser cazados.

Pese a ello, y tras una investigación que comenzó en agosto, la Policía ha arrestado a los cuatro individuos que componían la banda, que operaba en toda la Comunidad de Madrid. En el grupo había varios ilustres. Uno de ellos es hermano del Rafita, asesino de Sandra Palo; otro, un “macero” que, una vez detenido, intentó impresionar a los agentes asegurando que era “uno de los mejores de Madrid”; y, por último, pero pieza fundamental, un conductor muy reconocido entre los delincuentes de este tipo.

Para dar los golpes utilizaban un Renault con acabado deportivo y casi 300 caballos. Era, concretamente, un Megane con apariencia bastante común, pero con 280 caballos bajo el capó. El vehículo era pieza clave en sus golpes, ya que les permitía huir del lugar de los hechos en apenas unos minutos. Para ello también se aseguraron de contar con un experimentado piloto, muy cotizado entre las bandas de aluniceros de Madrid y que responde al apodo de Michael.

La investigación estuvo liderada por los agentes del Grupo XXI de la Policía Judicial de Madrid, especializado en desarticular grupos de aluniceros. "Cada vez es más difícil pillarlos porque van depurando sus técnicas", reconoce el jefe de este equipo policial, que conoce bien a los distintos grupos que operan en Madrid. En este sentido, establece una diferencia entre los de la vieja guardia y otras bandas más jóvenes, como sería este caso: "Al volante, los de ahora son capaces de hacer auténticas barbaridades".

A los detenidos se les imputan delitos por 10 robos con fuerza y también el de una furgoneta. Eran capaces de cometer varios asaltos a bares y salas de juego vacías en una misma noche, incluso en distintos puntos de la región. Como los investigadores pudieron comprobar al visionar las cámaras de seguridad de los locales desvalijados, sabían abrir las máquinas tragaperras con apenas 3 mazazos y hacerse, a continuación, con la caja de caudales.

Acto seguido subían al vehículo y se ponían en las manos de Michael. Los conductores son una pieza especialmente valorada para las bandas de aluniceros, igual que ocurre en las bandas que mueven droga, como reconocen las fuentes policiales consultadas. Esta pieza del engranaje delictivo es la encargada de mantener el pulso a altísimas velocidades con los vehículos de la Policía, a los que llegan a embestir si ven que no tienen otra escapatoria. De hecho, en este caso, también se les imputa un delito de lesiones porque arremetieron contra un vehículo policial al tratar de escapar. Paradójicamente, la mayoría de los conductores de estas bandas no tienen permiso de circulación.

El botín que obtuvieron de los distintos robos no es demasiado alto, pero sí suficiente como para obtener ingresos de una forma relativamente fácil. Los investigadores lo cifran en 9.000 euros. Siempre actuaban de una forma similar: vigilaban las zonas donde iban a realizar los robos previamente y, una vez que el robo era ejecutado, ocultaban el vehículo en un garaje situado en el madrileño distrito de Villa de Vallecas.

Eran cuatro, empleaban un utilitario de alta cilindrada para sus robos y entraban en bares y salas de juego cuando estaban cerrados, sirviéndose de mazas y palancas. Pese a la contundencia de sus herramientas, los miembros de esta banda de aluniceros destacaban por ser muy finos cada uno en lo suyo: eran capaces de abrir las máquinas para coger las cajas de recaudación en segundos y salir en cuestión de minutos de la localidad para evitar ser cazados.

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