Cae el "cártel de familias" que controlaba la piscina de Peñuelas por las informaciones de El Confidencial

ACTUALIZACIÓN: Debido a la información publicada por este periódico, la administradora del grupo donde se repartían las entradas de la piscina ha decidido cerrarlo. Como explicación, ha dicho a los vecinos que, "debido a la presión política y mediática y para no sentirnos usados por ningún partido, cerramos este chat". En un mensaje anterior, la administradora ha denunciado estar recibiendo amenazas de la filial de Vox en el distrito de Arganzuela.

Macarena es una abogada con dos hijos que vive en el barrio de La Chopera, en el sur de Madrid. Tiene configurada una alarma a las 8:50, a la que responde con la diligencia de un soldado ante un bombardeo. "Cuando suena el teléfono, corro como una loca al ordenador", dice a este periódico. Lo que hace es cargar y recargar una página hasta las 9:00, momento en el que salen a la venta las entradas.

Este modus operandi, antes reservado para conciertos y festivales, atañe hoy a las piscinas municipales. Macarena sabe que, si no está preparada en los segundos posteriores a que el Ayuntamiento empiece la venta, se quedará sin entrada para la piscina de Peñuelas. Lo tiene estudiadísimo: "Lo normal es que duren entre tres y ocho minutos, pero hay días que no llegan ni a dos. Cuando suena la alarma, dejo lo que esté haciendo, ya sea dar de desayunar a los niños, ducharme o, como ayer, subir corriendo como una loca de la calle", afirma.

Como para tantos otros padres, especialmente durante una ola de calor como la que atravesamos, sin parangón desde 1975, conseguir una plaza en la piscina significa tener una mañana tranquila. Cuando no lo consigue, llega el viacrucis: "Entonces, tengo que buscarme entrada en otra piscina, lo que implica meter a dos niños pequeños en un autobús, o convencer a una amiga para que nos deje ir a la suya. En casa, con este calor, no podemos estar", explica.

El problema de Macarena es el problema de cientos de vecinos del distrito de Arganzuela. Este verano se han encontrado con que las 540 entradas de mañana de la piscina vuelan sin motivo aparente. Una vez dentro del recinto, explican, a menudo, no está lleno. ¿Dónde han ido todas las entradas?

El pasado viernes apareció un cartel pegado en la puerta del recinto. Como Lutero, iba con la intención de armar jaleo: "Un cártel de padres y madres acapara de forma masiva y organizada una gran cantidad de las entradas disponibles para la piscina de Peñuelas para luego repartirlas entre los amigos de un grupo de WhatsApp".

El cartel ha generado un extraordinario revuelo en el barrio, que siente que le están usurpando el acceso a una instalación municipal. Quizá por el enfoque del texto, los más molestos son los ciudadanos sin hijos. Cristina, de 54 años y vecina de la calle Valdelasierra, es una parroquiana de la piscina. "Siento decirlo, pero los padres arrasan con todo. Sueltan a sus hijos en la piscina y no les hacen el menor caso. Llevo yendo a Peñuelas muchos años y no sé el número de veces que los niños me han pisado, tirado encima mientras nadaba o dado pelotazos. Que ahora se queden con las entradas me parece el colmo", afirma la vecina, que se ha puesto en contacto con la Junta Municipal de Distrito para atajar esta situación. Según su versión, en la Junta le han confirmado que conocen la existencia de este grupo y, más concretamente, a su creadora.

El grupo de las entradas

Este periódico ha podido comprobar que el grupo existe y que está formado mayormente por padres. Se llama "piscina Peñuelas" y lo conforman más de 400 vecinos (400 es el límite con que cuenta WhatsApp en grupos). Lo creó alguien del personal docente y madre del barrio para evitar que se desperdiciasen entradas cuando alguien no las puede utilizar, según ha explicado a elDiario. Miembros del grupo señalan que la responsable de la revuelta es una vecina, trabajadora de Telemadrid sin hijos, que ha tomado la cuestión como algo personal.

La única regla que impera en el grupo es no hablar de nada más que de entradas de la piscina. Cuando alguien tiene alguna que vender, lo dice en el foro común y los interesados se arreglan por privado. Al cabo de un día, se intercambian en torno a 50 entradas, en teoría por su precio de salida. Macarena, que no tiene acceso al grupo, recibe la noticia con gran enfado: "Debe ser una especie de lobby de padres de la zona. Aquí somos todos muy modernos, ¿sabes? Los que llevamos a los niños a colegios de fuera estamos excluidos de la vida vecinal, así es de triste".

"Compro la entrada y, si no puedo ir, no pasa nada, son solo dos euros"

Otro vecino del barrio, Miguel, lamenta el sistema municipal de acceso a las piscinas. "Está completamente desaprovechado. Si, por ejemplo, cinco personas van a la piscina de 16:00 a 18:00, cuando se marchan quedan cinco vacantes, pero no puede entrar nadie más. Por eso muchas veces hay un montón de gente que no puede entrar y, sin embargo, la instalación está vacía". Este vecino también admite que, debido al bajo precio de la entrada, dos euros, a muchos les compensa comprarlas anticipadamente, antes de saber sus planes: "Luego, si no puedes ir, pues nada, solo pierdes dos euros. Mejor tenerla y no poder ir que al revés". La cuestión es que un vecino, que sí quería ir, se ha quedado sin entrada.

En Madrid hace 31 años que no se construye una piscina municipal. Desde entonces, en la ciudad reside medio millón de personas más que cada día tiene más complicado acceder al baño. Hay 142.642 habitantes por cada una, la media más alta de las capitales de provincia interiores, mientras que siete distritos no cuentan con ninguna piscina donde refrescar a sus vecinos.