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La historia de cómo Vallecas se convirtió en un puerto de mar
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La historia de cómo Vallecas se convirtió en un puerto de mar

Este domingo, a partir de las 16:30, el barrio de Vallecas se transforma en un océano de propuestas, donde es necesario salir a mojarse por una causa justa

Foto: Vecinos de Vallecas en la Batalla Naval. (Cedida por Cofradía Marinera)
Vecinos de Vallecas en la Batalla Naval. (Cedida por Cofradía Marinera)

Estos días en la Cofradía Marinera de Vallekas andan algo más atareados que de costumbre. “Nosotros nos encargamos de tramitar los permisos y los seguros administrativos. Es un trabajo que lleva su tiempo, pero que permite que todo salga correctamente el día de la batalla”, comenta Pedro Martínez, vallecano de 49 años, “en el barrio de toda la vida”, sobre la carga de trabajo que representa el organizar la batalla naval de Vallecas, una fiesta que llega a congregar a más de 20.000 personas, con un marcado carácter social y de barrio, que dará comienzo este domingo, a partir de las 16:30, en la calle Peña Gorbea.

Foto: Juanjo Espartero

Siempre hay algún papel que falta, cada año se hace todo más burocrático”, apunta Juan Carlos González, otro miembro de la cofradía, vinculado al barrio desde hace tres décadas. “Desde nuestra asociación intentamos darle más contenido y que no sea solo una fiesta más”. Razón no le falta. La cofradía lleva ya un tiempo dotando a lo que fue en origen una fiesta en la que refrescarse en verano, con muchas más actividades. Ahí, desde un callejero marinero, con placas incluidas, en esta ocasión, con La katedral del mar en la parroquia de San Carlos Borromeo, hasta decoración marinera con una charanga, chupinazo, pregón y una gran paella donde se repartirán 600 raciones, 200 de ellas veganas.

'Vallekas', puerto de mar

Para conocer la historia de esta singular batalla naval hay que remontarse a 1981, cuando de manera espontánea diferentes vecinos del barrio decidieron aliviar el calor poniéndose a remojo. “Al año siguiente, algunas asociaciones vecinales pensaron que sería buena idea darle algo más de contenido”, indica Martínez. Eran los años en los que comenzaron a realojar a muchas de las personas que vivían en la zona en malas condiciones. “Pensaron que podía ser buena idea aprovechar la festividad del Carmen, patrona de los marineros, y recordar que lo imposible se podía conseguir. De ahí lo de reivindicar la utopía y proponernos como puerto de mar”.

placeholder Vecinos comiendo el día de la fiesta vallecana. (Cedida por Cofradía Marinera)
Vecinos comiendo el día de la fiesta vallecana. (Cedida por Cofradía Marinera)

Aquellos años, los ochenta y noventa, no fueron fáciles. A ese carácter improvisado y popular le siguió una demonización por parte de las instituciones. “Se veía como algo infantil y gamberro. Había muchos prejuicios”, cuenta la antropóloga Elisabeth Lorenzi, autora del libro Vallekas, puerto de mar (Traficantes de sueños, 2007), que previamente fue su tesis.

Foto: Juan Santos empezó como técnico y acabó respondiendo llamadas con dudas sobre el Zelda y otros juegos. (M. McLoughlin)

La obra reivindica el carácter cultural y social de la fiesta. “Al grito de ¡Vallekas, Puerto de Mar!, se mezclan tres historias: la de las transformaciones urbanas de Vallecas, la de los movimientos sociales locales (principales promotores de la fiesta) y la de términos que como barrio, cultura e identidad tienen en Vallecas un rico sustrato antropológico”, destaca Lorenzi.

Fiesta perseguida y aceptada

González, el más mayor de los tres entrevistados, de 65 años, es capaz de recordar cargas policiales, altercados y una inusitada represión. “Nos cerraban las bocas de agua y no nos permitían mojarnos”, precisa.

La cofradía marinera, fundada en el año 2001, vino a asentar todo el proceso que muchas asociaciones ya venían pidiendo. “Vimos que era necesario organizarse para que no tuvieran la posibilidad de quitarnos y que desapareciera”, explica Martínez. Ahora la cofradía también sirve de “pegamento” a diferentes colectivos como son Orgullo Vallekano, Vallecas Rugby Unión, el club femenino Puerto de Vallekas o el Ateneo Republicano.

placeholder La fiesta ha ido evolucionando. (Cedida por Cofradía Marinera)
La fiesta ha ido evolucionando. (Cedida por Cofradía Marinera)

“La fiesta ha ido evolucionando, eso hizo que también creciera en participación y que fuera intocable”, recuerda Lorenzi, que también le da una enorme importancia a la creación de la cofradía marinera. En su libro escribe como “la batalla naval me llamó la atención tanto por sus peculiares características, un inmenso y alegre remojón colectivo cuando más aprieta el calor, como por lo que celebra, la independencia del barrio, así como por las adhesiones que promueve el lema Vallekas, Puerto de Mar dentro del distrito”.

En el prólogo, Paco Serrano también comenta como “la ecología, la autogestión, la libertad sexual, el feminismo, la autonomía obrera… todo esto fueron líneas y directrices que se fueron sedimentando en la identidad vallekana”.

Fiesta incluyente

Esas características han formado parte indisociable de la fiesta, que va mucho más allá con sus lemas y sus reivindicaciones. “No nos cansaremos nunca de decir que la batalla naval es mucho más que una fiesta de agua. Todo el imaginario marinero que pervive en Vallekas desde hace 41 años nos habla de cómo la utopía y la reivindicación han calado en varias generaciones”, aclara Martínez.

placeholder Una de las principales calles de la batalla. (Cedida por Cofradía Marinera)
Una de las principales calles de la batalla. (Cedida por Cofradía Marinera)

La reivindicación de este año pasa por un mensaje explícito: Frente a los discursos de odio, hay que mojarse: “Hacemos un llamamiento a la rebelión. Nos rebelamos frente a aquellos y aquellas que utilizan el odio como arma, que nos incitan a despreciar al diferente, a echarle la culpa de todo al recién llegado, a negar la violencia de género, a ser intolerante frente a otras opciones políticas, a querer acabar con el feminismo, a negar el cambio climático y querer enterrar la agenda 2030, a no aceptar la diversidad sexual”.

González resalta ese carácter inclusivo: “Es una fiesta multirracial, una mezcolanza de diferentes razas y lenguas. Las nuevas comunidades inmigrantes la han hecho suya”. Una fiesta organizada, con varios barcos que participan y en el que es necesario disfrutar y tener claro el porqué se hace, ese punto utópico, que conecta claramente con lo que significa Vallecas.

Foto: Hotel Emperador de Madrid. (Cedida)

Los diferentes cofrades terminan de apuntalar todo expresando como la batalla naval se ha convertido en un barco de tres mástiles: “Sin ellos el barco no puede navegar. El primer mástil, la parte lúdica, se consigue con la participación masiva de las vecinas y vecinos del distrito, el segundo, la parte utópica, con la constatación de que pidiendo lo imposible generamos un motor de cambio que elimina los límites de lo que podemos conseguir y el tercero, la parte reivindicativa, con un sencillo juego de palabras: en Vallekas nos mojamos por algo”.

Estos días en la Cofradía Marinera de Vallekas andan algo más atareados que de costumbre. “Nosotros nos encargamos de tramitar los permisos y los seguros administrativos. Es un trabajo que lleva su tiempo, pero que permite que todo salga correctamente el día de la batalla”, comenta Pedro Martínez, vallecano de 49 años, “en el barrio de toda la vida”, sobre la carga de trabajo que representa el organizar la batalla naval de Vallecas, una fiesta que llega a congregar a más de 20.000 personas, con un marcado carácter social y de barrio, que dará comienzo este domingo, a partir de las 16:30, en la calle Peña Gorbea.

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