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Premio gordo para Baltar: de la Diputación de Ourense al Senado a toda velocidad
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SERÁ SENADOR DEL PP POR GALICIA

Premio gordo para Baltar: de la Diputación de Ourense al Senado a toda velocidad

El polémico dirigente gallego se ha recolocado como senador gallego por designación directa. Un puesto cómodo que lo blinda como aforado con un juicio pendiente por delito contra la seguridad vial

Foto: Los Baltar, padre e hijo, en la 'sucesión' al frente de la Diputación, en 2012. (EFE/Brais Lorenzo)
Los Baltar, padre e hijo, en la 'sucesión' al frente de la Diputación, en 2012. (EFE/Brais Lorenzo)

Una vez más, José Manuel Baltar Blanco (Ourense, 1967) ha dado pruebas de la astucia propia de su linaje. Con una maniobra, le da la vuelta al tablero para salir reforzado —y recompensado— de una situación política que se le había complicado, a 215 kilómetros por hora en el coche oficial por la A-52, pasando por Asturianos (Zamora) el 23 de abril. No fue la única vez que hizo saltar el radar en el mismo trayecto, que ya lo había cazado 54 minutos antes a 173 km/h en Allariz (Ourense). Significa que Baltar recorrió en 50 minutos un tramo de 140 kilómetros al volante de un Volkswagen con muchos caballos que pilotaba muy por encima del límite de la autovía, incurriendo en un delito contra la seguridad vial.

Hasta en dos ocasiones logró esquivar un juicio incómodo con la certeza del radar que lo cazó. "Fue un despiste", se justificó, con explicaciones peregrinas sobre qué hacía un domingo el presidente del PP ourensano en dirección Madrid en el coche oficial de la Diputación sin actos en la agenda pública. Exprimiendo los plazos y con dilaciones legales, consiguió llegar a las municipales del 28 de mayo sin haber sido juzgado y no compareció telemáticamente ante la jueza de Puebla de Sanabria hasta el 31 de mayo. Otra vez, la suerte cayó de su lado y la huelga de funcionarios aplazó una vista que todavía no se ha celebrado.

Foto: El líder provincial del Partido Popular en Ourense, Manuel Baltar. (EFE/Brais Lorenzo)

Con este rebumbio mediático y tras el pinchazo del PP de Baltar en la alcaldía de Ourense —que reconquistó su archienemigo Gonzalo Pérez Jácome—, la dirección del PP gallego lo forzó a renunciar a la presidencia de la Diputación ourensana antes de ir a votar el pasado domingo 23-J, pero no fue una concesión gratuita. A cambio, José Manuel Baltar ha logrado que el PP de Alfonso Rueda lo proponga como candidato al Senado por Galicia en designación directa junto con el regidor de Ferrol, José Manuel Rey Varela, la única de las siete ciudades gallegas en manos del PP.

La propuesta se oficializará este viernes 28 en un pleno extraordinario del Parlamento gallego, y tiene premio para Baltar hijo, que ya había solicitado su reingreso en el cuerpo de funcionarios de la Xunta al que pertenece. Como senador popular, José Manuel Baltar tendrá una retribución básica de 3.173,83 euros al mes en 14 pagas, además de dietas y otros complementos en función de los cargos o comisiones que integre en la Cámara Alta. Pero el premio del Senado le viene con la pedrea: la condición de aforado. ¿Qué implica? Que solo tendrá competencia para juzgarlo el Tribunal Supremo. Una protección extra para un político que ya ha tenido varios reveses con la Justicia, entre ellos, una investigación por presunto acoso sexual y cohecho que fue archivada y que Baltar calificó de "chantaje".

Fin a 33 años de 'dinastía'

Los Baltar, padre e hijo, han estado atornillados al mando de la provincia de Ourense durante 33 años ininterrumpidos de baltarismo. Juntos llevaron el timón de la Diputación provincial bajo las siglas del PP, con distintos estilos, pero abonando de nepotismo y clientelismo las tierras de una provincia rural, interior y envejecida que les reportó amplias mayorías en las urnas.

Foto: José Manuel Baltar. (EFE/J. Casares)

El primer Baltar, el genuino, fue José Luis Baltar Pumar, autodefinido como "cacique bueno". Presidente de la Diputación de 1987 a 2012, supo hacer de Ourense una máquina infalible de votos para el PP, elección tras elección. Políticamente incorrecto, solía meterse en muchos charcos de los que salía sin complejos ni mayores complicaciones hasta que en 2014, ya retirado de la vida pública, le llegó la condena: nueve años de inhabilitación por 104 contrataciones irregulares. Es decir, por enchufar a más de un centenar de afines en una institución pública que manejó como una empresa privada, generando cadenas de favores que retornaban en forma de votos.

Diez años antes, en 2004, amagó con hacerle agua al PP con una escisión del partido en Ourense —la rebelión del pisito, se llamó—. Armó bronca en la plácida mayoría absoluta de Manuel Fraga, que hizo sudar en frío a Mariano Rajoy; tampoco se arrugó ante Alberto Núñez Feijóo, que no pudo doblegarlo en años, y le abrió frentes en la guerra de los birretes versus boinas del PP gallego, que enfrentaba al sector más urbanita contra el rural y de la que los Baltar salieron triunfantes. Preparó él mismo su epílogo político —y hasta un homenaje al que asistió Mario Conde—, pero antes aupó a su hijo a la dirección del PP ourensano por encima del candidato oficialista de Feijóo: el exalcalde de Verín Jiménez Morán.

Después de 25 años mandando, Baltar padre había tejido la madeja necesaria para que su hijo heredase de sus propias manos el bastón de mando de la Diputación, la institución pública desde la que controlaron toda la provincia sin disimulo, dando y quitando subvenciones, poniendo y asfaltando caminos. Una sucesión digna de un serial. Tres décadas ininterrumpidas en una dinastía que el pasado 14 de junio llegó a su fin... en la Diputación. José Manuel Baltar Blanco todavía conserva la presidencia del PP de Ourense y de su boca, pese a las presiones internas, apuntan fuentes del Partido, no ha salido que no vaya a continuar al mando: ahora también como senador.

Una vez más, José Manuel Baltar Blanco (Ourense, 1967) ha dado pruebas de la astucia propia de su linaje. Con una maniobra, le da la vuelta al tablero para salir reforzado —y recompensado— de una situación política que se le había complicado, a 215 kilómetros por hora en el coche oficial por la A-52, pasando por Asturianos (Zamora) el 23 de abril. No fue la única vez que hizo saltar el radar en el mismo trayecto, que ya lo había cazado 54 minutos antes a 173 km/h en Allariz (Ourense). Significa que Baltar recorrió en 50 minutos un tramo de 140 kilómetros al volante de un Volkswagen con muchos caballos que pilotaba muy por encima del límite de la autovía, incurriendo en un delito contra la seguridad vial.

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