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Rueda se hace fuerte en el PP gallego a través de las diputaciones
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Consolida su posición

Rueda se hace fuerte en el PP gallego a través de las diputaciones

El sucesor de Feijóo sitúa a hombres de su máxima confianza en Ourense y Pontevedra, y da una puntilla casi definitiva al baltarismo

Foto: El presidente del PP de Galicia, Alfonso Rueda. (EFE/Kiko Delgado)
El presidente del PP de Galicia, Alfonso Rueda. (EFE/Kiko Delgado)
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Alfonso Rueda consolida su papel en el PP de Galicia de la forma más inesperada: a través de las nuevas diputaciones de Ourense y Pontevedra. En el primer caso, gracias a una carambola que le ha permitido acelerar el fin del baltarismo, la saga inaugurada hace 33 años por José Luis Baltar. Y, en Pontevedra, mediante la inesperada consecución de la Diputación y un movimiento de alcaldes que ha sentado en la presidencia a un dirigente de su máxima confianza. A la espera de que las urnas confirmen o desmientan su liderazgo en las próximas autonómicas, las municipales han dejado a Rueda con un control de las provincias —siempre cruciales— que ni siquiera llegó a ejercer Alberto Núñez Feijóo, su antecesor en la Xunta y en la presidencia del partido.

En el caso de Ourense, la operación mezcla suerte e intuición política en distintas proporciones. El todavía presidente de la Diputación en funciones, José Manuel Baltar, renunció a revalidar el cargo acuciado por el reelegido alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, de Democracia Ourensana, para despejar el único pacto posible que permitía amarrar la institución provincial. Jácome no quería a Baltar en la presidencia, y su retirada facilitó el acuerdo por el que DO y PP respetaron sus respectivas investiduras en Ayuntamiento y Diputación como partidos más votados. Queda por dilucidar el papel que jugará Baltar en la presidencia provincial del PP, a la que de momento no renuncia, pero la designación del candidato de Rueda, Luis Menor, para presidir la Diputación, ya confirmada, deja definitivamente a Baltar sin una herramienta fundamental para mantener su influencia.

Baltar pierde así la batalla por mantener el control de la Diputación de forma indirecta desde su despacho del PP de Ourense

Menor es una apuesta personal del líder del PP gallego, con el que coincidió cuando ejercía de jefe territorial en Ourense de una consellería, la de Presidencia, dirigida por Rueda, quien no tardaría en demostrar su confianza en él. En 2014, lo ascendió a director xeral de Emerxencias e Interior y de la Academia de Seguridade Pública de Galicia (AGASP). Su promoción a la presidencia de la Diputación, que se consumará el día 18, ha sido tan inesperada que llegó cuando ya había sido designado candidato al Senado para las generales del 23-J. Menor reforzó en las pasadas municipales su mayoría como alcalde de O Pereiro de Aguiar.

Baltar pierde así la batalla por mantener el control de la Diputación de forma indirecta desde su despacho del PP de Ourense, tal y como dejó entrever en recientes entrevistas, en las que también advertía que no entra en sus planes renunciar a la presidencia del partido en la provincia, como llegó a anunciar Rueda. Pero, incluso en el caso de que opte a la reelección, una posibilidad que ahora se antoja más lejana, su autoridad en la provincia será muy inferior a la ejercida por el clan familiar en estas tres décadas de baltarismo, ya sin influencia en palancas como las políticas de empleo de la Diputación o sus inversiones en los ayuntamientos. Menor, por su parte, ya ha anunciado que no renuncia a competir por la presidencia del PP de Ourense.

Es un escenario el del fin del baltarismo que Rueda no podía ni siquiera imaginar cuando encaró el pasado mayo sus primeras municipales al frente del PP gallego. Minar el poder de la saga familiar fue un sueño que no se permitió Manuel Fraga, que se consoló con una incómoda convivencia con los dirigentes orensanos, y por el que porfió sin éxito Feijóo, que vivió en esa provincia una de las mayores humillaciones de su carrera, cuando su candidato fracasó en el congreso provincial que consagró el relevo entre Baltar padre y Baltar hijo, en 2010. Esta vez, las exigencias de Jácome y una rápida jugada de la dirección regional permiten por fin aislar a un político muy tocado por su batalla a cara de perro con el alcalde de Ourense, dominada por la filtración de audios comprometedores a la prensa local, y por sucesos como el del radar que lo cazó a 215 por hora por autovía al volante de un coche oficial de la Diputación.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Ángel Medina G.)

El otro golpe que ha permitido consolidar la posición de Rueda tiene su epicentro en un pequeño ayuntamiento de la provincia de Pontevedra. Se trata de Rodeiro, en donde hasta 16 miembros de la lista del Partido Popular han tenido que dimitir para hacer concejal a Luis López —que cerraba la candidatura— y, desde ahí, lanzarlo a la Diputación de Pontevedra, donde ejerce de presidente desde este jueves. La operación, que deja al PP prácticamente sin representación en Rodeiro, ilustra con claridad hasta qué punto la consecución de la institución provincial fue una sorpresa para los populares, que carecían de un candidato a suceder a la socialista Carmela Silva. Y, como en Ourense, deja al mando de la Diputación a un hombre de Rueda, que apostó por López para sucederle en la dirección provincial de Pontevedra cuando él la abandonó para tomar el relevo de Feijóo.

También en este caso la fortuna se cruzó en el camino de Rueda para fortalecer su liderazgo, porque fue un movimiento soterrado de alcaldes y líderes locales del PP el que frustró la primera opción que se manejaba para la Diputación de Pontevedra. La idea ante el improbable logro de la presidencia, que parecía firmemente amarrada por los socialistas, pasaba por Marta Fernández Tapias, la candidata del PP a la Alcaldía de Vigo, que logró unos resultados discretos ante el todavía fuerte Abel Caballero. Precisamente esos escasos cinco concejales conseguidos y la fuerte aportación de diputados de otras zonas a la mayoría absoluta en la Diputación fueron los argumentos que manejaron los partidarios de Luis López.

Las autonómicas de 2024 serán su gran prueba de fuego, que todavía se le puede poner más de cara si su antecesor logra acceder a la Moncloa

Rueda acabó por ceder a las presiones, consagró al líder del PP provincial en la presidencia y dejó a Tapias como vicepresidenta —muy vinculada a las inversiones de la Diputación en Vigo—, una plataforma desde la que volverá a intentar el asalto a la alcaldía dentro de cuatro años. Pese a la estrecha relación entre Rueda y Tapias, el movimiento no resulta en absoluto incómodo para el líder del PP, que tiene en Luis López un dirigente de su máxima confianza.

Pese a los discretos resultados del PP de Galicia en los ayuntamientos, con la consecución de solo una de las siete principales alcaldías, la conquista de la Diputación de Pontevedra y el golpe al baltarismo dejan a Rueda en una situación inmejorable de cara a las autonómicas de 2024, las primeras en las que se presenta como candidato a presidir la Xunta. Será su gran prueba de fuego, que todavía se le puede poner más de cara si su antecesor logra el 23-J acceder a la Moncloa.

Alfonso Rueda consolida su papel en el PP de Galicia de la forma más inesperada: a través de las nuevas diputaciones de Ourense y Pontevedra. En el primer caso, gracias a una carambola que le ha permitido acelerar el fin del baltarismo, la saga inaugurada hace 33 años por José Luis Baltar. Y, en Pontevedra, mediante la inesperada consecución de la Diputación y un movimiento de alcaldes que ha sentado en la presidencia a un dirigente de su máxima confianza. A la espera de que las urnas confirmen o desmientan su liderazgo en las próximas autonómicas, las municipales han dejado a Rueda con un control de las provincias —siempre cruciales— que ni siquiera llegó a ejercer Alberto Núñez Feijóo, su antecesor en la Xunta y en la presidencia del partido.

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