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De Falconetti a Laureano Oubiña: los capos gallegos de la droga se jubilan en casa (o no se jubilan nunca)
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33 años de la operación Nécora

De Falconetti a Laureano Oubiña: los capos gallegos de la droga se jubilan en casa (o no se jubilan nunca)

Luis Falcón fue con su mujer a una verbena en su aldea y desencadenaron una tragedia. Laureano Oubiña distribuye su vino 'Antes muerto que chivato' mientras Marcial Dorado vive en A Illa. Sito Miñanco sigue en prisión por narcotráfico internacional

Foto: Operación Nécora: Oubiña, Miñanco y Charlin.
Operación Nécora: Oubiña, Miñanco y Charlin.

7 de mayo. Noche de verbena en la parroquia de San Miguel de Deiro, en Vilanova de Arousa (Pontevedra). Dos octogenarios ven la actuación de la París de Noia, la reina de las orquestas gallegas, desde el interior de un Smart automático con la mujer al volante. Perdió el control del minicoche y desencadenó una tragedia al arramblar con la carpa y herir a 18 personas, entre ellas un menor que aún se recupera de diez horas de cirugía abdominal.

No eran dos ancianos cualesquiera metiendo la marcha equivocada. Él, Luis Falcón Pérez, alias Falconetti, de la familia de los Chichos. Un histórico contrabandista de tabaco y narcotraficante con una condena de 12 años a sus espaldas en 1991 por un alijo de hachís en Euskadi, metido a promotor inmobiliario y hostelero en el boom del ladrillo.

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, y Borja Sémper en la pulpada de la Ascensión, en Compostela. Foto: EFE

Hoy es un enfermo crónico con problemas de movilidad, pero en aquel entonces, su abogado era Pablo Vioque, su vecino Terito Otero, y su socio, Manuel Carballo. Su mujer, Digna Díaz Oubiña, cuidadora, cómplice y conductora que a sus 81 años se enfrenta a varios delitos por imprudencia y daños. Los dos compartieron banquillo en 2012 acusados de blanquear 4,5 millones y se libraron por "contradicciones en las pruebas periciales".

placeholder Digna Díaz Oubiña, esposa de Falconetti ahora imputada por delitos de daños e imprudencia al volante. (EFE)
Digna Díaz Oubiña, esposa de Falconetti ahora imputada por delitos de daños e imprudencia al volante. (EFE)

Podría parecer otro capítulo de Fariña con tintes cómicos en la siempre inacabada historia del narcotráfico en las Rías Baixas, pero no lo fue. Que Luis Falcón, Falconetti, estuviese en la verbena no sorprende a casi nadie en la ría de Arousa. Lo sorprendente es la impunidad social de la que disfrutan él y otros antiguos capos de la droga en su Galicia natal, a la que todos fueron regresando para jubilarse (o no) tras encadenar condenas en cárceles de todo el territorio nacional.

Entre los históricos del contrabando y del narcotráfico gallego hay de todo. Los hay, como Los Charlines, un clan vengativo y ramificado en varias generaciones; los impulsivos y mediáticos como Laureano Oubiña, los discretos como Marcial Dorado o los irreductibles como Sito Miñanco. Geográficamente localizados en la Ría de Arousa, empezaron de contrabandistas con el Winston rubio de batea con la aquiescencia social y dinero negro reinvertido en verbenas y clubes de fútbol local hasta que transitaron al hachís, la heroína y la cocaína, que trajo la desgracia a millones de familias, entre ellas los hijos e hijas de sus propios vecinos de las Rías Baixas.

33 años de la operación Nécora

Este junio se cumplen 33 años desde el inicio de la Operación Nécora en 1990, que judicializó lo que era un secreto a voces: el narcotráfico en España con la ría de Arousa como cuartel general. El macrooperativo puso nombres y apellidos a los dueños de fastuosos pazos, patrones de planeadoras de última generación, clientes de concesionarios de lujo en un tiempo en el que fluían los fajos de billetes en bares y barras americanas, en medio de guerras silentes entre bandas y bandos de redes criminales que pasaron de contrabandistas de tabaco rubio de batea a traficantes de hachís, cocaína y heroína; drogas que consumieron a toda una generación en los ochenta y noventa y contra las que se levantó Carmen Avendaño, al frente de Érguete. Para el juicio de Falconetti, el primero de muchos en sentarse en el banquillo y romper con la impunidad judicial que habían tenido hasta entonces, la asociación fletó un bus y se plantaron en San Sebastián para hacerse oír.

Laureano Oubiña (Cambados, 1946) es otro de los nombres de la Operación Nécora que no necesita presentación. Se ha reinventado como autónomo con Perujito SL y comercializa sus propios vinos: Antes muerto que chivato y Rumbo Cero, tal y como él mismo relató en una entrevista reciente a El Ideal Gallego, en la que se queja amargamente de una pensión de 480 euros que no alcanza para casa, luz y agua. "No encuentro una mala cara o un mal gesto por mi tema", relata, aunque evita trabajar la ría de Arousa y distribuye personalmente por A Coruña y Lugo.

placeholder Laureano Oubiña delante del Pazo de Baión presentando sus memorias. (EFE)
Laureano Oubiña delante del Pazo de Baión presentando sus memorias. (EFE)

Hace cinco años, se dio el lujo de presentar en rueda de prensa la primera parte de sus memorias Oubiña: Toda la verdad, delante del mismísimo Pazo de Baión, —expropiado y reconvertido en bodega de Condes de Albarei— que fue el símbolo de la opulencia desmedida y del tren de vida con dinero negro del que disfrutaban Oubiña, su mujer, Esther Lago y su hijastro, David Pérez Lago, otro que también hizo un carrerón delictivo en el que fue implicando a sus exnovias y amantes en tramas muy oscuras. Oubiña tiene una marca de ropa, La Nécora, y un canal en YouTube donde va Desmontado Fariña por capítulos con el tirón de un youtuber sénior.

Otro condenado por narcotráfico en libertad con nombre propio e impunidad social es Marcial Dorado Baúlde (Cambados, 1950), que vive con discreción en su mansión de A Illa de Arousa. Dio el salto televisivo en prime time al protagonizar un capítulo de Lo de Évole en mayo del 2020 para dar su versión de la amistad que le unió durante años al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo —entonces director general de Correos— en veranos en lancha al sol en la década de los noventa sin coste electoral ni político para el presidente popular, que lo da por superado aunque las fotos —publicadas en 2013— siguen saltando a la arena política con regularidad.

Los narcos que no se jubilaron

En la cárcel sigue, por ahora, otro vecino de la ría de Arousa e histórico del narcotráfico: Sito Miñanco, José Ramón Prado Bugallo (Cambados, 1955) al que le queda por delante una larga condena en Dueñas (Palencia) tras su última detención en 2018. Lo arrestaron en calzoncillos en la cama en Algeciras, desde donde dirigía una red que movía cocaína por España, Holanda, Italia y Albania, haciendo del narcotráfico un oficio que excede la edad de jubilación.

Casi nonagenario, pero incombustible e irredento en sus actividades criminales, fue Manuel Charlin Gama, patriarca de todo un clan criminal: Los Charlines. Tan arraigado en su Vilanova natal que solo la cárcel lo apartó de dormir en su casa y de los bares de siempre. Salió en 2010 tras una condena de 20 años por varios delitos de tráfico de drogas, blanqueo e inducción al asesinato en los que también estaban mezclados su mujer, Josefa, y sus seis vástagos.

De vuelta a la ría de Arousa, ya con 77 años, lejos de escarmentar, volvió a las andadas y siguió engordando su historial policial. Tomaba el albariño en el bar Áncora, a pie de puerto, conducía sin puntos un Jaguar, aparcaba donde le daba la gana e insultaba y desobedecía a los agentes de la local cuando lo amonestaban. Su última intentona frustrada de seguir en el negocio de la droga la protagonizó en 2018, tratando de codearse con los narcos de Colombia que los echaron del negocio por falta de liquidez, señalan fuentes próximas a aquella investigación. Unos meses antes, unos encapuchados les dieron una paliza a él y a su primogénito, Melchor, en su propia casa, donde murió tras una caída el 1 de enero del 2022. Una larga vida de negocios turbios que exprimió hasta el final desde su Arousa natal, con un arraigo a la tierra que comparte con los que un día fueron sus socios y rivales en el intrincado negocio de la droga.

7 de mayo. Noche de verbena en la parroquia de San Miguel de Deiro, en Vilanova de Arousa (Pontevedra). Dos octogenarios ven la actuación de la París de Noia, la reina de las orquestas gallegas, desde el interior de un Smart automático con la mujer al volante. Perdió el control del minicoche y desencadenó una tragedia al arramblar con la carpa y herir a 18 personas, entre ellas un menor que aún se recupera de diez horas de cirugía abdominal.

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