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El futuro salto de Feijóo a la dirección nacional tensiona al PP de Galicia
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El futuro salto de Feijóo a la dirección nacional tensiona al PP de Galicia

Solo dos de los miembros del Gobierno están en disposición de tomar las riendas de la Xunta por ser diputados: los vicepresidentes Alfonso Rueda y Francisco Conde. La sucesión en el partido está mucho más abierta, sin pistas hasta la fecha

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira)
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira)
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Todo va muy rápido en el PP, incluso asuntos que llevaban 15 años en la nevera. La sucesión de Alberto Núñez Feijóo es un ejemplo. Desde que asumió la presidencia de los populares gallegos, en 2006, nada, ni una pista. Y de repente, la crisis de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso tiene al barón al borde de una decisión que lleva aplazando desde el primer día y de la que nunca ha trascendido el mínimo resquicio. En la sede del partido en Santiago y en el grupo parlamentario popular, la eventual salida de su presidente hacia Madrid ha elevado la tensión al máximo, ante la posibilidad muy real de una súbita apertura de la cuestión sucesoria e incluso de unas elecciones anticipadas.

La crisis en el Partido Popular lo ha cambiado todo y ha sorprendido a los populares gallegos con el pie cambiado. Así, la arraigada costumbre de hacer dimitir a los 'conselleiros' ha provocado que solo dos de los miembros del Gobierno estén en disposición de tomar las riendas de la Xunta. Son sus dos vicepresidentes, Alfonso Rueda y Francisco Conde. El primero, titular de Presidencia, Justicia y Turismo, siempre ha estado en las quinielas, mientras que el segundo —responsable de Economía, Empresa e Innovación— goza de una mayor confianza personal con el presidente. Pero ninguno de los dos genera entusiasmo, ni entre las bases ni en el propio Feijóo.

Foto: Feijóo. (EC Diseño)

Para abrir el melón de la sucesión en el partido, se deben dar dos requisitos. El primero, que Feijóo acepte el reto madrileño, que ya desechó en 2018. Esta vez, todo apunta a que dará el paso. El segundo, que abandone la presidencia de la Xunta, una condición que no es indispensable, ya que legalmente nada le impide compatibilizar las dos responsabilidades, pero en absoluto descartable, dada la enorme tarea de reconstrucción que se le plantea en la calle Génova. En ese caso, con él caería el Gobierno gallego en pleno, lo que le obligaría a buscar un sucesor al menos de transición en el grupo del Parlamento de Galicia, ya que el nuevo presidente deberá contar obligatoriamente con la condición de diputado. También podría optar por disolver la Cámara y convocar elecciones.

El laberinto que se le presenta al barón gallego, siempre en el caso de que acepte el reto de Génova, tiene muchas salidas, pero todas distintas a las que preveía, con su estilo personalista y presidencialista y su política de aplazar sin fecha cualquier gesto sucesorio. Lo expresó este martes gráficamente, al ser preguntado por la crisis de Génova: “Todos deben tomar decisiones, incluido yo”, dijo sobre su previsible asalto a la dirección nacional. El barón gallego se ha dejado querer en las últimas horas y todo está dispuesto para hacer las maletas, apoyado por el resto de dirigentes populares. "Tomaré la decisión en función de lo que el partido pida", añadió.

Entre las posibles opciones para su sucesión, no se descarta que opte por abrir un periodo de transición para lo que resta de legislatura y abordar con calma la elección del candidato de 2024. En ese caso, el reglamento del Parlamento y el Estatuto de Autonomía establecen que el presidente de la Cámara, Miguel Santalices, abriría una ronda de consultas con los portavoces de los distintos grupos para acabar proponiendo al diputado que le sugiera el PP.

Además de los vicepresidentes, tienen opciones el secretario general del PP de Galicia, Miguel Tellado, considerado más un hombre de partido que de gobierno, y el portavoz parlamentario, Pedro Puy, que siempre se ha descartado a sí mismo como sucesor. También están en las quinielas los presidentes provinciales del PP de Lugo, Elena Candia, y de A Coruña, Diego Calvo, al que según algunas informaciones Casado habría tratado de impulsar como sucesor transitorio de Teodoro García Egea en la secretaría general del PP nacional. En todo caso, la libertad de Feijóo para pilotar esa decisión está condicionada por el peso de los diputados populares de Ourense, entre los que su control es relativo.

Entre los diputados del Partido Popular no se descarta abrir un periodo de transición para lo que resta de legislatura

Feijóo podría también compatibilizar sus nuevas responsabilidades en Madrid con la presidencia del PP gallego, que renovó en el congreso de julio del pasado año. Si, por el contrario, optara por convocar un cónclave extraordinario, ese sería el escenario para la batalla de una sucesión más a largo plazo, con nombres vinculados a la etapa de Mariano Rajoy todavía al acecho. Entre ellos juega un papel fundamental el de la expresidenta del Congreso Ana Pastor, la favorita de amplios sectores del partido para la sucesión, pero alejada ahora de la posibilidad de reemplazar al actual presidente por carecer de la condición de diputada regional.

Posicionamientos

Tras un lunes de infarto, los 42 representantes del PP tenían cita este martes en el pleno del Parlamento, en el que el futuro de Feijóo eclipsó cualquier otra cuestión. La víspera fue una jornada de movimientos sutiles, con posicionamientos a través de las redes sociales de algunos de sus peones que permitieron confirmar hasta qué punto el presidente de la Xunta ha perdido la confianza en Pablo Casado. La oposición, mientras, dedicó igualmente el día a disparar contra las supuestas aspiraciones madrileñas de Feijóo, al que tanto socialistas como nacionalistas acusan de anteponer su futuro personal a las cuestiones que afectan a Galicia.

Foto: El presidente de la comunidad de Murcia, Fernando López Miras. (EFE/Marcial Guillén)

La sesión plenaria se inició en un ambiente de estupor, entre la opinión generalizada de que los acontecimientos se van a precipitar. En pocos días, y de forma inopinada, diputados de todos los partidos comparten la sensación de cambio de ciclo precisamente allí donde los ciclos son más largos. En las últimas tres décadas, en Galicia el PP solo ha conocido dos líderes, Manuel Fraga y Alberto Núñez Feijóo. Y otro tanto ocurre con la Xunta, salvo el breve paréntesis del bipartito (2005-2009). Fraga estuvo 15 años al frente del Gobierno, mientras que Feijóo, que cumplirá 13 en apenas dos meses, estaba llamado a romper ese récord en 2024, esta vez sin descartar la opción de volver a presentarse.

La baza de unas elecciones anticipadas es la más improbable de todas las opciones. Nada enturbiaría tanto la tarea de Feijóo al frente del PP nacional como unas elecciones en Galicia en las que su partido, acostumbrado a coleccionar mayorías absolutas, se expondría a verse fuera del Gobierno o a la necesidad de negociar con Vox.

Todo va muy rápido en el PP, incluso asuntos que llevaban 15 años en la nevera. La sucesión de Alberto Núñez Feijóo es un ejemplo. Desde que asumió la presidencia de los populares gallegos, en 2006, nada, ni una pista. Y de repente, la crisis de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso tiene al barón al borde de una decisión que lleva aplazando desde el primer día y de la que nunca ha trascendido el mínimo resquicio. En la sede del partido en Santiago y en el grupo parlamentario popular, la eventual salida de su presidente hacia Madrid ha elevado la tensión al máximo, ante la posibilidad muy real de una súbita apertura de la cuestión sucesoria e incluso de unas elecciones anticipadas.

Partido Popular (PP) Pablo Casado Alberto Núñez Feijóo Isabel Díaz Ayuso Teodoro García Egea
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