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La crisis de los microchips pone en jaque la producción de automóviles
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La crisis de los microchips pone en jaque la producción de automóviles

Pese al repunte de la demanda de automóviles, la crisis de los microchips ha provocado que en los tres primeros meses del año las 17 plantas de coches con sede en España ensamblaran 662.224 vehículos, un 12,5% menos en comparación con 2019

Foto: Una planta de automóviles. (EFE)
Una planta de automóviles. (EFE)

El efecto mariposa es algo muy parecido a lo que acaba de ocurrir en Vigo. Entre las incontables consecuencias de la pandemia, una muy conocida es el incremento del consumo de aparatos electrónicos, como móviles, televisiones o consolas para videojuegos. La demanda de microchips para hacer frente a su producción ha estrangulado el sector del automóvil, que también depende de ellos. Tras semanas de interrupciones intermitentes, la noche del jueves la planta viguesa de Stellantis decretó un paro indefinido por desabastecimiento. Se apagan las máquinas en la mayor fábrica española de vehículos en 2020, pero no será la única: el resto de las grandes realizan paradas: en el caso de Mercedes Benz de Vitoria, será igualmente indefinida a partir del día 25.

Aunque de forma indirecta, la crisis de los microchips ha acabado golpeando la industria del automóvil. Hasta los coches más básicos cuentan con procesadores para regular aspectos como la potencia del motor, mientras que los más nuevos incluyen hasta un centenar largo de microprocesadores. El desabastecimiento que afecta a sus proveedores se hizo insostenible esta semana, y la dirección de la planta viguesa —la antigua PSA Peugeot Citroën— confirmó que desde el pasado jueves cesaba la actividad debido a “circunstancias de fuerza mayor”. La producción quedará suspendida “hasta nuevo aviso”, aunque el comité de empresa no cuenta con reanudarla antes de que finalice mayo.

Foto: El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en una visita a una fábrica de Ford en el estado de Michigan. (Reuters)

En las últimas semanas, las paradas han sido habituales en la factoría viguesa, que cuenta con 7.500 trabajadores. Después de alrededor de 30 interrupciones, en los 10 días anteriores al paro indefinido apenas se produjeron jornadas de trabajo con normalidad. A principios de semana, el director de la planta, Ignacio Bueno, mantuvo una reunión con los representantes sindicales para informarles de la situación y confirmarles sus temores: que el escenario de “incertidumbre” se puede prolongar, con la previsión de que la situación más desfavorable se viva durante el primer semestre de este año.

Cuando los efectos de la falta de suministro comenzaron a obstaculizar la producción, la compañía negoció con los sindicatos un ERTE para hacer frente a los sucesivos paros que tiene vigencia hasta que finalice el año. Afecta a trabajadores fijos a tiempo completo que hayan agotado otros mecanismos de flexibilidad, como la adecuación de jornada o la bolsa de horas, por un máximo de 60 días. Con el paro, dejan de producirse en Vigo más de 2.300 coches al día.

El desabastecimiento de microchips avanzados tiene mucho que ver con un modelo de mercado que deja en manos de una sola empresa, la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), el 60% de la producción global, según datos de la consultora Bain & Company. Su capacidad de satisfacer la demanda se ha visto desbordada a partir de la pandemia, lo que ha provocado una escasez mundial que ha parado líneas de producción de todo tipo de productos, algunos con dependencia directa, como móviles y videoconsolas, y otros más insospechados, como neveras. En España, el sector automovilístico es uno de los más castigados.

“Alta actividad” entre mayo y julio

No todas las factorías de vehículos se han visto igualmente afectadas, ya que hay modelos con mayor dependencia tecnológica que otros, pero el golpe ha sido para todos. General Motors, Volkswagen, Honda o Nissan han solicitado ayudas y reducido la producción. Además, las expectativas al inicio de la pandemia de una caída en la demanda en el sector del automóvil provocaron que algunas compañías reservasen menos chips de los que finalmente necesitaron, pero la venta de coches se estaba recuperando. De hecho, la planta viguesa de Stellantis mantenía hasta ahora previsiones de “alta actividad” entre mayo y julio por una demanda mayor que la prevista, impulsada por modelos superventas como las furgonetas del proyecto K9 y el Peugeot 2008.

La antigua Citroën viguesa ha venido utilizando transportes aéreos urgentes desde Macedonia para abastecerse de microchips, pero el servicio se ha agotado. El comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, anunció que la Unión Europea está dispuesta a comprometer fondos “significativos” para aumentar la fabricación de semiconductores y poder respaldar así a la industria. En Galicia, el vicepresidente económico de la Xunta, Francisco Conde, también ha reconocido su preocupación por la situación de la factoría viguesa. “Tenemos que estar muy vigilantes, cerca de los sectores, para adelantarnos a las necesidades logísticas y financieras”, expresó.

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Cada vehículo que sale de la fábrica de Stellantis en Vigo utiliza en torno al centenar de microchips, que se incrustan en diferentes piezas y dispositivos de los coches. El método de producción se basa en la no acumulación de 'stocks' y el suministro a través de auxiliares, que suman en torno a 150 empresas de la zona, todas ellas con una dependencia muy directa de la antigua Citroën. Pero el desabastecimiento afecta a la mayoría de las proveedoras, que no pueden entregar a la factoría principal los diversos componentes. Antes de la suspensión total, la planta ajustaba diariamente su actividad en función de la disponibilidad de esos componentes, una estrategia que ya no se pudo mantener ante el agravamiento de la situación.

Pese al repunte de la demanda de automóviles, la crisis de los microchips ha provocado que en los tres primeros meses del año las 17 plantas de coches con sede en España ensamblaran 662.224 vehículos, un 12,5% menos en comparación con 2019.

El efecto mariposa es algo muy parecido a lo que acaba de ocurrir en Vigo. Entre las incontables consecuencias de la pandemia, una muy conocida es el incremento del consumo de aparatos electrónicos, como móviles, televisiones o consolas para videojuegos. La demanda de microchips para hacer frente a su producción ha estrangulado el sector del automóvil, que también depende de ellos. Tras semanas de interrupciones intermitentes, la noche del jueves la planta viguesa de Stellantis decretó un paro indefinido por desabastecimiento. Se apagan las máquinas en la mayor fábrica española de vehículos en 2020, pero no será la única: el resto de las grandes realizan paradas: en el caso de Mercedes Benz de Vitoria, será igualmente indefinida a partir del día 25.

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