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Mariscadas en casas particulares: la última amenaza para la hostelería gallega
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Mariscadas en casas particulares: la última amenaza para la hostelería gallega

Los restauradores ven con recelo la llegada de la economía colaborativa a plataformas que ponen en contacto a usuarios con cocineros aficionados

Foto: Maestros cocineros gallegos, en una presentación gastronómica de mejillones en salsa de albariño. (EFE)
Maestros cocineros gallegos, en una presentación gastronómica de mejillones en salsa de albariño. (EFE)

La economía colaborativa, la que tiene en pie de guerra al sector del taxi con Uber o Cabify y a los hoteles con Airbnb, llega también a la cocina, para disgusto de los restauradores. En Galicia ya es posible disfrutar de una buena mariscada en una casa particular, gracias a plataformas que ponen en contacto a cocineros aficionados con potenciales clientes. El fenómeno, aún incipiente, ha puesto alerta al sector de la hostelería, entre los que se escuchan ya argumentos similares a los de los taxistas en su lucha contra las licencias VTC. Intrusismo, economía sumergida, competencia desleal… Plataformas como Chefly, Eatwith o Linkinfood tienen la culpa.

En Galicia el marisco es el rey de la mesa, y por ahí encuentran las webs colaborativas una brecha por la que colarse, sobre todo entre los turistas, pero hay de todo, aunque incipiente: comida japonesa, tradicional, repostería… No solo para abrir la puerta de la casa de los anfitriones, también para servirla a domicilio. Se verá con el tiempo si el fenómeno alcanza las dimensiones de Blablacar o Airbnb, pero de momento los restauradores le ven las orejas al lobo. “Esto de la denominada economía colaborativa esconde muchas veces competencia desleal, estamos alerta”, admite el presidente de la Federación Provincial de Hostelería de Pontevedra (Feprohos), César Sánchez-Ballesteros.

En Galicia el marisco es el rey de la mesa, y por ahí encuentran las webs colaborativas una brecha por la que colarse, sobre todo entre los turistas

La razón de la desconfianza tiene que ver, más que con la competencia en sí, con las distintas condiciones que rigen en ese movimiento que gira en torno a las nuevas tecnologías. “La normativa suele ir muy por detrás de la tecnología, como se ha visto en numerosas ocasiones. Los que tenemos un restaurante tenemos que pagar impuestos y cumplir con un sinfín de condiciones que afectan a la trazabilidad de los productos, a las condiciones sanitarias, a los análisis que tenemos que realizar. Si alguien ofrece lo mismo que nosotros pero sin ni siquiera darse de alta como autónomo o sin cumplir las mismas exigencias, está claramente jugando con ventaja”, advierte Sánchez.

Eatwith, fundada en 2012, ofrece por ejemplo para la semana próxima en Galicia cinco menús distintos de cuatro anfitriones: tres de ellos de A Coruña o sus inmediaciones y otro en Lugo. La oferta varía, y va desde una mariscada a un 'brunch' urbano, pasando por cocina gallega tradicional, sushi o un “paladear romántico”, que incluye tarta de puerros, risotto de bogavante y tarta de ciruelas.

Sánchez- Ballesteros: "Si alguien ofrece lo mismo que nosotros pero sin ni siquiera darse de alta como autónomo, está claramente jugando con ventaja"

Por apenas 30 euros, se puede cenar en Lugo crema de marisco, pastel de merluza gallega, langostinos en cama de sal y postres caseros, todo ello con Albariño y otras bebidas. El perfil de los anfitriones los describe como “amantes” de su tierra y de la naturaleza. Y el evento que proponen es una perfecta descripción de la filosofía de este nuevo tipo de webs y aplicaciones: “Nos encanta recibir a nuestros amigos en casa, invitarles a comer y que, a la vez, disfrutemos juntos de una maravillosa velada, acompañados de una acogedora chimenea de leña en invierno o disfrutar de la terraza en verano”.

placeholder Almejas y navajas son algunos de los platos que se ofrecen en Eatwith.
Almejas y navajas son algunos de los platos que se ofrecen en Eatwith.

En el caso de Eatwtih, los pagos son efectuados a través de la plataforma y la empresa se queda con el 15% de cada transacción. Menor es el porcentaje de Linkinfood, que se vende a sí misma como un Blablacar del táper, una especie de red social en la que se crea un vínculo entre el supuesto excedente de quienes cocinan en abundancia y quienes quieren acceden a esas sobras, que disfrutan así de cocina casera “rápida y económica”. Ahí la parte que se queda la plataforma es del 10%. En este caso, los cocineros ofrecen solo comida, y no el lugar donde saborearla, y el precio está establecido en un máximo de tres euros por un recipiente de 750 mililitros, una tarifa con la que los restauradores tienen muy difícil competir.

“No nos oponemos a que alguien a quien le gusta por ejemplo la repostería se dedique a vender una magdalenas como 'hobby'; el problema es cuando se convierte en una fuente de ingresos importante, prácticamente en una profesión”, advierten los hosteleros de Pontevedra. “Entonces deriva en un vale todo, y el sector se resiente”. César Sánchez reconoce que de momento es un fenómeno que no ha dañado al sector, pero sabe del crecimiento que a veces experimentan este tipo de aplicaciones, lo que las convierte en un poderoso enemigo potencial. Creada por un malagueño, Linkinfood cuenta con unos 500 cocineros registrados, pero su previsión es alcanzar los 2.000 en dos meses. Y establecerá además una opción Gourmet para platos más elaborados y con un coste superior.

placeholder Paella de marisco ofertada en Chefly.
Paella de marisco ofertada en Chefly.

Chefly es otra de las plataformas que ponen en contacto a cocineros con comensales, aunque el comedor corre a cargo del cliente. “Soy ama de casa por obligación y he encontrado en la cocina mi refugio. Me encanta la repostería, pero hago cualquier plato de comida sano y barato”, escribe en su perfil Concha, una de las cocineras que la web ofrece en la zona de Vigo. Los restauradores ven con recelo este tipo de mensajes, porque “quien de verdad está ganando dinero es el dueño de la plataforma, no el aficionado a la cocina. Como director de un hotel, Sánchez sabe bien cómo han modificado el ecosistema plataformas como Booking, a la que en su día saludaron todos los centros hoteleros con entusiasmo y del que hoy depende “entre el 30% y el 40% de la facturación”. Pero que ya no se queda con una comisión del 5% como al principio, sino “hasta cinco veces más”.

Los hosteleros dudan que se pueda definir este tipo de plataformas como colaborativas. "No jugamos todos con las mismas reglas"

Chefly, que vende “chefs independientes”, ofrece en Galicia principalmente postres, pero también tortilla casera, fabada asturiana, mejillones a la vinagreta y por supuesto marisco. Una tortilla de bacalao en Novia puede salir por 16 euros por persona, y un arroz con bogavante en 25 euros por comensal, con un 20% de suplemento si se cocina a domicilio.

Los hosteleros dudan que se pueda definir este tipo de plataformas como colaborativas. “No es un intercambio, no jugamos todos con las mismas reglas. Si son dos no pasa nada, pero ya sabemos que si la competencia desleal permite a unos tirar los precios, en el futuro serán más”, advierte Sánchez, que añade: “La economía colaborativa es un concepto muy bonito, pero no puede valer todo”.

La economía colaborativa, la que tiene en pie de guerra al sector del taxi con Uber o Cabify y a los hoteles con Airbnb, llega también a la cocina, para disgusto de los restauradores. En Galicia ya es posible disfrutar de una buena mariscada en una casa particular, gracias a plataformas que ponen en contacto a cocineros aficionados con potenciales clientes. El fenómeno, aún incipiente, ha puesto alerta al sector de la hostelería, entre los que se escuchan ya argumentos similares a los de los taxistas en su lucha contra las licencias VTC. Intrusismo, economía sumergida, competencia desleal… Plataformas como Chefly, Eatwith o Linkinfood tienen la culpa.

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