Chapuza de 200 millones en Galicia: la autovía que cierra un mes al año por niebla
Fomento no logra atajar los cortes de hasta cinco días consecutivos por escasa visibilidad en un tramo de la A-8 en Lugo en el que invirtió 200 millones de euros
A lo largo de los últimos días, la A-8 —a su paso por el alto de O Fiouco debido a la densísima niebla que impedía la visibilidad— ha sufrido varios cierres al tráfico, algunos de ellos de más de 24 horas. Es una semana cualquiera en la Autopista del Cantábrico en el fatídico tramo Mondoñedo-Careira, en la provincia de Lugo, en el que el Ministerio de Fomento gastó casi 200 millones de euros sin tener en cuenta que buena parte de sus 22 kilómetros transcurren literalmente entre las nubes, a casi 700 metros sobre el nivel del mar. Desde su inauguración, la autopista ha permanecido cerrada una media de 35 días al año, con cortes que se prolongan hasta cinco días consecutivos.
Una nube negra se veía a lo lejos, encima de la montaña, aquel 3 de febrero de 2014 en el que la entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, cortaron la cinta del que era el último tramo pendiente de la A-8 en suelo gallego, para poner fin a una década de obras y a un puñado de aplazamientos sobre el calendario previsto. Galicia quedaba definitivamente conectada por autopista con Asturias, Cantabria y el País Vasco. En su discurso, Pastor, muy solemne, erigía las infraestructuras en “quinto pilar del Estado del bienestar”, mientras Feijóo parafraseaba a Francisco Álvarez Cascos —impulsor del proyecto en 2004— para destacar que son obras “para tenaces, no para impacientes”. Pero para tenacidad la de la nube que se posaba sobre el alto de O Fiouco, que no tardaría en ridiculizar tanta pompa.
Los registros oficiales del ministerio señalan que entre octubre de 2015 y el mismo mes de 2016, la Transcantábrica permaneció cerrada al tráfico durante 34 días: un total de 835 horas. Y desde septiembre de 2014 a diciembre pasado, 1.772 horas, lo que suma casi 74 días. Cuando la niebla cae densa sobre esta zona y la visibilidad es inferior a 40 metros, Tráfico cierra el vial y desvía el tráfico por la vieja N-634 (Irún-Santiago), un auténtico carrusel de curvas entre Mondoñedo y A Xesta (Abadín), señalizado con una inacabable línea continua que impide los adelantamientos.
El primer gran accidente en la A-8, el que encendió todas las alarmas y llevó a las noticias lo que los conductores padecían en silencio, ocurrió apenas cinco meses después de la inauguración. El 26 de julio de 2014, y en medio de una espesa niebla, un accidente múltiple en Abadín en el que se vieron implicados medio centenar de vehículos, entre ellos tres camiones, provocó un muerto y 49 heridos. Dos coches chocaron y los demás no pudieron hacer nada para evitar el impacto, en medio de una visibilidad prácticamente nula. No era el primer accidente provocado por la niebla, pero sí el más grave, y el que puso encima de la mesa de la ministra un problema que Fomento todavía no ha acertado a resolver.
Las mil ideas contra la niebla
Y eso que lo ha intentado. Para hacer frente a la chapuza, el ministerio ha tratado de darle sentido a la obra con otra complementaria que haga frente a la niebla. Suena a una lucha desigual entre el hombre y la naturaleza, pero la batalla es remunerada y 26 empresas, entre ellas gigantes como Sacyr, Acciona, OHL o San José, presentaron sus ideas en la consulta preliminar convocada en 2015 por el ministerio. Las supuestas soluciones van desde un sistema de calefacción por rayos infrarrojos a otro de precipitación de lluvia con aspersores de productos higroscópicos, como cloruro cálcico o CO2 líquido. Todas las propuestas aguardan a que el ministerio encuentre fondos con los que afrontar unos prototipos con posibilidades de éxito solo relativas. Las últimas noticias desde el ministerio de Íñigo de la Serna apuntan a acudir a los fondos Feder. Pero los meses siguen pasando, para desesperación de los usuarios.
Quienes mejor supieron entender la inviabilidad de la autovía fueron los operarios que trabajaron sobre el terreno en su construcción. “La mayor parte de los días no eran capaces de distinguirse a pocos metros de distancia”, denunciaba el entonces alcalde de Mondoñedo, el nacionalista Orlando Vázquez. Él y otros regidores de la zona, como los de Pastoriza, Riotorto y A Pontenova, protagonizaron una protesta con sus vecinos ante Ana Pastor el día de la inauguración. Reclamaban accesos a sus respectivos municipios, pero también alertaban de los problemas de visibilidad. “Nos dijeron que los sistemas antiniebla son de última tecnología y que serían suficientes, pero la realidad dice lo contrario”, denuncia. Así lo certifican algunos testigos de aquel accidente de julio de 2014. “No se veían ni las balizas antiniebla”, relataba uno de ellos.
La niebla en el alto de O Fiouco no es solo consecuencia de la altitud. Se produce sobre todo en primavera y en verano, cuando las altas presiones provocan un viento del noroeste que llega cargado de la humedad del Cantábrico. El aire choca contra las montañas de la Marina Central para convertirse en una densa niebla que dificulta el tráfico, cuando no lo impide directamente. Ningún estudio realizado por Fomento detectó el problema. Y si lo hizo, pasó por la trituradora o duerme en un cajón.
De momento, Tráfico abre y cierra el tramo
Todo lo que ha podido hacer Tráfico hasta la fecha es implantar un sistema automatizado que permite cerrar y abrir el tramo desde el Centro de Gestión de Tráfico del Noroeste, ubicado en A Coruña. El modelo, implantado el pasado 15 de diciembre, facilita que se gestione el paso en la autovía con celeridad en cuanto la visibilidad se reduce a 40 metros y cuando se recupera la normalidad, con lo que se calcula que las horas en las que se verá inutilizado el tramo de la A-8 se reducirán a la mitad. El cierre se hace sin barreras, por lo que queda a expensas de que los conductores observen el semáforo en rojo que alerta de la clausura.
Mientras tanto, las empresas que presentaron sus ideas para luchar contra la niebla esperan que llegue el momento de probarlas. La lista incluye sistemas realmente creativos, como la pulverización de una solución altamente salina desde vehículos o estaciones, la eliminación de la niebla por cubrimiento y gradiente térmico en un falso túnel o la instalación de un techado de metacrilato sobre un muro de piedra. También se planteó afrontar la niebla con calentamiento de aire, agua, vapor o mezcla de gases. Y hubo quien abogó por crear “estaciones de climatización” que enfríen el aire, para luego calentarlo hasta la temperatura ambiente, “mientras dos estructuras laterales generan un túnel virtual con ventiladores del tipo 'jet', para garantizar que el aire tratado se distribuye por la calzada”.
La consulta se realizó en julio de 2015. Un año después de que se cerrara el plazo para presentar las ideas, Fomento no se ha decantado por ninguna. El ministerio argumenta que está tramitando un convenio con el de Economía para financiar los prototipos con cargo a fondos europeos Feder. Mientras tanto, los 8.000 vehículos que transitan a diario por ese tramo de la A-8 cruzan los dedos para que la niebla no se cruce en su camino.
A lo largo de los últimos días, la A-8 —a su paso por el alto de O Fiouco debido a la densísima niebla que impedía la visibilidad— ha sufrido varios cierres al tráfico, algunos de ellos de más de 24 horas. Es una semana cualquiera en la Autopista del Cantábrico en el fatídico tramo Mondoñedo-Careira, en la provincia de Lugo, en el que el Ministerio de Fomento gastó casi 200 millones de euros sin tener en cuenta que buena parte de sus 22 kilómetros transcurren literalmente entre las nubes, a casi 700 metros sobre el nivel del mar. Desde su inauguración, la autopista ha permanecido cerrada una media de 35 días al año, con cortes que se prolongan hasta cinco días consecutivos.
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