Un tercio de las playas perdidas por el puerto de Valencia sigue sin regenerarse pese al aporte de Costas

Las obras de regeneración de las playas del sur del Valencia, ejecutada por la Dirección General de Costas del Ministerio de Transición Ecológica, han servido para recuperar una parte de los arenales perdidos en las últimas décadas, aunque la franja está todavía lejos del volumen que tenían en los años 90 del siglo pasado. Un estudio publicado en la revista Urban Science por el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva (ICBiBE), de la Universitat de València, revela que los trabajos de rehabilitación, con un coste de 28 millones de euros, han permitido mejorar la superficie de playas hasta las 112 hectáreas. Pero esa extensión de costa está aún un 34% por debajo de las 170 ha que llegaron a ocupar antes de que comenzasen las grandes ampliaciones del puerto de Valencia, que el informe señala como principales causantes de la degradación de estos espacios naturales por su impacto sobre las corrientes marinas norte-sur y el transporte de sedimentos, lo que se conoce como efecto sombra.

El estudio de investigación ha analizado la evolución de los arenales de Pinedo, El Saler y la Garrofera, hasta la llamada Gola de Pujol. Son los tramos de arena y dunas que ejercen además de restinga con el parque natural de la Devesa de El Saler y la laguna de agua dulce de la Albufera.

El trabajo de campo se ha desarrollado empleando imágenes de satélite (Landsat 5, Landsat 8 y Sentinel-2), de la Agencia Espacial Europea. Es la misma tecnología que se utiliza para observar la evolución de los desiertos. La teledetección a partir de esas imágenes ha llevado a los investigadores a concluir que el impacto sobre los aportes naturales derivados de las sucesivas extensiones portuarias provocó un fuerte retroceso de la franja costera, desde las 170 hectáreas a apenas 43 en el año 2022.

La regresión fue mucho más rápida y notable a partir de los años 2012 y 2013 coincidiendo con la finalización de las obras del dique de abrigo de la ampliación norte del puerto y "una disminución de las actividades de rehabilitación" realizadas en la zona. Ese dique, cuyo coste ascendió a 200 millones de euros financiados en parte con fondos europeos, se construyó en paralelo a la apertura de una bocana en la dársena interior del puerto, con el fin de acoger a los barcos deportivos y de recreo de la America's Cup. Una vez delimitado el nuevo espacio ganado al mar, los tres tramos analizados de playa, que se extienden sobre una línea de unos ocho kilómetros, perdieron hasta 90 hectáreas de playa en menos de una década, desvela el trabajo de campo.

La culminación de las obras de la ampliación norte, que implican el relleno de láminas del agua en la dársena generada por el nuevo dique, fue autorizada por el Consejo de Ministros el pasado 19 de diciembre. La Autoridad Portuaria de Valencia (APV) ha licitado el contrato de las obras que corresponden al organismo autónomo, presupuestadas en 656 millones de euros. El concesionario virtual de la nueva terminal, una filial del gigante naviero MSC, Terminal Investment Limited, prevé invertir otros 1.500 millones de euros en la mecanización y adecuación de los muelles para la carga y descarga de los buques y la gestión logística. Una vez instalada toda su nueva capacidad, el puerto de Valencia podrá estibar 10 millones de contenedores al año, el doble de su actividad máxima a actual.

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Sin embargo, ese progresivo crecimiento de la actividad portuaria ha tenido un coste ambiental. La Declaración de Impacto Ambiental de 2007 que dio luz verde a la última ampliación ya recoge los posibles efectos adversos y la necesidad de aplicar medidas correctoras. Los colectivos vecinales y ecologistas contrarios al proyecto incluso cuestionan la validez de esa DIA, después de que se hayan introducido modificaciones en el proyecto original de la terminal norte. Reclaman una nueva evaluación ambiental en un conflicto que se está dirimiendo en los tribunales.

No fue hasta octubre del año pasado que la Dirección General de Costas inició un ambicioso proyecto de recuperación en el que la Autoridad Portuaria de Valencia apenas contribuyó económicamente, pese a asegurar que disponía de una provisión de fondos de tres millones de euros para cofinanciar esas tareas. El estudio de Instituto Cavanilles revela "resultados alentadores en los esfuerzos de rehabilitación", y explica que la construcción de un dique al sur de las playas de El Saler, en la Gola de Pujol, ha permitido que crezcan los depósitos de arena. Sin embargo, no se ha compensado toda la regresión, que sigue un tercio por detrás del volumen de arenales de 1990. Colectivos vecinales y alcaldes de poblaciones al sur de la Gola de Pujol, desde el Perellonet o Mareny de Barraquetes hasta la playa del Dosel del Cullera, advierten que también están sufriendo un estrechamiento de su franja de arenales y dunas.

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"A pesar de los esfuerzos de reposición de arena y rehabilitación realizados hasta la fecha, el proceso no está completo. Se pretende seguir revegetando las dunas mediante la reintroducción de vegetación dunar autóctona, estrategia implementada con éxito en iniciativas anteriores como LIFE Juniper y LIFE Dune. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, a medida que actúan las mareas y se producen tormentas, es probable que la arena depositada se vaya eliminando progresivamente", advierten los investigadores de la Universitat de València.

Para una recuperación completa y efectiva, sería "imprescindible" plantearse un cambio integral en la ordenación y gestión territorial de la zona, añade el trabajo científico. "La propuesta de un Plan de Acción Territorial Litoral, de conformidad con el artículo 16 del Decreto Legislativo 1/2021 será crucial para garantizar una adecuada ordenación territorial. Este plan debe reducir significativamente la presión humana sobre el territorio, limitar el impacto de la masificación turística y considerar no sólo aspectos socioeconómicos, sino también consideraciones ambientales, como escenarios de cambio climático, biodiversidad y, sobre todo, la participación activa de la comunidad local en el proceso de toma de decisiones", abunda.