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Los veterinarios están deprimidos: "Eutanasiamos' perros que conocemos desde cachorros"
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FATIGA POR COMPASIÓN

Los veterinarios están deprimidos: "Eutanasiamos' perros que conocemos desde cachorros"

Un estudio revela que casi la mitad de los sanitarios de animales admite problemas de salud mental. La llamada fatiga por compasión, estrés y bajos salarios explican la ansiedad profesional

Foto: Veterinarios operan a un perro. (EFE/Luis Eduardo Noriega)
Veterinarios operan a un perro. (EFE/Luis Eduardo Noriega)

Fue hace algunas semanas. Fernando, veterinario en una clínica de Valencia, diagnosticó una leishmaniosis avanzada a un perro. El animal venía mal, pero planteó a su propietario, su "tutor", como prefiere llamarlo él, un tratamiento con inyecciones diarias y una serie de cuidados para cronificar la enfermedad y dotar de cierta calidad de vida a la mascota. El cliente le dijo que no podía (o no quería) asumir el compromiso económico y el ritmo de cuidados. Fernando no ha vuelto a ver al perro. Emma, propietaria de un hospital veterinario en Bétera (Valencia), relata un caso de similar impacto emocional. La semana pasada eutanasiaron (así lo denominan ambos, aunque la RAE no reconoce la forma verbal del sustantivo eutanasia) a una yorkshire terrier a la que habían tratado durante 17 años, una esperanza de vida muy alta para un perro. "Tenía un fallo renal y problemas neurológicos graves. Ha tenido una buena vida porque sus dueños la han cuidado mucho. Todas las personas del equipo conocíamos al animal. A esos tutores los conozco desde hace 17 años. He visto a su dueña embarazada venir con la perra y a la hija que tuvo venir con la perra. Ese día estás muy triste", explica.

Tanto Fernando como Emma han vivido experiencias susceptibles de impactar en su salud mental y emocional. Se llama fatiga por compasión, un síndrome común entre personal sanitario o de los cuidados de personas, pero que prolifera especialmente en el caso de los veterinarios por la menor esperanza de vida de las mascotas y los mayores vínculos con los animales por el modelo de atención, a través de clínicas que terminan siendo lugar de paso habitual de los "pacientes".

Casi la mitad de estos profesionales presenta síntomas de ansiedad, según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) encargado por el Congreso de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (Avepa), dentro de un proyecto que ha bautizado Calidad de Vida. Hasta un 20% de los veterinarios muestra signos sugestivos de depresión; un 38% califica como "malo o regular" su estado de salud (físico) y un 47% adjetiva de igual forma su salud mental.

Foto: Foto: iStock.

El estudio se dio a conocer hace unos días en el seno del Colegio de Veterinarios de Valencia (ICOVV) y Fernando y Emma se vieron automáticamente identificados. Los resultados son "demoledores", dice María Vitoria, secretaria del Colegio. Dos de cada diez encuestados ha pensado en abandonar la profesión en los últimos doce meses, señala el trabajo sociológico sobre una muestra sectorial en la que han participado más 2.000 veterinarios y auxiliares técnicos veterinarios, de los cuales 1.261 completaron todo el trabajo de campo. "Es uno de los estudios más ambiciosos realizado en esta materia en España", señalan desde Avepa.

placeholder Fernando, veterinario en Valencia, con un gato 'paciente' de la clínica donde trabaja.  (Cedida)
Fernando, veterinario en Valencia, con un gato 'paciente' de la clínica donde trabaja. (Cedida)

Según este estudio, la exposición frecuente al sufrimiento, a la muerte y al duelo, a veces, pero también a la crueldad y el trato no responsable con los animales en otras tantas, unido a las dificultades financieras que en muchas ocasiones se dan para asumir el coste de los tratamientos, expone constantemente al veterinario a dilemas éticos. Estos hechos, unidos a la propia "cultura de entrega y de sacrificio vocacional" alentada por la propia profesión, "son factores de riesgo que alimentan ese concepto de fatiga por compasión que tanto afecta al veterinario", expone Jaume Fatjó, codirector del proyecto y veterinario-etólogo especializado en comportamiento animal. Fatjó trabaja en el Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal de la UAB.

"El día que te toca eutanasiar un perro con el que has tratado desde cachorro y con esa familia que conoces es especialmente complicado", expone Emma, cuyo hospital veterinario, Les Alfàbegues, lleva 20 años prestando servicio en Bétera. "En algún momento todos vivimos situaciones que queman. Tenemos que tener conversaciones difíciles con los dueños, ahora tutores, por patologías que no podemos llegar a curar. Esto genera frustración. A veces la gente no llega a entenderlo y nos genera muchos conflictos. Nos sentimos mal porque nos gustaría salvarlos a todos, para eso somos veterinarios", señala esta profesional. "Mucha gente no nos entiende. Es verdad que somos muy endogámicos. Pero si comprendes que lo que entran en juego son sentimientos, entonces se ve más claro. No conozco a ningún veterinario al que no le gusten los animales".

Foto: Una chica con su perro en el sofá (iStock)

"Lo nuestro es muy vocacional y esto es un arma de doble de filo porque a veces, aunque quieras, no puedes curar o las soluciones que planteamos el cliente no puede o no quiere asumirlas. Esto es algo que nos vamos comiendo y al final es normal que a veces explotes. Esas cosas te van quemando", dice Fernando.

Fatjó recomienda a las facultades de veterinaria incluir en sus temarios asignaturas sobre cómo afrontar estas situaciones emocionales. El Colegio de Valencia (ICOVV) mantiene desde hace años un programa que facilita a los colegiados una primera consulta gratuita con un gabinete psicológico especializado.

placeholder Emma, veterinaria, con uno de sus 'pacientes'. (Cedida)
Emma, veterinaria, con uno de sus 'pacientes'. (Cedida)

El colegio valenciano quiere ampliar este plan y se plantea crear redes de atención formadas por colegiados con experiencia en este terreno para así detectar antes, prevenir y encauzar mejor las situaciones que se puedan plantear. Este es uno de los objetivos de la certificación Avepa-Vetbonds, que dedica uno de sus módulos a la prevención de la fatiga por compasión. Los profesionales con esta certificación constituirían una primera línea de intervención para visibilizar el problema, poner en marcha estrategias preventivas y facilitar el acceso de los afectados a profesionales de la salud mental.

Condiciones laborales

Otro factor que influye en el estado emocional de la profesión veterinaria, con más de 36.000 colegiados en toda España, es el de las condiciones laborales. Emma admite que en el ámbito de la veterinaria clínica a veces cuesta encontrar profesionales. "Hay mucha gente licenciada. Pero a veces las expectativas que se tienen no son las que ofrece el mercado. No es solamente una cuestión del salario. También de horarios, de urgencias por la noche…".

Un 70% de los encuestados por Avepa admite que al menos dos o tres días por semana trabaja más horas que las convenidas, y en el 83% de los casos sin recibir ninguna compensación económica. El mismo porcentaje advierte, además, de que cada día o varias veces por semana dedica parte de su tiempo libre a tareas vinculadas a su profesión.

"Un 70% de los encuestados por Avepa admite que al menos dos o tres días por semana trabaja más horas que las convenidas"

El BOE publicó el pasado mes de octubre el segundo convenio colectivo sectorial para centros y servicios veterinarios, con efecto retroactivo a 1 de enero de 2023. El documento contempla subidas salariales y una reducción de las horas de disponibilidad, además de algunas mejoras en los complementos de carrera profesional y otras cuestiones. Sin embargo, Fernando sostiene que hay clínicas que todavía no lo aplican, lo que supone "un factor de estrés adicional".

"España está por debajo de los salarios del entorno europeo. Mucha gente piensa que el del veterinario es un negocio redondo porque va a una clínica y le cobran 80 euros por una analítica. Pero estos no es así. No se factura tanto como en otros países y se trabaja con márgenes muy ajustados", expone. Aun así, recomienda a sus compañeros exigir el cumplimiento del convenio en sus empleos.

Fue hace algunas semanas. Fernando, veterinario en una clínica de Valencia, diagnosticó una leishmaniosis avanzada a un perro. El animal venía mal, pero planteó a su propietario, su "tutor", como prefiere llamarlo él, un tratamiento con inyecciones diarias y una serie de cuidados para cronificar la enfermedad y dotar de cierta calidad de vida a la mascota. El cliente le dijo que no podía (o no quería) asumir el compromiso económico y el ritmo de cuidados. Fernando no ha vuelto a ver al perro. Emma, propietaria de un hospital veterinario en Bétera (Valencia), relata un caso de similar impacto emocional. La semana pasada eutanasiaron (así lo denominan ambos, aunque la RAE no reconoce la forma verbal del sustantivo eutanasia) a una yorkshire terrier a la que habían tratado durante 17 años, una esperanza de vida muy alta para un perro. "Tenía un fallo renal y problemas neurológicos graves. Ha tenido una buena vida porque sus dueños la han cuidado mucho. Todas las personas del equipo conocíamos al animal. A esos tutores los conozco desde hace 17 años. He visto a su dueña embarazada venir con la perra y a la hija que tuvo venir con la perra. Ese día estás muy triste", explica.

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