La saga de fotógrafos que capturó la Valencia de Sorolla, Benlliure y Concha Piquer
Antonio Sanchis, tercera generación de una dinastía centenaria de fotógrafos, dona a la Diputación de Valencia todo su legado particular: 125.000 fotografías que muestran la historia de la ciudad desde 1901 hasta la actualidad
La fotografía llegó a Valencia en 1840. La Real Sociedad Económica de Amigos del País, organismo puntero en importar los nuevos conocimientos, recibió unos daguerrotipos del dentista Juan José Vilar, realizados durante una estancia en París. Algo después, José Monserrat y José Gil, dos alumnos de la Facultad de Químicas de la Universidad de Valencia, captaron unas vistas de la ciudad, facturadas con los equipos técnicos de revelado de la época. Cinco años más tarde, se abrió el primer estudio retratista valenciano, a cargo de Pascual Pérez Rodríguez, sacerdote salesiano y cofundador del periódico El Mercantil Valenciano.
“El proceso de profesionalización, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, fue constante y se asentó década tras década, pero la demanda era escasa y su coste elevado, hasta que apareció la carta de visita en 1864. Muchos pintores miniaturistas dejaron su empleo y se pasaron a la fotografía”, cuenta José Aleixandre Porcar (Valencia, 1954), fotoperiodista e historiador de la fotografía valenciana.
Los fotógrafos valencianos más relevantes durante las últimas décadas del siglo XIX fueron Vidal, Valentín Pla, Hules Derrey y Antonio García Peris: “Joaquín Sorolla entró a trabajar en el estudio de Antonio García, situado en la Bajada de San Francisco, en Valencia, coloreando fotografías. Esa técnica de iluminación fotográfica influyó en su posterior modo de pintar”, apunta Porcar.
Antonio Sanchis (Valencia, 1944) es el nieto del fundador de la estirpe de fotógrafos Sanchis. Su abuelo, Francisco Sanchis, comenzó a trabajar de aprendiz, a los doce años, en el estudio de Antonio García, yerno del pintor Joaquín Sorolla. Allí aprendió el oficio, hasta que al alcanzar la mayoría de edad se independizó para crear su propio negocio. Se empleó por pueblos como Algemesí o Xàtiva, hasta que, en 1901, fundó su estudio en el número 19 de la calle Alboraia, que después trasladó a un palacete anexo al Museo de Bellas Artes de Valencia. En 1922 se estableció en pleno centro de la ciudad, en el 27 de la calle Serranos.
"Me he deshecho de todo y, tras 121 años, ya no existe el Estudio Sanchis", explica el veterano retratista. "Mi hijo fue la cuarta generación de fotógrafos de la familia pero, en noviembre de 2022, falleció a los 48 años y yo me vi arrollado por el enorme archivo del estudio", añade. "Decidí donarlo, y una parte fue al Museo de Bellas Artes de Valencia, otra al Museo Benlliure, así como a la Catedral de Valencia, al Museo Fallero y a la Casa Museo Concha Piquer. El grueso de esta donación se la ofrecí a la Diputación de Valencia, una institución con la que la familia Sanchis ha trabajado desde siempre y que la actual presidencia de Toni Gaspar acogió con gratitud”.
Se trata de un legado de más de 125.000 instantáneas que refleja la historia del siglo XX valenciano. Frente al objetivo de esta saga familiar han desfilado desde Joaquín Sorolla o los hermanos Mariano y José Benlliure, a Genaro Lahuerta y Sara Montiel. Además de la familia real en tiempos de Alfonso XIII, destacando los retratos de los infantes Jaime y Juan, y de la reina consorte Victoria Eugenia de Battenberg. “En la década de los años 20, mi abuelo se trasladó al Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, en Segovia, para fotografiar a la familia real durante un verano. Siempre destacó por sus retratos y por su fotografía de obras de arte y arquitectura. De aquella experiencia, el periodista Rafael Brines publicó, en 2001, el libro Un fotógrafo valenciano en la corte del rey Alfonso”, incide el camarógrafo.
En 1973, tras finalizar sus estudios en Bellas Artes, Antonio se hizo con las riendas del estudio. “Mi abuelo me enseñó a tomar fotos tal y como él aprendió”, recuerda Sanchis. Lo hacía siempre de manera manual, principalmente retratos y a todo tipo de personajes: "Retraté a la mítica Blanquita, moradora de las calles del barrio de El Carmen con sus enaguas blancas, al último ermitaño valenciano, a todas las falleras mayores desde finales de los años sesenta y a los grandes artistas del momento”.
La céntrica falla de la Plaza del Doctor Collado nombró fallera mayor especial a Rocío Jurado, en 1982. El presidente de la falla propuso al retratista fotografiarla y la artista acudió al estudio para posar. “En algún retrato aparece también su hija Rocío junto a ella. Era habitual que los artistas visitaran al Estudio Sanchis”, rememora Antonio, “por aquí han pasado Antonio Ferrandis, Sara Montiel, Carmen Sevilla, Maribel Verdú o José Sacristán, entre muchos otros”.
Durante el mes de diciembre de 2022 el fotógrafo se desprendió del estudio, del equipo y de todo el archivo acumulado a lo largo de 120 años de historia: “Descansé. Lo único que conservo es la última cámara que adquirió mi hijo". La conclusión del retratista es clara: "Ya no me importa nada de lo material. Las valoraciones económicas que, por ley, debía realizar a algunas instituciones las saldé al precio de 1 euro”.
La fotografía llegó a Valencia en 1840. La Real Sociedad Económica de Amigos del País, organismo puntero en importar los nuevos conocimientos, recibió unos daguerrotipos del dentista Juan José Vilar, realizados durante una estancia en París. Algo después, José Monserrat y José Gil, dos alumnos de la Facultad de Químicas de la Universidad de Valencia, captaron unas vistas de la ciudad, facturadas con los equipos técnicos de revelado de la época. Cinco años más tarde, se abrió el primer estudio retratista valenciano, a cargo de Pascual Pérez Rodríguez, sacerdote salesiano y cofundador del periódico El Mercantil Valenciano.