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Mazón oficia el divorcio del Botànic: PSOE y Compromís estrenan oposición a cara de perro
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EMPIEZA LA LEGISLATURA

Mazón oficia el divorcio del Botànic: PSOE y Compromís estrenan oposición a cara de perro

El apoyo del PP para que los valencianistas tuvieran silla en la Mesa de les Corts revela las diferencias en la izquierda y rompe sus complicidades en el inicio de la legislatura

Foto: Marzà, Baldoví y Aitana Mas, con Carlos Mazón, Juan Francisco Pérez y Miguel Barrachina. (EFE/Manuel Bruque)
Marzà, Baldoví y Aitana Mas, con Carlos Mazón, Juan Francisco Pérez y Miguel Barrachina. (EFE/Manuel Bruque)

Adiós al Botànic en modo oposición. La coalición que durante ocho años ha gobernado la Generalitat se divorció este lunes en las Cortes Valencianas en el pulso por el reparto de la Mesa del Parlamento autonómico. Venían ya de una separación de facto, con los socialistas reivindicando su derecho a tener dos puestos en el órgano de dirección de la Cámara autonómica, como segunda fuerza más votada, y Compromís reclamando uno de los sillones (con sus dos asesores) como tercera candidatura. El diálogo estaba roto. Y fue el líder regional del Partido Popular y futuro presidente de la región, Carlos Mazón, el encargado de oficiar la separación formal, tras ceder a los de Joan Baldoví los 17 votos que necesitaban para hacerse con la secretaría segunda de la Mesa y arrebatársela a los de Ximo Puig, que solamente pudo situar a la consellera de Justicia en funciones, Gabriela Bravo, que también es su pareja sentimental, como vicepresidenta segunda.

El movimiento, del que tenían conocimiento en Vox, permitió a Mazón aparecer ante los medios de comunicación comprometido con la "pluralidad" y suavizar así el acuerdo con los ultraconservadores para cederles la presidencia del Parlamento. El mismo día que la que fue delegada de la ultracatólica Hazte Oír en Castellón, Llanos Massó, ocupaba la segunda institución valenciana en rango de protocolo, por detrás de la presidencia de la Generalitat, los populares propiciaban el acceso de Compromís a la Mesa a costa del PSPV-PSOE.

"Lo que ha ocurrido tiene que ver con la pluralidad. No nos gustan los cordones sanitarios, y menos en la Mesa de Les Corts. Hemos hecho un esfuerzo para que así sea, como no fue en la anterior legislatura. Estamos muy satisfechos con una Mesa plural, transversal y que represente a todos", afirmaba Mazón, recordando que Vox fue excluida en la anterior legislatura y ahora todos los grupos tendrán presencia.

Foto: Llanos Massó en el momento en el que ha jurado el cargo como diputada. (EFE/Manuel Bruque)

Tras la votación, llegaron los reproches mutuos en el flanco progresista, en lo que fue la primera señal de que las pretendidas complicidades de socialistas y Compromís en la Generalitat no tendrán continuidad en la oposición. Al menos por ahora. Va a ser una batalla a cara de perro por presentarse como la alternativa más fiable al Ejecutivo de Mazón y Vox.

Los socialistas, desconcertados en un primer momento por un movimiento hábil del PP para romper el bloque de la izquierda, se han quedado sin la silla, pero no tardaron en tratar de hacer de la necesidad virtud al deslizar que Compromís había tardado muy poco en romper su supuesta indignación con el cambio político al aceptar los votos del PP y "blanquear" su acuerdo con Vox. "Es un mal comienzo que demuestra que el único partido que es alternativa a PP-Vox es el PSPV", señalaba Arcadi España, conseller de Hacienda en funciones y portavoz oficioso del grupo socialista.

"Han ido contra la lógica democrática y los resultados del 28 de mayo con una argucia parlamentaria", señalaban fuentes cercanas al equipo de Puig. El PSPV apelaba a su derecho a tener dos puestos en la Mesa, si bien no es esto exactamente lo que dice el reglamento de las Cortes, que asigna a las segundas candidaturas más votadas por los diputados la vicepresidencia y la secretaria segundas sin especificar que tengan que corresponder al segundo partido más votado en las elecciones.

Foto: Carlos Mazón y Ximo Puig. (EFE/Biel Aliño)

La interpretación era completamente distinta desde la lógica de Compromís. Su portavoz, Vicent Marzà, negaba que existiera ningún acuerdo. "No hay ningún pacto, si lo hubiera, habría algo a cambio", afirmaba, reivindicando el derecho como tercera fuerza del Parlamento a tener representación en el órgano de dirección. Según los valencianistas, su decisión de presentar candidatura a la secretaría segunda (votaron en blanco al resto de puestos) obedeció a que "es el puesto que pensábamos que nos tocaba" y que "hemos recibido con sorpresa los votos", señalan.

Sin embargo, fuentes oficiosas valencianistas admitían que el PP ya había trasladado su disposición a respaldarlos en "conversaciones" de pasillos los días previos. El propio Mazón señaló que así se dio a entender en la reunión a puerta cerrada que mantuvo con Joan Baldoví, Aitana Mas y Marzà el día antes de anunciar su acuerdo con Vox.

Sea como sea, el episodio de la elección de la Mesa ha puesto en evidencia el cambio en la correlación de fuerzas en la política valenciana y la capacidad de maniobra del Partido Popular, que con 40 escaños sobre 99 necesitará a Vox para garantizarse la gobernabilidad, pero puede jugar a la geometría variable en casos puntuales. Un baño de realidad para la izquierda valenciana que todavía no termina de asimilar el giro político que ha comenzado a producirse en las instituciones.

Adiós al Botànic en modo oposición. La coalición que durante ocho años ha gobernado la Generalitat se divorció este lunes en las Cortes Valencianas en el pulso por el reparto de la Mesa del Parlamento autonómico. Venían ya de una separación de facto, con los socialistas reivindicando su derecho a tener dos puestos en el órgano de dirección de la Cámara autonómica, como segunda fuerza más votada, y Compromís reclamando uno de los sillones (con sus dos asesores) como tercera candidatura. El diálogo estaba roto. Y fue el líder regional del Partido Popular y futuro presidente de la región, Carlos Mazón, el encargado de oficiar la separación formal, tras ceder a los de Joan Baldoví los 17 votos que necesitaban para hacerse con la secretaría segunda de la Mesa y arrebatársela a los de Ximo Puig, que solamente pudo situar a la consellera de Justicia en funciones, Gabriela Bravo, que también es su pareja sentimental, como vicepresidenta segunda.

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