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Auge y caída del Levante UD: "Ha gestionado mal la opulencia”
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Auge y caída del Levante UD: "Ha gestionado mal la opulencia”

El levantinismo abre un debate sobre qué modelo de club quiere en este momento tan crítico: seguir siendo valenciano aunque pobre o abrirse a una posible venta

Foto: El entrenador del Deportivo Alavés, Luis García, al término del partido de ascenso a Primera División ante el UD Levantea. (EFE/Manuel Bruque)
El entrenador del Deportivo Alavés, Luis García, al término del partido de ascenso a Primera División ante el UD Levantea. (EFE/Manuel Bruque)

El Levante UD dejó de ser un club rico el sábado 10 de junio sobre las once y media de la noche. El central Rober Pier, en el minuto 123 de la prórroga ante el Alavés, dio un saltito dentro del área y cayó fuera. En su intento de llevarse el balón, lo golpeó con la mano derecha, despegada del cuerpo, de manera involuntaria. El árbitro no advirtió este penalti moderno, pero el VAR, ante el aluvión de protestas alavesistas, obligó a la revisión del colegiado, que pitó finalmente la pena máxima. El Búfalo, Villalibre, pese a ser diestro, convirtió el penalti con la zurda. El Levante UD acababa de perder unos 45 millones de euros (los 40 de más por los derechos de televisión en Primera, más otros cinco en diversos conceptos por estar en la máxima categoría). O lo que es peor: la sociedad granota había fiado todo su futuro económico al ascenso y, al no conseguirlo, se asomaba de repente al abismo.

No es fruto de la mala suerte”, afirma el accionista Gabi Salinas, alejando de un sopapo el mito victimista del yunque de la adversidad: “Descendimos el año pasado por diferentes motivos y no hemos ascendido en este por otros". Además, cree que "se ha estirado el chicle en los últimos años, te ha salido mal y ahora no tienes escapatoria: o abrirnos a la capitalización o a la venta". "Hemos tenido dos años seguidos de déficit de 22 millones cada uno. Ha habido una mala gestión de la opulencia”, analiza Salinas. El tijeretazo presupuestario va a ser de época.

Foto: Yosef Hamed García.

Los 38 millones de ingresos del pasado ejercicio van a quedar reducidos a la mitad: ya no entran en las arcas los 20 millones del seguro por el descenso procedente de la Liga. Eso va a suponer un plan drástico de ajustes en las secciones, en la escuela, en las oficinas y, por supuesto, en la plantilla (los salarios de Soldado, Campaña, Iborra, cedido por el Villarreal, y Mustafi son insostenibles). También al presidente, Quico Catalán, con unos 350.000 anuales, se le pedirá una bajada de honorarios.

De los 320 empleados de la entidad granota, muchos corren peligro de acabar en la calle. Y se tienen que asumir responsabilidades, dice Salinas, contrario a la marcha ahora de Catalán por ser un momento de “tanta incertidumbre”, si bien “el cambio de ciclo es evidente”. Catalán acaba su mandato en diciembre, pero seguirá si quiere al frente del club ya que controla el patronato de la Fundación, depositaria de un 60% de las acciones. La Fundación adquirió las acciones con un crédito de 7 millones en 2009, acabado de pagar el año pasado. Catalán dirige al Levante UD desde abril de 2009, primero como director general, y, desde 2010, como presidente.

Democratización cuestionada

Los 23 patronos de la Fundación corresponden a diversos perfiles: directivos del club como el presidente honorífico, Paco Fenollosa, o el propio Catalán; representantes institucionales de la Generalitat y el Ayuntamiento; de la federación valenciana de fútbol, de las peñas, de los veteranos; y figuras como Lola Boluda, hermana del empresario portuario Vicente Boluda. También está el Frog, grupo de pequeños accionistas, de oposición a Catalán y liderado por el periodista Carlos Ayats. La aparente democratización del club está cuestionada por quienes piensan que la Fundación no se mueve sino para darle la cabotà al presidente.

Foto: Final de la Copa del Rey en el estadio del Levante.

¿De qué sirve la democratización si cuando la gente no está contenta con tu gestión, tú no te vas?”, se pregunta un aficionado. El presidente de la Fundación, el también periodista Vicente Furió, es partidario de que la entidad levantinista siga siendo de capital valenciano, aunque ahora vengan tiempos difíciles, aunque sea en “Tercera División”, según declaró el pasado lunes en Radio Marca. Manuel Illueca, el director general del Instituto Valenciano de Finanzas, opina lo contrario. Abrió el debate en su cuenta de Twitter: “Es el momento de buscar un inversor que pueda inyectar capital al club y permita reconducir la situación financiera. Hoy se acaba un ciclo y, con él, la etapa de la Fundación como máximo accionista”.

Al vecino de Mestalla, el Valencia CF, no le ha ido nada bien con la llegada de Peter Lim en 2014. El modelo para Illueca sería el del Eibar. "Me gustaría ser como el Eibar, que sabes que va a estar entre el tercero y el décimo”.

Foto: Sergio Escudero, del Valladolid, y Vinicius de Souza, del Espanyol, en Zorrilla. (EFE/R. García).

El Levante UD ha vivido un ciclo magnífico de expansión y de estabilidad. Catalán se negó a vender el club en 2015 al estadounidense Robert Sarver, actual dueño del Mallorca, que llegó a ofrecer 56 millones de euros. Y aquella decisión impulsó al equipo a una etapa de crecimiento sostenido con Paco López en el banquillo de Primera. En agosto de 2020, la entidad obtuvo un crédito de 60 millones del grupo bancario Edmond Rothschild, a devolver en 10 años, al 5,5% de intereses. Con ese dinero, el club ha acabado dos fases de remodelación del estadio Ciutat de València (le falta la tercera fase, la de los bajos comerciales), y ha obtenido las licencias para construir una ambiciosa ciudad deportiva en el barrio portuario de Natzaret: siete campos de fútbol, una residencia hotel y la rehabilitación del edificio Benimar en tareas administrativas (100.000 metros cuadrados cedidos por el Ayuntamiento en un alquiler de 50 años).

La llegada de 70 millones del fondo CVC de la Liga, un 70% destinado a infraestructuras, le obliga y le respalda para poner en marcha el proyecto de Natzaret. Pero la pelota no entró en el marco de Sivera, portero valenciano del Alavés, y casi todo parece haberse venido abajo. El patrimonio neto es negativo (solo salvado por el fondo CVC) y los problemas de liquidez son cada vez más acuciantes: debe traspasar a un jugador antes del 30 de junio para no incurrir en pérdidas por tercer año consecutivo.

placeholder El delantero del Deportivo Alavés Asier Villalibre lanza a la portería del Levante el gol que les dará el ascenso este sábado en el estadio Ciutat de Valencia. (EFE/Manuel Bruque)
El delantero del Deportivo Alavés Asier Villalibre lanza a la portería del Levante el gol que les dará el ascenso este sábado en el estadio Ciutat de Valencia. (EFE/Manuel Bruque)

Sobre los errores del pasado, algunos fueron clamorosos: el precipitado despido de Paco López, campeón ahora de Segunda con el Granada; la contratación para sustituirle del desconocido Javier Pereira, procedente de la Liga china; el fichaje de Nafti como opción para arrancar el campeonato en Segunda hasta rectificar con Javi Calleja en la novena jornada; el rechazo a traspasar a Campaña y a Jorge de Frutos, por quienes ofrecían 10 millones por cada uno... La continuidad del director deportivo, Felipe Miñambres, y del entrenador, Javi Calleja, están en el aire. Es la ley del fútbol: en estos casos suelen rodar cabezas.

La afición granota sigue siendo muy fiel a este club fundado en 1909. Los 15.000 socios del pasado ejercicio no van a abandonar a su equipo en estos momentos tan delicados. Muchos de los 20.000 que alentaron al equipo en el último partido de la liguilla de ascenso ante el Alavés derramaron lágrimas por perder el ascenso a Primera, como un Sísifo de Orriols, en el último segundo de la prórroga por un penalti absurdo. El Levante UD quiere volver a ser protagonista en emociones y en fútbol, con capital propio o ajeno. El debate y el modelo de gestión están más abiertos que nunca.

El Levante UD dejó de ser un club rico el sábado 10 de junio sobre las once y media de la noche. El central Rober Pier, en el minuto 123 de la prórroga ante el Alavés, dio un saltito dentro del área y cayó fuera. En su intento de llevarse el balón, lo golpeó con la mano derecha, despegada del cuerpo, de manera involuntaria. El árbitro no advirtió este penalti moderno, pero el VAR, ante el aluvión de protestas alavesistas, obligó a la revisión del colegiado, que pitó finalmente la pena máxima. El Búfalo, Villalibre, pese a ser diestro, convirtió el penalti con la zurda. El Levante UD acababa de perder unos 45 millones de euros (los 40 de más por los derechos de televisión en Primera, más otros cinco en diversos conceptos por estar en la máxima categoría). O lo que es peor: la sociedad granota había fiado todo su futuro económico al ascenso y, al no conseguirlo, se asomaba de repente al abismo.

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