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Valencia estrena su Mercado de San Miguel en una vieja imprenta, tras cuatro años de espera
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Arroces, jamón, croquetas y tortillas

Valencia estrena su Mercado de San Miguel en una vieja imprenta, tras cuatro años de espera

El antiguo templo de la imprenta valenciana abrió finalmente sus puertas tras múltiples intentos de conversión. Ganó la opción del mercado gastro frente a las denuncias vecinales

Foto: Vista del Mercado de la Imprenta de Valencia. (Cedida)
Vista del Mercado de la Imprenta de Valencia. (Cedida)

Cuando en Valencia casi todo era huerta, en 1908 abrió sus puertas el que sería uno de los principales centros de impresión de la ciudad: Imprentas Vila. El mecanismo de su fundador, Vila Serra, para compactar un pequeño imperio que hoy, ya con otro uso, y apretujado de construcciones, luce al sur entre las estaciones del Norte y la Joaquín Sorolla.

El recinto, con más de 3.000 metros cuadrados, es una auténtica fortaleza del pasado industrial. Aroma a plomo y una imaginería abundante en chibaletes, moldes y unos grandes rótulos que, restaurados, siguen en los alto: Sección 14. Aduanas y Alcoholes / Sección 15. Rentas Estancadas y Loterías / Sección 16. Recaudaciones y Agencias de Distribuciones. Un recordatorio al tiempo en el que Vila comandaba los impresos oficiales del Ayuntamiento, un mercado bien sustancioso. En el recibidor de la nave, un edificio de viviendas servía de hogar para algunos de los trabajadores. En su torreta, rematada por un reloj, se subían algunos de ellos a evadirse y era un espacio fructífero para ensamblar el amor fuera del horario de trabajo.

placeholder Interior de la vieja Imprentas Vilas. (Cedida)
Interior de la vieja Imprentas Vilas. (Cedida)

Todo ese legado ya no existe, aunque sigue estando. El Mercado de la Imprenta acaba de abrir allí mismo, y lo ha hecho a partir de ese imaginario. Su paso de fuerte industrial a mercado gastronómico resulta simbólico de cómo se transformó un país en unas cuantas décadas. Otra de las sucursales de la compañía de impresión, la Papelería Vila —a las espaldas de la Plaza del Ayuntamiento— es hoy una cafetería especializada en brunch.

Pero la conversión, lejos de ser un proceso sencillo, ha estado jalonada de dificultades hasta convertirse en un calvario para sus promotores, los empresarios locales David Núñez y Juan Albert. La primera vez que se toparon con el lugar —de casualidad, en el Casa Decor de 2007 celebrado allí mismo— les picó la curiosidad, comenzaron a rumiar la idea de que éste era el escenario perfecto para un Mercado de San Miguel a la valenciana. El paso del tiempo les reforzó. A diferencia de lo que ha sucedido en muchas otras ciudades, como en Sevilla con la Lonja del Barranco, Valencia se resistía a la apertura de grandes mercados gastronómicos, quizá influida por una tupida red de mercados locales que de manera desigual siguen conservando su esencia como mercado de género diario (sucede especialmente con el Central, el de Russafa o el Cabanyal).

Foto: Dos cocineros sirven una paella en el World Paella Day. (EFE/Ana Escobar)

Convencieron al propietario del inmueble con un plan que activaba tanto el espacio central como la balconada, a partir de la sucesión de puestos de comida, pero manteniendo su esqueleto como vieja imprenta, una condición hecha línea roja que previamente había frustrado intentos como el de levantar un hotel. Ambas partes buscaban que al traspasar el zaguán se viajara a un tiempo donde las piezas tipográficas gobernaban la atmósfera.

Albert y Nuñez anunciaron en 2019 su proyecto, en un inicio bautizado como Mercado de San Vicente por la cercanía a la larga travesía del mismo nombre. Debía abrir apenas unos meses más tarde, al volver del verano, y encajaría con una oferta gastrocultural donde el espacio de Convent Carmen, en Ciutat Vella, arrasaba a partir de su iglesia desacralizada y su jardín; un punto de partida que había testeado con éxito la demanda.

Foto: Joan Ruiz

Las cosas comenzaron a torcerse ante el escaso avance en las licencias de actividad. De imprimir papeles para el Ayuntamiento, el uso del edificio había pasado a esperar que el Ayuntamiento les enviara el papel definitivo: el de su activación. Las exigencias patrimoniales pusieron la lupa en el edificio protegido. Un puñado de vecinos interpuso varias denuncias aduciendo alteraciones en la estructura. La previsión de inaugurar en septiembre se fue al traste. En la cola de espera, la llegada de la pandemia pospuso el proyecto que, en mitad de profecías desaforadas, fue señalado como una de esas formas de ocio que jamás regresaría: gente apelotonada, puestos de comida en abierto…

Justo en ese tránsito, al inicio de marzo de 2020, el espacio Convent Carmen era clausurado después de que el departamento de Actividades del Ayuntamiento de Valencia considerara que no se desarrollaba conforme a normativa. Una guerra de licencias que lo dejó en la lona. Continúa anulado.

placeholder Detalle de uno de los letreros del Mercado de la Imprenta. (Cedida)
Detalle de uno de los letreros del Mercado de la Imprenta. (Cedida)

En cambio, el Mercado de la Imprenta ha visto la luz en este marzo. Alrededor de 20 puestos con conservas, jamón, vermuts, croquetas y tortillas, arroces, hamburguesas… El viejo escenario distribuido por secciones de impresos (Hoteles y hospederías / Padrón de Riqueza / Impuestos sobre carruajes de lujos), hoy está despiezado por tipos de gastronomía. En una de ellas, la antigua sección 2, hay coincidencia: Venta de Líquidos.

Las profecías más escandalosas no se cumplieron: el tumulto, la gente comiendo unos junto a otros y las mesas corridas, han regresado. Valencia tiene ya su gran mercado gastro.

Cuando en Valencia casi todo era huerta, en 1908 abrió sus puertas el que sería uno de los principales centros de impresión de la ciudad: Imprentas Vila. El mecanismo de su fundador, Vila Serra, para compactar un pequeño imperio que hoy, ya con otro uso, y apretujado de construcciones, luce al sur entre las estaciones del Norte y la Joaquín Sorolla.

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