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El 23-F en Valencia: tanques de Milans del Bosch, niños comunistas y la Stasi
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Aniversario del asalto

El 23-F en Valencia: tanques de Milans del Bosch, niños comunistas y la Stasi

El libro de Cristina Urchueguía '23-F Musical: El día que Franco, Marx y Bach compartieron escenario en Valencia' combina memoria individual e investigación para definir un momento clave de la historia contemporánea de la ciudad

Foto: Cartel del concierto que la Sociedad Filarmónica de Valencia ofreció el 23 de febrero de 1981. (Cedida)
Cartel del concierto que la Sociedad Filarmónica de Valencia ofreció el 23 de febrero de 1981. (Cedida)

Uno de los ejes del cambio político español desarrollado entre 1975 y 1982 fue el miedo, por eso la noche del 23F, punto álgido del desasosiego transicional, las calles de Valencia quedaron vacías. Desde la hora del asalto al Congreso de los Diputados en Madrid, a las 18:23, hasta la entrada en vigor del bando militar del capitán general Milans del Bosch, que imponía el toque de queda en la ciudad a las 21.00, la vida civil colapsó.

Entre los escasos viandantes tras la hora de cierre, Paco Prefaci Gascó, un ingeniero jubilado, antiguo máximo responsable de Hidroeléctrica en Valencia, devolvía a su casa a Cristina Urchueguía Schölzel, una adolescente de quince años, a la que había invitado a un concierto. “Cuando volvimos a casa de los Prefaci y pude hablar por teléfono con mi madre, ésta me contó el asalto al Congreso", recuerda Cristina. "Paco comentaba que no era un golpe de estado, que no lo llamara así. Con una enorme caballerosidad insistió en acompañarme a casa, pese al toque de queda, restándole la consternación que mi familia hispano-alemana, de bagaje demócrata liberal, le daba al momento”, indica. Recorrieron un trayecto de kilometro y medio, entre la Puerta de la Mar hasta la calle del Bachiller.

Foto: ¿Qué pasó el 23-F de 1981 en el Congreso? Así fue el intento de golpe de Estado de Tejero (EFE/Manuel P. Barriopedro)

Aquella joven es hoy la presidenta de la Academia Suiza de Humanidades y Ciencias Sociales, y acaba de publicar 23-F Musical: El día que Franco, Marx y Bach compartieron escenario en Valencia (Institut Valencià de Cultura, 2023), un libro en el que rememora su vivencia y descubre, entre otras cosas, tras un año de búsqueda en archivos y recuperación de fuentes orales, las peripecias de unos músicos alemanes, venidos del otro lado del muro, que permanecieron tocando en soledad mientras el público desfilaba del Teatre Principal.

Aquel concierto del 23 de febrero de 1981 no fue un evento cualquiera en el histórico recinto de la calle de las Barcas. Ciento treinta músicos, camaradas de la República Democrática Alemana, incluyendo un séquito burocrático, muy probablemente con miembros de la Stasi que no aparecen en ningún documento oficial pero sí en las entrevistas orales realizadas, celebraban a su único dios verdadero: Bach. “Para ser socio de la Filarmónica de Valencia había que pertenecer a la élite local de 1981. Mi familia no lo era”, incide la musicóloga, “se trataba de la única institución valenciana capaz de surtir regularmente a la ciudad de conciertos de música clásica de alta calidad", ya que el Palau de la Música no se inauguró hasta 1987. Para celebrar la efeméride de su concierto número 1.500, la dirección tiró la casa por la ventana.

Se contrató a un elenco internacional de primera categoría que debutaba en Valencia: los Niños Cantores de Santo Tomás (Thomanerchor) acompañados por miembros de la Gewandhausorchester, ambas agrupaciones procedentes de Leipzig. "Nadie en mi familia tenía la más mínima posibilidad de ir al concierto, debí tal honor a una amiga de mi madre: María de la Concepción Sanz de Brémond y Frígola, conocida como Marita Prefaci. Le sobraba una entrada e invitaron a mi madre, pero ella prefirió alimentar mi interés musical”.

A las 19:15 horas, con la joven sentada en el palco derecho del primer piso del Principal, el director del Thomanerchor, Hans-Joachim Rotzsch, daba comienzo al concierto dedicado íntegramente a cantatas de Bach. A la misma hora, cincuenta vehículos de combate y dosmil soldados de la Divisón Maestrazgo III, procedentes de Paterna y Bétera, ocupaban puntos estratégicos de Valencia: “La cantata de 1732 Lobe den Herren (‘alaba al Senor’), bwv 137, deleitó nuestros oídos. En medio de la segunda cantata, de 1735, Jesu, der du meine Seele (‘Jesús, que has salvado mi alma’), bwv 78, las cosas empezaron a torcerse".

placeholder Cristina Urchueguía en 1980. (Cedida)
Cristina Urchueguía en 1980. (Cedida)

Apareció en el escenario un hombre y, casi al mismo tiempo, una acomodadora lo siguió con un ramo de flores muy bonito. La música cesó y el hombre se dirigió al público para relatar que habían dado un golpe de Estado, que algunos guardias civiles armados habían tomado el poder en Madrid y que el capitán general de Valencia, Jaime Milans del Bosch, había decretado el toque de queda a las nueve de la noche. "Acto seguido nos aseguró que el concierto proseguiría y anadió, como colofón, que quien quisiera podía irse”, explica la catedrática en su ensayo.

La familia Prefaci y la adolescente abandonaron el teatro de inmediato. En el camino hasta su domicilio en Puerta de la Mar encontraron un enorme tráfico de coches particulares circulando junto a vehículos militares. “No supe hasta mucho más tarde que el público huyó en desbandada y los músicos permanecieron un tiempo solos sobre el escenario sin dar crédito a lo que veían. En algún momento dejarían de cantar y la tercera obra del programa, la cantata Ich hatte viel Bekümmernis (‘sentía mucha congoja’), bwv 21, de 1714, para el tercer domingo después de Pentecostés, ya no se interpretó”, relata la investigadora. A 250 metros al oeste, el cañón de un carro de combate M-48 Patton apuntaba al Ayuntamiento, gobernado por el socialista Ricard Pérez-Casado.

placeholder Los niños cantores. (Cedida)
Los niños cantores. (Cedida)

A partir de este momento finaliza la memoria individual y emerge la investigación histórica que completa la minuciosa obra de Cristina: “Mi fuente principal ha sido el diario personal del gerente de la orquesta, Karl Zumpe". Aquel día detalló con exactitud todo lo acontecido en la delegación musical durante el 23F. Desde cómo recibe la noticia del golpe militar y del toque de queda en el teatro, hasta cómo consiguen salir del allí, llegar a la estación y acabar en Madrid. Estos elencos musicales estaban muy acostumbrados a viajar, eran un activo solvente de la política exterior de la RDA y además conseguían divisas, pero eran extremadamente cuidadosos con decir o escribir algo fuera del relato oficial, los diarios son descriptivos con detalle, pero no hay valoraciones políticas.

En todos los viajes oficiales al extranjero viajaban un inoffizieller Mitarbeiter (colaborador del servicio secreto) junto a un oficial de la Stasi. Los niños del coro tenían entre ocho y dieciocho años y no se enteraron bien de qué sucedía, pero la soprano Regina Werner reconoció que fue el momento más terrorífico de su carrera, porque "conocía la posición antagónica entre los militares golpistas de extrema derecha y su condición de comunistas alemanes”, concluye Urchueguía Schölzel.

Uno de los ejes del cambio político español desarrollado entre 1975 y 1982 fue el miedo, por eso la noche del 23F, punto álgido del desasosiego transicional, las calles de Valencia quedaron vacías. Desde la hora del asalto al Congreso de los Diputados en Madrid, a las 18:23, hasta la entrada en vigor del bando militar del capitán general Milans del Bosch, que imponía el toque de queda en la ciudad a las 21.00, la vida civil colapsó.

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