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De filial del PSOE a venta millonaria a Zeta: la historia secreta del diario de Ximo Puig
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CIPRIÀ CÍSCAR VENDIÓ PARA SANEAR EL PSPV

De filial del PSOE a venta millonaria a Zeta: la historia secreta del diario de Ximo Puig

'Mediterráneo' formaba parte de los diarios del Movimiento y quedó bajo la órbita socialista al ser subastado. La venta a Zeta en 2000 por 300 millones de pesetas evitó la quiebra del PSOE valenciano

Foto: El 'president' de la Generalitat, Ximo Puig. (EFE)
El 'president' de la Generalitat, Ximo Puig. (EFE)

Si hay una persona clave en la negociación entre el PSPV-PSOE, Compromís y Podemos, que alumbró el segundo Pacte del Botànic en la Comunidad Valenciana, ese ha sido Ciprià Císcar. El histórico dirigente socialista, ahora retirado de la primera línea tras salir de la lista al Congreso de los Diputados y rechazar un puesto en el Senado, fue una de las personas de confianza enviadas por el 'president' Ximo Puig a lidiar con los equipos negociadores en busca de una nueva alianza progresista para la Generalitat. Hábil y muy experimentado, el buen entendimiento entre Puig y Císcar no fue siempre así. Hubo un tiempo, en una de las etapas más convulsas del PSOE tras la pérdida de poder central y autonómico entre 1995 y 1996, en que ambos dirigentes estaban distanciados y se posicionaban de forma distinta dentro de su partido. Incluso se enfrentaron por el poder interno.

Uno de esos episodios divergentes se vivió a finales de la década de los años noventa con el periódico 'Mediterráneo de Castellón' como protagonista. Se trata del mismo diario que ahora ha situado al 'president' valenciano en la tormenta política tras publicar El Confidencial que mantiene una participación del 1,16%, valorada en 177.886 euros, en el accionariado de la editora Promociones y Ediciones Culturales (Pecsa), participada al 84% por Prensa Ibérica Media tras la adquisición del Grupo Zeta. El Instituto Valenciano de Finanzas, dependiente de la Generalitat, vendió en marzo una deuda pendiente de cobro de 1,9 millones de euros a Prensa Ibérica en el marco de la operación de compra del Grupo Zeta con un descuento del 70%, al igual que el resto del 'pool' financiero liderado por CaixaBank, Santander o Sabadell. La deuda del conglomerado de Antonio Asensio ascendía a 99 millones.

placeholder Antonio Asensio (i), con el ministro de Cultura, José Guirao, en 2018. (EFE)
Antonio Asensio (i), con el ministro de Cultura, José Guirao, en 2018. (EFE)

Ese paquete de acciones persigue ahora a Ximo Puig, que además declara dividendos de un medio que recibe cuantiosas inserciones publicitarias desde la Generalitat que él preside. Pero esto no tendría que haber sido necesariamente así.

El origen de la participación del 'president' en el periódico que ha pasado a la órbita de Prensa Ibérica está en una serie de despidos que hubo de trabajadores del medio cuando este todavía formaba parte de los activos del Estado, heredados de la llamada cadena del Movimiento, la red de periódicos controlados por el franquismo. El propio Ximo Puig ha explicado que hubo una 'limpia' de periodistas en 1981. "Después del Golpe de Estado, en una actitud arrogante, el Gobierno eliminó los restos del suarismo, entre ellos, al director de mí periódico, a mí y todos los que estábamos allí. Fui al juzgado, gané la demanda y el dinero lo invertí en la compra del diario", explicó esta semana desde Bruselas al ser preguntado por la polémica.

La venta a Zeta de Eivisa, una instrumental paralela del PSOE, sirvió para tapar un agujero de 300 millones de pesetas del partido en Valencia

La compra a la que se refiere fue la privatización que efectuó el Gobierno de Felipe González en 1984 junto con el resto de periódicos del Movimiento. Mientras Javier Moll se quedaba, entre otros, 'Levante-EMV' e 'Información de Alicante', 'Mediterráneo' pasó a estar controlado por un grupo muy atomizado de accionistas en el que pronto comenzó a tomar posiciones Antonio Asensio. Pero, además de Zeta, empresarios locales y un nutrido número de militantes y simpatizantes socialistas llegaron a acumular una participación importante en el diario impreso hegemónico de Castellón. Una parte importante de estos cuadros socialistas acabó depositando sus títulos en una sociedad denominada Eivisa. La mercantil había sido creada en 1988 por dirigentes del PSPV-PSOE como una instrumental socialista para aglutinar patrimonio cercano al partido que estaba en manos de otra sociedad llamada General Investing Company (Geinco), que a su vez había estado controlada por el que fue gerente y hombre de las finanzas de la formación, Manuel Rivas, conocido por el sobrenombre de 'El Marsellés'.

placeholder Pinche para ver la operación de traspaso de Eivisa al PSOE, previa a Zeta
Pinche para ver la operación de traspaso de Eivisa al PSOE, previa a Zeta

Geinco fue un verdadero quebradero para el PSOE en aquellos años, cuando todavía no habían llegado escándalos como el de Filesa y comenzaban a aparecer las primeras investigaciones sobre los GAL. La sociedad valenciana había emitido facturas por "estudios de mercado" a constructoras contratistas de la Administración como Dragados, Macosa o Cubiertas y Mzov. Dirigentes del partido, entonces liderado por Joan Lerma en la autonomía, decidieron alejarla del perímetro y Rivas fue defenestrado. Fue así como muchos de los bienes de Geinco acabaron integrándose en el patrimonio de Eivisa, fundada el 23 de septiembre de 1988 y que, en la práctica, ejercía como filial paralela del PSOE. Entre esos bienes se incluyeron las participaciones en Pecsa, la editora de Mediterráneo de Castellón, donde Eivisa llegó a controlar más del 22% del capital social.

Pero mientras otros cuadros socialistas optaban por concentrar en Eivisa sus acciones en el diario, Puig prefirió mantenerlas como patrimonio propio. Incluso amplió su inversión inicial acudiendo a algunas ampliaciones de capital, como él mismo explicó a 'ABC' en enero de 1988, cuando Lerma y Císcar comenzaban a disputarse el liderazgo y el control del PSPV. El barón socialista siempre ha considerado esa inversión como su patrimonio personal. Esta es la razón por la nunca entregó los títulos al partido, como ocurriría con otros socios pocos años después.

Tras la pérdida del poder del PSPV-PSOE, el diario se acercó al Partido Popular del poderoso Carlos Fabra en Castellón, que lo mimó como medio

En 1999 los socialistas habían perdido casi todo su poder en España y el Partido Popular vivía sus años más dulces. El PSPV comenzó a sufrir importantes problemas económicos, agravados también por el inicio de las obras de su nueva sede en la calle Blanqueries de Valencia, cuya hipoteca, de hecho, arrastró hasta hace apenas dos años, cuando vendió el edificio a un grupo hotelero. El entonces secretario general de la federación valenciana, Joan Romero, conminó a los accionistas de Eivisa a ceder la propiedad de la empresa al PSOE federal, titular de la única razón social del partido. El traspaso se cerró por el simbólico precio de una peseta, la mejor prueba de que Eivisa ejercía en realidad de patrimonial socialista y sus socios eran meros 'mariachis' del partido. Entre sus activos había pisos y otros inmuebles y estaban unas 4.000 acciones de Pecsa, lo que representaba el 22,45% del capital de la editora de 'Mediterráneo', que bajo control de Zeta se había acercado ya al Partido Popular de Carlos Fabra, verdadero poder fáctico en la provincia de Castellón.

placeholder Ciprià Císcar, a la derecha. (EFE)
Ciprià Císcar, a la derecha. (EFE)

Zeta dominaba ya el 61,33% del capital social, mientras que Ximo Puig, empresarios como Luis Batalla o Enrique Gimeno y otros socios minoritarios acumulaban el restante 16%. Fue entonces cuando regresó a la escena Ciprià Císcar, que entonces ejercía de secretario federal de Organización en la ejecutiva de Joaquín Almunia. Císcar puso a Eivisa bajo el control del gerente del partido, Carlos Fernández, que pasó a representar a la instrumental en el consejo de Pecsa. Esa operación de desembarco en la mercantil tenía como objetivo preparar el terreno para lo que ocurrió muy pocos meses después.

Puig afirma que hay una operación de desgaste contra él y se muestra dispuesto a desprenderse de sus acciones "preservando el interés general"

En marzo del año 2000, Fernández formalizó el traspaso de las acciones de Eivisa en Pecsa a Ediciones Primera Plana, filial del Grupo Zeta, que pasó así poseer el 84% del periódico, el mismo porcentaje que ahora ha ido a parar a manos de Prensa Ibérica. El PSOE ingresó por esa venta unos 300 millones de pesetas [algo menos de dos millones de euros], una cantidad importante en aquella época que sirvió para tapar el agujero del PSPV, cifrado en 327 millones de pesetas por informes internos manejados los afines de Císcar. De todos aquellos movimientos casi secretos y clandestinos apenas hubo constancia pública. Solo 'Levante-EMV', curiosamente de Prensa Ibérica, informó sobre el cuadrilátero entre Geinco, Eivisa, el PSOE y Zeta.

Quizás si Puig hubiera aprovechado aquella ocasión en la que Zeta quería ampliar su presencia en el accionariado, podría haber hecho caja desprendiéndose de su participación en Pecsa y hoy no tendría que dar explicaciones sobre la quita de deuda del Instituto de Finanzas o los dividendos que cobra siendo presidente. El líder de los socialistas valencianos se defendía este viernes, señalando que la polémica solo pretende desgastarle. Y lanzaba al ser preguntado sobre si no consideraba adecuado deshacerse de sus acciones para evitar el conflicto de interés: "Siempre, preservando el interés general, estoy dispuesto a cualquier decisión, mi vida no ha estado vinculada precisamente al interés económico".

Pero, igual que se le pasó el tren del Grupo Zeta, ahora es probable que se le haya pasado el ferrocarril de Javier Moll. Es muy probable que se vea obligado a seguir dando explicaciones. Por ejemplo, cuánto cobró de dividendo en 2018 en cuanto la editora de 'Mediterráneo de Castellón' publique las cuentas de ese año.

Si hay una persona clave en la negociación entre el PSPV-PSOE, Compromís y Podemos, que alumbró el segundo Pacte del Botànic en la Comunidad Valenciana, ese ha sido Ciprià Císcar. El histórico dirigente socialista, ahora retirado de la primera línea tras salir de la lista al Congreso de los Diputados y rechazar un puesto en el Senado, fue una de las personas de confianza enviadas por el 'president' Ximo Puig a lidiar con los equipos negociadores en busca de una nueva alianza progresista para la Generalitat. Hábil y muy experimentado, el buen entendimiento entre Puig y Císcar no fue siempre así. Hubo un tiempo, en una de las etapas más convulsas del PSOE tras la pérdida de poder central y autonómico entre 1995 y 1996, en que ambos dirigentes estaban distanciados y se posicionaban de forma distinta dentro de su partido. Incluso se enfrentaron por el poder interno.

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