Así son los pueblos catalanes en los que gana Vox: pequeños y de alcaldes posconvergentes

La noche electoral de este domingo fue de esas que no se olvidan en el seno de los partidos. Para unos, como Ciudadanos y PP, por significar una debacle de proporciones bíblicas. Para otros, como Vox, supone su consolidación como alternativa en un entorno clave. En ese sorpaso de los de Santiago Abascal a populares y naranjas, bebieron sobre todo del descalabro de estos últimos, que perdieron cerca de un millón de votos. En esta irrupción, consiguieron ser la fuerza más votada en dos municipios de la región que tienen algunos elementos en común: Vilamalla (Girona) y La Pobla de Mafumet (Tarragona).

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Estas dos poblaciones están separadas por 230 kilómetros, dos horas y 20 minutos en coche, pero tienen algunos rasgos similares. El primero es que ninguna es una gran urbe, ni mucho menos. La localidad gerundense tiene un total de 1.161 personas habitando en sus hogares, según los datos de 2020 reflejados por el Instituto Nacional de Estadística, y ha mantenido una población más o menos estable en la última década. En el caso de La Pobla, llega a casi 4.000 ciudadanos (3.971) y ha visto cómo 1.000 personas se han trasladado a sus calles desde 2011.

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El municipio de la provincia de Tarragona, la que le ha reportado dos diputados a los de Ignacio Garriga, destaca a nivel socioeconómico por la presencia de instalaciones petroquímicas en las que se encuentra Repsol. En 2019 el polígono norte de esta población vio como una explosión terminaba con la vida de una persona. Esta zona marcadamente industrial se encuentra a tan solo 11 kilómetros de Tarragona capital, 12 minutos en coche. Vilamalla, por su parte, está a solo seis kilómetros de Figueras y a 38 de Girona capital.

Pero más allá de su peso poblacional, ambas tienen en común algunos aspectos en sus corporaciones municipales, ya que en los dos casos las lideran alcaldes que están vinculados al entorno de Convergència. En La Pobla lleva gobernando desde 1995 Joan Maria Sardà, ahora independiente con una lista confeccionada para el ámbito local, pero que fue diputado por Unió cuando aún formaban parte de CiU. En Vilamalla, del Alto Ampurdán o Alt Empordà, gobierna una plataforma local dependiente de JxCAT con Carlos Álvarez González al frente.

Otro de los puntos comunes que comparten estos dos territorios es que en 2017 la fuerza más votada en los comicios autonómicos de entonces, los primeros tras el referéndum del 1-O, fue Ciudadanos, que se ha visto especialmente perjudicada por la caída de la participación de 25 puntos. En el núcleo tarraconense, los naranjas se hicieron con 867 votos, muy por encima de la segunda fuerza y de la tercera (ERC y JxCAT), pero también de la siguiente formación no independentista, el PSC, que se quedó en 240 papeletas. En Vilamalla, la candidatura de Inés Arrimadas fue la más respaldada seduciendo a 291 electores, también muy por encima de Junts y los republicanos y casi multiplicando por seis el apoyo al PSC.

Pero lo cierto es que no son los únicos puntos en los que el naranja se ha tornado ahora en verde. Hace poco más de tres años, Cs encaraba las elecciones en auge y con el resto de fuerzas no independentistas de capa caída. Aunque la aritmética no le dio para gobernar, se convirtió en primera fuerza en la región y en la opción preferida por los votantes que buscaban una alternativa al secesionismo. Tal y como se percibe en los gráficos realizados por la Unidad de Datos de este medio, los puntos en los que más han caído los de Carlos Carrizosa son a su vez en los que mejor se desenvuelve Vox en términos generales.

Ciudadanos cayó en prácticamente la totalidad de la región y la mejor prueba es que pasó de los 36 representantes de 2017 a tan solo seis. Pero su desplome fue aún mayor y más homogéneo en las zonas costeras y en las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona, además del Valle de Arán, justo en las que mejores resultados obtuvo entonces.

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Ahora, pese a que los de Abascal se han quedado en 11 escaños y gran parte de los votantes naranjas ha ido al PSC, Vox se ha desenvuelto mejor en gran parte de los territorios que hace más de tres años auparon a Cs. Mientras que en los municipios del interior no consiguen superar el 5% de los votos en prácticamente ningún caso, en las zonas de la costa y cercanas a esta de Tarragona y Barcelona supera en muchos caso el 10. Las dos comarcas más voxistas de estos comicios son El Tarragonés y el Bajo Penedés, ambas en la provincia de Tarragona.

Vox ha explotado en los últimos meses una retórica basada en dos pilares, más allá de su oposición al independentismo que le ha llevado a elevarse como alternativa a PP y Cs en la región. En concreto, han optado por rechazar las restricciones a la hostelería y los comercios en un contexto de crisis sanitaria y económica en el que Cataluña ha sido una de las administraciones que más férreamente se ha decantado por las limitaciones a este tipo de actividades.

Otro de los elementos que ha sido resaltado por Garriga y los suyos ha sido el discurso abiertamente contrario a la inmigración, a la que vinculan con la inseguridad en las calles. Para ello, optaron por hacer pequeños actos de campaña en entornos en los que consideraban que estas condiciones se veían más reflejadas como El Vendrell (Tarragona), Mataró (Barcelona) o Ripoll (Girona). En la primera de estas poblaciones, Vox ha sido el cuarto más votado con el 11,1%, en la segunda repite posición con el 10,7 y en la tercera, se han quedado como quinta, con el 4,73%. En los tres casos, muy por encima de PP y Ciudadanos.