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Ni 'procés' ni debate: los candidatos se gripan a cuatro días de las elecciones
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RADIOGRAFÍA DEL DEBATE DE LA SEXTA

Ni 'procés' ni debate: los candidatos se gripan a cuatro días de las elecciones

Los representantes de las siete candidaturas dejaron clara su falta de acuerdo y anticiparon la dificultad que representará sellar pactos de gobierno el próximo 22 de diciembre

Foto: Panorámica de los representantes de las siete candidaturas con la moderadora, Ana Pastor. (LaSexta)
Panorámica de los representantes de las siete candidaturas con la moderadora, Ana Pastor. (LaSexta)

Todos contra todos. La campaña catalana enfilala recta finalcon todos los partidos disparando a mansalva contra sus rivales. No importa de qué bando sean, aunque se entreven las amistades. El debate de los siete representantes de las candidaturas parlamentarias en La Sexta no arrojó grandes novedades y pasó de puntillas por la deriva del 'procés' de los últimos dos meses pero permitió a los ciudadanos vislumbrar algunas trampas dialécticas y pactos secretos entre algunos partidos. Fue un nítida radiografía para descubrir las grandezas y las miserias de las organizaciones que aspiran a gobernar. La conclusión es que las servidumbres ideológicas o clasistas de los partidos harán imposible la constitución de un Gobierno estable tras el 21-D. Solo una división en bloques –y en la que uno destaque claramente sobre el otro, lo que está por ver- podría arrojar alguna esperanza a la cuestión. Pero esa posibilidad es remota.

Como aperitivo, sirvan algunas reflexiones: Inés Arrimadas, candidata de Ciudadanos, era la única mujer. Por ERC se echó en falta la número 2 de la candidatura, Marta Rovira. En su lugar, acudió el exconsejero de Justicia, Carles Mundó. Los republicanos ya no se fían de la 'presidenta' in péctore, la pupila predilecta de Oriol Junqueras, a la que ungió como la presidenciable para el caso de que él continúe en prisión. Y es que cada vez que Rovira da la cara, su formación pierde votos. ¿Y quién los gana? Junts per Catalunya (JxCAT), la candidatura de Carles Puigdemont. Los antiguos socios de Gobierno no quieren agredirse mutuamente, pero no pierden ocasión para hacer la zancadilla al rival.

placeholder Carles Mundó (ERC, i) y Josep Rull (PDeCAT, d) durante el debate. (LaSexta)
Carles Mundó (ERC, i) y Josep Rull (PDeCAT, d) durante el debate. (LaSexta)

Otra curiosidad: los dos primeros nombres de JxCAT coinciden en estar ausentes (Puigdemont, en Bruselas y Jordi Sànchez, en la cárcel). Pero fue Josep Rull, el número seis de la candidatura el elegido. Rull es un peso pesado del PDeCAT que trabaja para ganar enteros y ocupar el puesto de Puigdemont. Por si fuera poco, a falta del cabeza de lista de la CUP, Carles Riera, tampoco los antisistema (feministas por definición) enviaron a la segunda de la lista, Maria Sirvent, sino al tercero, Vidal Aragonés.

El debate, pues, aparte de las lecturas políticas de rivalidades entre contendientes, arroja una lectura en clave interna de las tensiones y equilibrios (a veces no exentos de cainismo) de cada formación.

El desmarque de la CUP

Es cierto que el bloque independentista tiene tensiones internas y que, aunque se evidenciaron momentos de camaradería entre Mundó (ERC) y Rull (JxCAT), quedó muy claro que la CUP de desmarca del bloque independentista. Es más: Vidal Aragonés hizo una propuesta clara para un tripartito con ERC y Catalunya En Comú-Podem, que su candidato, Xavier Domènech, se cuidó de no remover mucho. Los anticapitalistas insistieron varias veces en que sus propuestas están encima de la mesa para las fuerzas de izquierda, exigiendo la implementación inmediata de la República.

Domènech barra el camino de Iceta si cuenta con el voto de los constitucionalistas. Lo que querrían los comunes es un tripartito con ERC y PSC

Y Domènech dejó claro que no hará presidenta a Inés Arrimadas si de su voto depende. "No habrá bloqueo porque no habrá bloques –comenzó diciendo el común-. Nosotros no solo queremos sumar partidos, sino sensibilidades, pero no votaremos un Gobierno donde están Carles Puigdemont o Inés Arrimadas o que coquetee con el PP". De esta manera, Domènech barra el camino del socialista Miquel Iceta a la presidencia si ha de contar con el voto de los partidos constitucionalistas. Lo que le gustaría a los 'comunes' sería un tripartito donde tuviesen cabida ERC y el PSC.

Pero, a día de hoy, eso es casi imposible. La máxima crítica del socialista Iceta al 'procés' fue que los dos últimos años de gobierno llevaron a Cataluña a desastre. "Estamos peor que hace dos años. Por tanto, ¿cómo les vamos a votar otra vez?", dijo. A la vez que anunció que no votará la investidura ni del candidato del PDeCAT ni de ERC. "No veo posibilidades de investidura ni acuerdo de Gobierno con ninguno", arguyó.

placeholder Vidal Aragonés (CUP) y Miquel Iceta (PSC) durante el debate. (LaSexta)
Vidal Aragonés (CUP) y Miquel Iceta (PSC) durante el debate. (LaSexta)

Luego, remachó: “Descartamos un acuerdo con Esquerra. No la voy a apoyar, ni ella a mí, aunque pueda haber predisposición a llegar a acuerdos puntuales, como con otras fuerzas”. Y, a partir de ahí desgranó insistentemente sus propuestas: alcanzar un mayor autogobierno (desarrollando el Estatuto mediante leyes orgánicas), negociar una nueva financiación, prometiendo más inversiones y gestión en infraestructuras y aportando por una reforma de la Constitución para convertir a España en Estado federal, prometiendo recuperar el gasto público de 2010 en sanidad, educación y servicios sociales, o sea, destinar 1.300 millones de euros más al año a estos sectores. En definitiva, Iceta fue el que menos malparado salió del debate y eso que fue el que menos habló (tres minutos menos que los representantes de ERC y del PDeCAT, por ejemplo).

ERC quiere ahora la bilateralidad

El candidato republicano, por su parte, dejó claro que para su partido la unilateralidad es ya historia y lo que propone ahora es la bilateralidad, o sea, “el trato de tú a tú con el Gobierno español”. Descartó también investir a Puigdemont si la lista de ERC es la más votada. Pero su compañero de prisión, Josep Rull (ambos salieron de la cárcel de Estremera la pasada semana) advirtió que el legítimo presidente debe ser Puigdemont, porque fue 'depuesto' por el Gobierno español. Es más: prometió sacar de la cárcel a los presos y que el 'expresident' regresaría del exilio. El convergente insistió en afirmar que el expolio fiscal de Cataluña se eleva a 16.000 millones de euros anuales. “¿Pero cómo puede decir eso si su consejero de Industria, Andreu Mas-Colell dijo que, en todo caso, era de 2.500 millones y los últimos estudios de los suyos lo sitúan en 248 millones?. ¡No me diga que han montado todo este follón por 248 millones!”, le lanzó Iceta tras constatar que miles de empresas se fueron de Cataluña porque el ‘procés’ generó inestabilidad jurídica e inseguridad jurídica y después de que 300.000 catalanes “decidiesen que sus libretas de ahorro estarían más seguras fuera que dentro. La gestión del Gobierno saliente fue un auténtico desastre”.

Mundó, muy nervioso y dispuesto a disparar a la mínima de cambio contra la 'ciudadana' Arrimadas, también dirigió sus dardos en varias ocasiones contra el 'popular' Xavier García Albiol, que se tomó el debate con mucha serenidad y que enervó a Rull al negarse a pronunciar el nombre de JxCat, aludiendo siempre al “partido del señor Puigdemont”. Albiol ofreció un “pacto de los tres partidos constitucionalistas”, criticando al mismo tiempo a sus posibles socios (es decir, a Ciudadanos y a PSC) al mismo tiempo. “Habría que preguntar al PSC si insiste en indultar a los golpistas, o si quiere seguir manteniendo pactos municipales con ERC, o que Arrimadas explique si quiere llegar a un acuerdo con Podemos”, recriminó. En este sentido, la relación entre las dos grandes fuerzas independentistas (PDeCAT y ERC) marcha mucho mejor que la relación entre las fuerzas constitucionalistas. Al menos, en público no se tiran los trastos a la cabeza.

A lo largo del debate hubo muchos momentos en que los candidatos estuvieron más interesados en atacar a sus oponentes que en desgranar sus propias propuestas. Arrimadas prometió una auditoría de los gastos de la Generalitat en los últimos años. “Vamos a levantar alfombras y abrir ventanas. El ‘procés’ no ha sido tan bueno para nadie, ni siquiera parea los independentistas”, prometió.

Carles Mundó, por su parte, sorprendió al recriminar a Arrimadas que sacase números de empresas que se fueron de Cataluña obtenidos del Registro Mercantil (que son los datos más objetivos), ninguneándola subrayando su bisoñez y su falta de experiencia. En cambio, ni corto ni perezoso, aseguró que no son 3.000 las empresas que se fueron del 1 de octubre, sino 300, afirmación que luego corroboró el representante de la CUP.

Todos contra todos

En resumen: el debate evidenció que el bloque independentista está roto por el desmarque de la CUP (que no entra en ningún acuerdo si no hay implementación de la República y asunción de los que denomina Decretos de la Dignidad, serie de medidas legislativas, sociales, económicas y políticas para preparar el nuevo Estado catalán). Paralelamente, los comunes de Xavier Domènech se afianzan como la nueva llave de la gobernabilidad, pero su cabeza de lista se niega a apoyar un gobierno de Carles Puigdemont. También se niega a apoyar un gobierno al que dé estabilidad el PP, con lo que bloquea un gobierno presidido por un constitucionalista.

Foto: Montaje: Enrique Villarino.

Los antiindependentistas, mientras tanto, no tienen claro cómo pueden unir sus fuerzas. Según las encuestas, entre los tres (Cs, PSC y PP) no suman para formar gobierno. Pero no pueden contar con el apoyo de los comunes. Por el contrario, tampoco está claro que las preferencias de Domènech puedan sumar (ERC, PSC y En Comú). A este pacto es difícil que se sume la CUP por sus propias exigencias. Y, mucho menos, JxCAT. Lo malo es que todos, los siete candidatos, reclaman para sí el voto útil. O sea, quien peor lo tiene es el pueblo catalán, que ve cómo, en lontananza, se acerca ya la fecha de otras elecciones autonómicas.

Todos contra todos. La campaña catalana enfilala recta finalcon todos los partidos disparando a mansalva contra sus rivales. No importa de qué bando sean, aunque se entreven las amistades. El debate de los siete representantes de las candidaturas parlamentarias en La Sexta no arrojó grandes novedades y pasó de puntillas por la deriva del 'procés' de los últimos dos meses pero permitió a los ciudadanos vislumbrar algunas trampas dialécticas y pactos secretos entre algunos partidos. Fue un nítida radiografía para descubrir las grandezas y las miserias de las organizaciones que aspiran a gobernar. La conclusión es que las servidumbres ideológicas o clasistas de los partidos harán imposible la constitución de un Gobierno estable tras el 21-D. Solo una división en bloques –y en la que uno destaque claramente sobre el otro, lo que está por ver- podría arrojar alguna esperanza a la cuestión. Pero esa posibilidad es remota.

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