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La izquierda se rompe en Barcelona: "El problema no son los proyectos. El problema se llama Colau"
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TIEMBLAN LOS PRESUPUESTOS

La izquierda se rompe en Barcelona: "El problema no son los proyectos. El problema se llama Colau"

La exalcaldesa plantea un órdago a Collboni para aprobar sus cuentas de 2024 y desata una guerra sin cuartel de desgaste contra el Gobierno municipal

Foto: Ada Colau, en el traspaso de carteras de Sanidad, en noviembre. (Gabriel Luengas/EP)
Ada Colau, en el traspaso de carteras de Sanidad, en noviembre. (Gabriel Luengas/EP)
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El alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, lo tiene complicado para aprobar las cuentas de 2024. Los presupuestos de este año se dirimirán este viernes en un pleno municipal que promete ser movido, porque el alcalde tiene solo 10 de los 41 concejales del consistorio y, de momento, solo puede contar con los votos de los cinco de ERC, ya que los de Ada Colau se le resisten si no acepta compartir el poder en la cúpula del ayuntamiento. "Colau quiere entrar en el ayuntamiento por la vía penal, es decir, mediante amenazas. Eso es inaudito. Llega, amenaza y espera. Sus intenciones no son de desarrollar un modelo de ciudad, sino mantener poder, tener una silla", critican a El Confidencial fuentes del PSC.

Los socialistas señalan a la ambición de la exalcaldesa como la causante de la alarmante situación que vive el consistorio. La negativa de los comunes a aprobar los números de Pere Aragonès en el Govern ya supuso unas pérdidas de 650 millones de euros que le corresponderían a Barcelona como ciudad: ya no llegarán la ampliación del Hospital del Mar, del Metro o la construcción de siete nuevos juzgados. Los intereses de los comunes van sobre otras cosas. Según Barcelona en Comú, lo importante son las superillas, los tranvías o la limitación del turismo. Cuestión de "modelo de ciudad", subrayan los de Colau. Pero desde el PSC se tiene una opinión muy alejada: "El problema no son los proyectos. El problema se llama Colau".

Pero ahora abocan a Collboni a prorrogar presupuestos y a sacar adelante el año con una cuestión de confianza, es decir, que o hay una moción de censura que sume una mayoría absoluta para sacarle de la alcaldía o Collboni continúa como alcalde.

Foto: El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, y la exalcaldesa de Barcelona Ada Colau, en una ejecutiva de los comunes. (Europa Press/David Zorrakino)

La exalcaldesa, Ada Colau, insistió desde el día después de las elecciones, y ante las nulas posibilidades de continuar como primera edil, que Barcelona debía contar con un tripartito. Su intención era que ella continuase en el consistorio con voz y mando y que ERC, que solo tiene cinco concejales, hiciese de muleta para PSC y Barcelona en Comú (BeC). Insistió en varias ocasiones a Collboni que o entraba en el Gobierno municipal o no habría presupuestos. Y está dispuesta a llevar su amenaza hasta las últimas consecuencias.

Un problema de "sillas"

Colau convocó al plenario del partido este martes por la tarde "para analizar el momento político actual con la mirada puesta en la votación de los presupuestos municipales presentados por el Gobierno del PSC, que tendrá lugar el próximo 22 de marzo". Hubo votación. Se pedía a los militantes si apoyaban votar no a los presupuestos en el caso de que el PSC "mantenga su negativa a acordar un gobierno progresista amplio". Es decir: o los comunes entran en el Gobierno municipal o el socialista debe olvidarse de su apoyo. El resultado fue de 165 votos a favor de no apoyar los presupuestos sin tajada de poder en el consistorio barcelonés. Hubo cinco votos en contra y cinco en blanco.

Lo malo es que Colau plantea sus reivindicaciones como un órdago: lo que pide a Collboni es inasumible para el socialista, porque en realidad Colau viene a exigir que se aplique completo el programa de Barcelona en Comú en detrimento del programa del PSC. De hecho, esta forma de negociar no es nueva: la exalcaldesa estuvo dos legislaturas lanzando órdagos semanales a la oposición y a sus socios de Gobierno. Ahora sigue igual, con la particularidad de que está en la oposición. Pero, desde las pasadas elecciones, los comunes no han dejado de convocar actos políticos, especialmente en fines de semana, para criticar las iniciativas de Collboni y desgastar al alcalde.

Foto: La exalcaldesa de Barcelona Ada Colau. (EFE/Marta Pérez)

"Los intereses de los comunes no son de proyectos. El 90% de sus reivindicaciones están contempladas en los presupuestos de Collboni. Lo que hace ahora Barcelona en Comú es salvar al soldado Ryan. De hecho, no dan ni una sola razón por la que rechazar los presupuestos. Su problema se llama sillas. Colau quiere una silla en el Gobierno municipal y, si no la tiene, está dispuesta a cargarse otros presupuestos de izquierdas, como hizo con los del Govern", acusan desde el PSC.

Tras el plenario, el partido hizo llegar a los activistas una suerte de argumentario sobre su postura en la ciudad de Barcelona. En él se enumeran propuestas y se dan argumentos para justificar la oposición a Collboni. Una de las cosas que llama la atención es que uno de los puntos señala la intención de "abrir un dentista municipal un 40% más barato, que solo será posible con un gobierno de izquierdas". Pero era medida fue anulada por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) en octubre de 2022.

A la yugular de Collboni

En su comunicación a los militantes, BeC señala que Collboni "no ha mostrado voluntad de construir un gobierno estable, fuerte y amplio que dé respuesta a las urgencias habitacionales y sociales de Barcelona". En este apartado, Colau propone "garantizar vivienda asequible con la medida del 30%", una directriz aprobada por ella la anterior legislativa que obliga a los constructores a destinar un tercio de la vivienda que construyan a alquiler social. Desde entonces, la construcción de nueva vivienda cayó en picado en la capital catalana. También propone "limitar el turismo masivo y sus efectos para el vecindario", "proteger el centro de la ciudad del turismo descontrolado" y "poner freno al descontrol de los alquileres turísticos y de temporada".

Pero no es solo eso: las dos primeras reivindicaciones son que Collboni aplique exactamente los mismos planes que Colau en sus mandatos, apostando por conectar el tranvía cortando la ciudad por la Diagonal (en lugar de implantar un carril exclusivo para autobuses eléctricos, que no hubiese necesitado de obras por más de 100 millones de euros) o por implantar las superillas en todos los barrios, lo que significa cargarse el racional Plan Cerdà de ordenación urbana y vetar al tráfico una serie de manzanas que serán eminentemente peatonales, pero que, en cambio, multiplican el tráfico en sus alrededores provocando un aumento considerable de la contaminación en estos contornos.

"El modelo de ciudad depende de las alianzas que escoja el alcalde y no estamos dispuestas a que cuestiones básicas como las superillas o la reserva del 30% de vivienda protegida se acaben acordando con la derecha y los grandes poderes económicos", argumenta al partido a los militantes. Por eso, destaca que "no podemos dar un cheque en blanco a unos presupuestos si no van acompañados de un acuerdo de gobierno capaz de impulsar las políticas que la ciudad necesita". Los comunes acusan a Collboni de haber iniciado "el rumbo a la derecha" y de que en sus primeros meses de legislatura "ha comenzado a deshacer las políticas emblemáticas del gobierno de Ada Colau". Para ello, recurre al viejo mantra de que Collboni "pone alfombras rojas a los lobbies". La guerra está servida.

El alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, lo tiene complicado para aprobar las cuentas de 2024. Los presupuestos de este año se dirimirán este viernes en un pleno municipal que promete ser movido, porque el alcalde tiene solo 10 de los 41 concejales del consistorio y, de momento, solo puede contar con los votos de los cinco de ERC, ya que los de Ada Colau se le resisten si no acepta compartir el poder en la cúpula del ayuntamiento. "Colau quiere entrar en el ayuntamiento por la vía penal, es decir, mediante amenazas. Eso es inaudito. Llega, amenaza y espera. Sus intenciones no son de desarrollar un modelo de ciudad, sino mantener poder, tener una silla", critican a El Confidencial fuentes del PSC.

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