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La herencia corrupta de Fèlix Millet todavía envenena el legado político de Convergència
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El Palau de la Música aún espera cobrar

La herencia corrupta de Fèlix Millet todavía envenena el legado político de Convergència

Mientras que buena parte de JxCAT quiere recuperar el espíritu y los liderazgos de CDC, la muerte del patricio comisionista vuelve a poner en evidencia el incómodo pasado convergente

Foto: Fèlix Millet. (EFE/Andreu Dalmau)
Fèlix Millet. (EFE/Andreu Dalmau)
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Fèlix Millet ha muerto, pero su herencia política aún colea en el Juzgado de lo Mercantil número 9 de Barcelona. El Palau de la Música sigue personado para intentar cobrar los 10 millones de euros que Millet nunca devolvió tras presidir y saquear la entidad cultural, que utilizó como sociedad pantalla para desviar fondos a CDC, según confirmó él mismo en el juicio del caso Palau. La causa acabó en la vía mercantil tras fracasar el intento de dilucidar en la Audiencia Provincial si PDeCAT y JxCAT eran herederos del mayor escándalo político de Cataluña.

La muerte de Millet llega en un momento político en el que el clamor es que “vuelve Convergència”. Vuelve Jordi Pujol. El gran revulsivo para las elecciones municipales es la candidatura de Xavier Trias en Barcelona. Pero para según qué cosas, Convergència no conviene que vuelva, y esa es una herencia política que no quiere nadie.

Foto: Fèlix Millet. (EFE/Archivo/Quique García) Opinión

JxCAT y el PDeCAT están sellando pactos electorales por toda Cataluña para estas municipales. Lo hacen después de haber convencido a la Audiencia de que no eran lo mismo. Aunque si nos atenemos a los hechos posteriores, tantas diferencias no hay. Pocos son los alcaldes que se atreven a volar en los próximos comicios sin el paraguas de la marca que controla Carles Puigdemont. El resultado final se asemeja mucho a la antigua CDC, esa para la que Millet cobraba el 4% de comisión: 2,5% para Convergència y el otro 1,5% que se repartía entre el 1% para él y el resto para su colega Jordi Montull.

Los dos partidos han eludido el riesgo legal de que se les puedan reclamar 10 millones de euros, una iniciativa que se repartiese como se repartiese llevaría a la quiebra a ambas formaciones. Pero políticamente quedan en evidencia. La situación de CDC resulta todavía más comprometida. Pero es evidente, según fuentes jurídicas cercanas al Palau, que la entidad no espera ya cobrar. Antes van Hacienda, la Seguridad Social y el resto de acreedores. Cuando le toque, ya no quedará nada para la entidad afectada.

El peso de Millet

El peso de Millet y sus prácticas corruptas fue enorme. Ahora se juzgará el caso del 3%, donde las prácticas que se consolidaron en el Palau durante décadas se extendieron mucho más allá de la entidad. Las mismas en distintos lugares.

Foto: Fèlix Millet en una imagen de archivo. (EFE/Andreu Dalmau)

El periodista Jordi Panyella, autor del libro Fèlix Millet, el gran impostor, reflexionaba este jueves en Catalunya Ràdio que Millet se había llevado a la tumba los nombres de muchos estrechos colaboradores en la política sin los que no hubiera sido posible hacer algo así.

Una marca quemada

Artur Mas consideró en su momento que la marca CDC estaba quemada. Primero apostó por Junts pel Sí. Luego por el PDeCAT, mientras que JxCAT ya fue un invento de Puigdemont al que Mas no se vio con coraje para seguir. Por Fèlix Millet, por las prácticas corruptas del partido y por el escándalo de la confesión de Jordi Pujol, las siglas CDC parecían amortizadas de manera definitiva. Pero con Laura Borràs en el banquillo, el expresidente huido en Bélgica y las encuestas bajando, son muchos los que piensan que el heredero del pujolismo se precipitó a la hora de enterrar el artefacto convergente.

Ahora muchos añoran en Cataluña la marca que Artur Mas consideró que estaba quemada

Con la Justicia de su parte, ahora ambos partidos pueden intentar volver a confluir, tal y como están haciendo para las municipales. Es la gran jugada del secretario general, Jordi Turull, que gracias a eso se llevará la victoria en cientos de municipios de Lleida y podrá enmascarar un más que probable fracaso en las elecciones locales.

Vuelve Convergència, pero no se sabe qué hacer con el procés, cómo gestionar esa derrota y cómo reconducir a un electorado desencantado. Trias rehúye las siglas, pero está desubicado en muchos actos del partido. Vuelve Convergència, aunque es la misma a la que el Palau de la Música aún exige responsabilidades por todo lo ocurrido.

Fèlix Millet ha muerto, pero su herencia política aún colea en el Juzgado de lo Mercantil número 9 de Barcelona. El Palau de la Música sigue personado para intentar cobrar los 10 millones de euros que Millet nunca devolvió tras presidir y saquear la entidad cultural, que utilizó como sociedad pantalla para desviar fondos a CDC, según confirmó él mismo en el juicio del caso Palau. La causa acabó en la vía mercantil tras fracasar el intento de dilucidar en la Audiencia Provincial si PDeCAT y JxCAT eran herederos del mayor escándalo político de Cataluña.

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