La odisea de conseguir piso en Barcelona: precios exorbitantes y requisitos duros

4.000 euros de depósito, una nómina prestada y varias entrevistas. Esos fueron los requisitos que debió cumplir Carina Singer hace cuatro años cuando consiguió su piso en Barcelona. Poco importó que tuviera ingresos fijos mensuales como informática autónoma y que viviera en la ciudad hace décadas. Poco sirvió que tuviese en consideración más de cien pisos en su búsqueda. "Me estoy anticipando al final del contrato y tengo terror porque sé que la cosa está peor ahora: las inmobiliarias llegan a pedir los papeles por WhatsApp antes de verte la cara 'para no perder el tiempo'", relata a El Confidencial la inquilina.

Mauro es argentino y pidió no ser identificado por su apellido. Llegó en marzo de 2022 con su pareja y un perro. Estuvo casi un mes buscando un piso asequible. "Lo que se publicaba a la mañana se alquilaba por la tarde, no nos daba tiempo a nada", recuerda. Los casos de Mauro y Carina replican los de cientos de personas en esta ciudad. Precios altos y requisitos duros son el síntoma de un problema complejo: la escasez de propiedades en alquiler frente a una demanda muy alta.

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El Observatorio Metropolitano de la Vivienda (OHB por sus siglas en Catalán) señala que los alquileres subieron tres veces más que los ingresos de las familias en Cataluña y una encuesta del ayuntamiento revela que solo un 13,7% de los jóvenes entre 25 y 34 años puede darse el lujo de no compartir piso. Barcelona es la ciudad con los alquileres más caros de España, con un precio medio de 17,4 euros por metro cuadrado al mes. Le siguen Madrid (15,9 euros) y San Sebastián (15,5 euros). El distrito más caro es el que aloja al Tibidabo: Sarrià - Sant Gervasi registrarba un precio medio de 1.265 euros a principios de 2022.

"Los precios en Barcelona se deben a que tiene unos límites geográficos muy marcados: de un lado está el mar y del otro la montaña", explica Óscar Gorgues, Gerente de la Cámara de la Propiedad Urbana de Barcelona. "La demanda ha crecido en los últimos años y la oferta se ha mantenido estable. Solo durante la pandemia hubo un incremento de oferta porque muchas familias debieron compartir piso por su mala situación económica".

Colau no ha salvado a los inquilinos

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, llegó a la alcaldía en 2015 tras un lustro como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. El acceso a la vivienda fue una de sus banderas, pero no ha podido evitar que los precios hayan subido un 25% desde que tomó el bastón de mando. De hecho, esta misma semana, en una entrevista en La Sexta reconoció las limitaciones del Ayuntamiento para mejorar la situación de los inquilinos. Directamente, Colau pidió a Pedro Sánchez que congele el precio de los alquileres, "es quien tiene la potestad para hacerlo", remarcó.

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Limitar los precios es una medida no exenta de polémica. En septiembre de 2020, la Generalitat puso en vigor una ley para regular los precios de los alquileres en zonas tensionadas de 61 municipios de Cataluña. La norma establecía precios máximos de referencia para el arrendamiento de viviendas según el distrito. Casi 170.000 contratos se firmaron bajo ese régimen. Sin embargo, en abril de este año, el Tribunal Constitucional determinó la ley invadía competencias del Estado y anuló once artículos.

Los partidarios de la regulación argumentan que durante ese período se registró una bajada media del 1,4% en los precios de alquileres de Cataluña, pero desde la Cámara de la Propiedad Urbana de Barcelona contrargumentan que el vaivén no se puede achacar a la norma. "Los precios bajaron con la misma fuerza en otros distritos donde no regía la ley, impulsados por la crisis económica vinculada a la pandemia", matizan.

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Los operadores inmobiliarios aseguran además que la regulación es un tema delicado, ya que "cualquier intromisión en la ley de oferta y demanda puede tener efectos que pongan más presión a los inquilinos con menos recursos". Es decir, se puede producir un efecto "huida" del alquiler que haga disminuir la oferta, encareciendo aún más los precios.

Una solución sería aumentar la oferta construyendo más pisos. Otra, disminuir la demanda fomentando que la gente se mude a zonas menos pobladas a través de oportunidades laborales o beneficios económicos. Ninguna de estas soluciones es de corto plazo. Mientras tanto, alquilar un piso en Barcelona sigue y seguirá siendo una verdadera odisea.