Aragonès retoma la agenda internacional para evitar que Puigdemont se la arrebate

El presidente del Gobierno catalán, Pere Aragonès, retomará la agenda internacional con una serie de viajes oficiales, en los que se reafirmará el papel del 'president' de la Generalitat como máximo responsable de la política exterior catalana, según confirman fuentes de la Administración catalana. La asunción de este rol implica desafiar los designios de Carles Puigdemont desde Bruselas, que aspira a que el Consell per la República tutele la política exterior del Gobierno autonómico catalán. Puigdemont llegó a presentar un Ministerio de Exteriores de la Cataluña Libre, su última ocurrencia desde Waterloo. El teórico ministerio no tiene ministro aún, pero Puigdemont había anunciado su voluntad de que actúe “de manera complementaria a la Generalitat”. Un deseo que desde Palau ni se contempla ni se refleja en el día a día del Ejecutivo.

Tras el pulso por la política exterior, hay un trasfondo más profundo. ERC defiende que sea Aragonès quien lidere el independentismo catalán, para explotar que ocupa la presidencia de la Generalitat. A lo mismo aspira Puigdemont desde Bélgica: acaudillar un movimiento desde su óptica legitimista y octubrista. Pero el problema de este planteamiento es: si Puigdemont es el 'president' legítimo, ¿qué es Aragonès? Por eso, desde la presidencia de la Generalitat se prefieren ignorar las pretensiones de Waterloo de tutelar la política exterior de la Administración catalana.

La Generalitat no ha querido concretar a qué países viajará Aragonès, pero sí ha confirmado que su rol en política internacional se verá reforzado en este segundo año de legislatura.

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Marcos Lamelas. Barcelona

Hasta ahora, la pandemia había impedido que Aragonès viajara fuera de España. Pero con el final de la sexta ola, una de las prioridades es retomar la proyección exterior, y más ahora en que Ucrania y su crisis bélica han puesto en primera línea de la agenda mediática los temas internacionales.

En la crisis ucraniana, Pere Aragonès se ha alineado sin dudarlo con España y con la UE: mantenimiento de la unidad territorial de Ucrania, solidaridad con el pueblo ucraniano y envío de armas de manera directa desde España. Ni Puigdemont ni otras personas de la propia ERC, como Gabriel Rufián, se han posicionado con tanta firmeza en este conflicto en el país eslavo.

Este divorcio entre la política exterior de la Generalitat, en la que ahora Aragonès reclama su protagonismo, y la que quiere marcar Puigdemont desde Bélgica también refleja tensiones más profundas en el seno del independentismo. Hasta ahora, Aragonès había marcado ciertas distancias con los intentos de la 'consellera' de Acció Exterior, Victòria Alsina, de armonizar la gestión de su departamento con los postulados de Puigdemont.

Seis meses de negociaciones

El independentismo lleva seis meses negociando para pactar el nuevo rol del Consell per la República. Lo han hecho en secreto, en reuniones a seis en las que la Generalitat no ha participado como institución, pero sí lo han hecho ERC, JxCAT, la CUP, Òmnium Cultural, la ANC y el Consell per la República, que aspira a liderarlos a todos desde Bélgica.

Fracasan los intentos de consensuar un futuro rol para el Consell per la República

Las reuniones han acabado sin acuerdo. En JxCAT, culpan a ERC por no querer participar en el Consell per la República. Los republicanos alegan que ha de ser Aragonès quien lidere la refundación del independentismo y esa fue la voluntad que demostró en su conferencia del primer aniversario de las elecciones que le llevaron a la presidencia.

Distintos puntos de vista

Desde ERC, se recuerda que el Consell per la República llevó a cabo sus elecciones, creó un Parlament paralelo y ha seguido forzando posicionamientos que no son propiamente los de la Generalitat, en concreto en temas internacionales, como es el caso de la guerra en Ucrania. Los de Puigdemont prefirieron que el ente belga siguiera con su día a día y no esperase al resultado de las negociaciones. A juicio de los republicanos, desde Waterloo no se ha querido buscar una armonización de posiciones, sino imponer un liderazgo basado en la legitimidad del exilio.

El fracaso de esta serie de contactos implica consecuencias más allá de la política exterior de la Generalitat. Al naufragar estas conversaciones y no encontrar la manera de que el Consell per la República encuentre su papel, el independentismo se muestra incapaz de volver a tener un Estado Mayor —como el que lideró el intento de sedición de 2017— y también carece de una hoja de ruta consensuada para un segundo intento de separarse de España.