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Jordi Cuixart deja la presidencia de Òmnium tras una década agitando las calles catalanas
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No se presenta a la reelección

Jordi Cuixart deja la presidencia de Òmnium tras una década agitando las calles catalanas

El activista acusa mucho desgaste desde el indulto en junio de 2020 y críticas feroces desde algunos sectores soberanistas

Foto: Jordi Cuixart. (EFE/Alejandro García)
Jordi Cuixart. (EFE/Alejandro García)

Jordi Cuixart, presidente de Òmniuim Cultural, la entidad que junto a la Asamblea Nacional Catalana (ANC) ha movilizado las calles de Cataluña durante el último decenio, deja su cargo. Ni él ni el vicepresidente Marcel Mauri repetirán tras la Asamblea que la entidad realizará el 26 de febrero para renovar a su cúpula. Cuixart es el hombre que hizo crecer a Òmnium de apenas 30.000 afiliados a casi 200.000 en estos últimos años, arrollando a la ANC. Y fue también el líder que popularizó el eslogan ‘Lo volveremos a hacer’, convertido en el grito de guerra del independentismo más intransigente. Aun así, el Gobierno español le concedió el verano pasado el indulto, ya que había sido condenado a nueve años de prisión por sedición.

Con Cuixart se va un trozo del movimiento independentista catalán, aunque él afirma que seguirá en el activismo callejero. De hecho, su figura había sido puesta en entredicho en los últimos meses y los círculos más radicales incluso le acusaban de traidor por tender puentes de diálogo con el constitucionalismo y por no adoptar posiciones más extremistas y llevar a Òmnium directamente a la confrontación con el Estado.

Desde la entidad, se afirma que Cuixart se va con los deberes hechos: “Nos hemos movilizado para conseguir la amnistía para las personas represaliadas. Hemos presentado un recurso en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para condenar al Estado. Hemos defendido la lengua, el audiovisual en catalán y el modelo de escuela catalana. Y nos hemos aferrado como nunca a la cultura, porque es fuente de resistencia y resistir es vencer. Después de 60 años de lucha y compromiso, comenzamos el 2022 con más de 190.000 socios con los cuales defenderemos los derechos civiles, la lengua, la cohesión social y la cultura para construir un país libre”, advertía Òmnium para hacer un balance del año pasado y celebrar la llegada del nuevo.

Cuixart hizo pública la decisión en una entrevista en RAC1. “Tocan nuevos liderazgos y nadie es imprescindible”, alegó. Su análisis es que “esto no va de personas, va de colectivos. Estoy seguro de que la nueva junta se dejará la piel como hemos hecho nosotros”. Por ello, se puso ya a disposición de los que vendrán: su puesto será ocupado por el filósofo (y presidente de la Fundació Tàpies) Xavier Antich, uno de los habituales en las plataformas serias independentistas. “Soy un activista. Me pongo a disposición de Òmnium y del país, pero desde el activismo”.

Una espinita clavada

Partidario de la unidad de acción del independentismo, su lucha constante fue la elaboración de una lista única. "No podemos renunciar a Puigdemont, Junqueras o Gabriel, pero es obvio que, en la situación actual, en que es precisa una estrategia compartida, se necesitan nuevos liderazgos que propicien que se pueda llevar a cabo esa estrategia compartida". Esa es la espina, la de la lista única, que le quedará clavada en la garganta porque es un sueño que solo pudo ver cumplido —en parte— en el 2015, cuando CiU y ERC acudieron juntas a las urnas en la candidatura Junts pel Sí (JxS). Faltaba, no obstante, la CUP, que nunca quiso entrar en componendas electorales.

Foto: El presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart. (EFE)

A Cuixart le tocó vivir la etapa más dura del ‘procés’. Su papel en los hechos del 20 de septiembre de 2017 (cuando una multitud azuzada por Òmnium y la ANC ‘secuestró’ a una comitiva judicial toda una noche en la sede de la Vicepresidencia de la Generalitat, hechos por los que Cuixart fue condenado junto a su homólogo de la ANC, Jordi Sánchez) supusieron un punto de inflexión. Menos de dos meses más tarde, ingresaba en prisión, de la que saldría indultado en junio del 2021, con la promesa de seguir haciendo lo mismo. “Tengo mucha esperanza, pero también pragmatismo”, afirmó hace tan solo dos meses. Tanto pragmatismo que se permite afirmar sin rubor que, “si nos han acabado sacando de la prisión, no ha sido porque Pedro Sánchez se haya convertido de sopetón en muy buena persona y le haya sabido mal el sufrimiento de nuestras familias, sino por la presión internacional y todos los frentes de lucha que nos representan”. Sin embargo, el ‘conflicto catalán’ no tiene eco en el panorama internacional, más allá de las resoluciones o informes de organismos parciales que son solicitados a la carta por los propios independentistas, y muchas veces pagando elevadas sumas.

Ese pragmatismo le permitió también en agosto pasado participar como pregonero en las populares fiestas del barrio de Gràcia, en Barcelona, en las que salió al balcón acompañado por la alcaldesa, Ada Colau, que fue abucheada y silbada por los presentes. Cuixart arrebató el micrófono a Colau para afear esa actitud del público, lo que fue duramente criticado por diversos sectores independentistas. La propia Aurora Madaula —entonces diputada y hoy miembro de la Mesa del Parlament— le recordó al presidente de Òmnium que: “Las luchas compartidas son por la libertad. Para poder silbar, criticar o no votar a quien no te gusta. Para silbar, abuchear y denunciar a los que, por asaltar los cielos, abren cloacas y pactan con la extrema derecha. Silbemos hasta que queden sordos”.

El abrazo con Iceta

Otra de las imágenes por las que fue crucificado por algunos sectores soberanistas es por un abrazo que se dio con el entonces líder del PSC y hoy ministro Miquel Iceta poco antes de salir en libertad con el indulto. Los ‘hiperventilados’ extremistas se cebaron con Cuixart en las redes tildándolo de 'españolista' y de 'botifler' (traidor). Y el pragmatismo le llevó también a afirmar en 2020, cuando Fiscalía recurrió uno de sus frecuentes permisos carcelarios: “Rechazamos el indulto y cualquier medida o chantaje, por mucho que pretenda condicionar un permiso, que implique renunciar a la lucha por la autodeterminación mediante el ejercicio de derechos fundamentales”. Como anécdota, cabe recordar que, tal y como desveló El Confidencial, durante los años que estuvo en prisión, su principal empresa recibió del Gobierno español la nada despreciable cantidad de casi 600.000 euros anuales: el activista estaba con una mano dando con el mazo al Estado español y con la otra mano recibía una generosa ayuda pública a fondo perdido.

Foto: El president y Junqueras piden la libertad de los 'Jordis'

El pasado 14 de diciembre el TEDH le comunicó (en catalán) la admisión a trámite de la querella que había interpuesto contra el Estado español por el juicio del 1-O en el que fue condenado. “La demanda será examinada por el Tribunal tan pronto como sea posible en base a los documentos y las informaciones entregadas. El procedimiento es, en principio, escrito y no es necesario que comparezca personalmente, salvo que el Tribunal así lo requiera. Las decisiones que éste adopte le serán comunicadas debidamente”, decía la comunicación europea enviada a los letrados del presidente de Òmnium.

El pasado mes de noviembre, publicó su libro ‘Aprendizajes y una propuesta’, que recogía sus reflexiones durante los días de prisión. En él, reclama un nuevo referéndum, lo que desde algunos círculos del independentismo le suscitó acerbas críticas, ya que en sectores soberanistas se considera que el único referéndum válido es el del 1 de octubre de 2017 y que lo que han de hacer los políticos es levantar la suspensión de la declaración de independencia votada el 27 de octubre de aquel año en el Parlament de Cataluña. La exconsejera de Educación Clara Ponsatí (hoy eurodiputada), fugada junto a Carles Puigdemont, fue una de las principales detractoras de la propuesta de Cuixart. Ese desencuentro con algunos sectores del independentismo es otra de las espinas clavadas que se lleva de su paso por Òmnium.

"Si nos han acabado sacando de la prisión, no ha sido porque Pedro Sánchez se haya convertido de sopetón en muy buena persona"

Hace apenas dos semanas, firmó un escrito junto a varios ex directores generales y expresidentes de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA, el organismo que controla TV3 y Catalunya Ràdio) en el que reclamaba más dinero para la televisión pública de Cataluña, con el objetivo de “vivir plenamente en catalán”.

Lo cierto es que se va el pepito grillo del independentismo catalán, el líder que, al margen de los partidos, ha marcado el paso de la calle, superando y anulando la influencia de la ANC como fenómeno de masas. Es el hombre que periódicamente advertía a los políticos soberanistas que iban hacia el precipicio, que estaban desorientados… y que debían seguir sus consignas, “porque es inaplazable una estrategia compartida de país”. Un activista, como les gusta definirlo a sus allegados, con “una visión de Estado”. Catalán, por supuesto.

Jordi Cuixart, presidente de Òmniuim Cultural, la entidad que junto a la Asamblea Nacional Catalana (ANC) ha movilizado las calles de Cataluña durante el último decenio, deja su cargo. Ni él ni el vicepresidente Marcel Mauri repetirán tras la Asamblea que la entidad realizará el 26 de febrero para renovar a su cúpula. Cuixart es el hombre que hizo crecer a Òmnium de apenas 30.000 afiliados a casi 200.000 en estos últimos años, arrollando a la ANC. Y fue también el líder que popularizó el eslogan ‘Lo volveremos a hacer’, convertido en el grito de guerra del independentismo más intransigente. Aun así, el Gobierno español le concedió el verano pasado el indulto, ya que había sido condenado a nueve años de prisión por sedición.

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