Diada 'trampa' para ERC: Aragonès llega más debilitado para negociar con Sánchez
El 11-S estaba diseñado para presionar a Esquerra antes de la mesa de diálogo. Aragonès, cuestionado por las bases soberanistas, llegará aún más débil a la negociación con Moncloa
Ni tanto ni tan poco. La Diada de 2021 no resultó un fracaso en términos de movilización, aunque desde algunos círculos independentistas se ha querido vender como un gran éxito. Los organizadores cifraron en 400.000 los asistentes, una cifra que a primera vista parece exagerada. La Guardia Urbana, que se basa en criterios físicos, de capacidad del espacio, rebajó la asistencia a 108.000 participantes. "Esta Diada se ha demostrado que el independentismo sigue vivo y movilizado. Es la principal enseñanza que nos deja la jornada", resume a El Confidencial un alto cargo del Govern.
De hecho, hubo más público del esperado, pero lejos de las expectativas que se habían marcado desde la Asamblea Nacional Catalana (ANC). El 'pinchazo' se hizo evidente cuando la ANC suspendió la inscripción previa, que hacía cada año para poder controlar las masivas manifestaciones de la última década. No hubo tanta movilización como se pretendía. De nada valieron los llamamientos de la ANC, de Òmnium Cultural, de la miríada de medios independentistas, de los principales partidos independentistas o del propio Govern, que estuvo también en la calle detrás de la pancarta con el lema 'Luchemos y ganemos la independencia'.
El independentismo se apresuró a decir que esta es la manifestación más grande celebrada en Europa… en tiempos de covid. De hecho, tiene su mérito movilizar a más de 100.000 personas tras dos años en el dique seco por la crisis sanitaria y con un activismo cansado y dolido. Cansado, porque les van dando largas con el tema del 'procés'; dolido, porque los ciudadanos soberanistas ven cómo las fuerzas independentistas se despellejan entre ellas y cómo los enfrentamientos internos y los cálculos partidistas dinamitan una estrategia unitaria.
Pero concurre otra circunstancia que hace especial este 11 de septiembre: estamos a menos de una semana para que se retome la mesa de diálogo entre los Gobiernos central y catalán. De ahí que la Diada de 2021 haya servido para que el independentismo aprovechase para presionar a Esquerra Republicana (ERC), a la que sus rivales pretenden restar fuerza y legitimidad en esa mesa con Moncloa.
ERC en la diana
Esta ha sido una Diada contra ERC. El objetivo era poner en el disparadero la principal cita política de Cataluña para los próximos años. Junts per Catalunya (JxCat) lleva avisando desde hace meses de que la mesa de diálogo será un fracaso, lo mismo que hacen la ANC y Òmnium. La CUP, directamente, rechaza cualquier negociación. Los actos nocturnos del viernes fueron un mal augurio. Un grupo abucheó y llamó "traidor" a Oriol Junqueras, líder de ERC que volvía a la Diada tras su condena a prisión. El dirigente se defendió como pudo de las críticas. "De igual forma que no nos han hecho callar las prisiones, tampoco nos harán callar ni los indultos ni las amenazas".
Todo el espectro independentista ajeno a Esquerra no solo desea que el diálogo fracase, sino que trabajará para que ello ocurra. La CUP lo dice claramente: no quiere estabilidad, sino desestabilización, porque solo así se pueden crear las condiciones necesarias para la secesión. El portavoz 'cupero', Edgar Fernández, presente en la manifestación de la ANC, aseguró que la mesa de diálogo "es un simple ejercicio para favorecer la estabilidad y la gobernabilidad", por lo que llamó a evitarlo y a avanzar en la confrontación con el Estado. Otras fuerzas lo piensan, pero no lo dicen.
En esta coyuntura, la presión a los republicanos ha sido brutal en esta jornada. El espíritu de esa estrategia de 'pressing ERC' se resume en el ambiente plasmado a la llegada del 'president' Pere Aragonès a la manifestación en el cruce de Urquinaona con Fontanella, junto a su mano derecha en el Govern, Laura Vilagrà, consellera de Presidencia, y a Roger Torrent, conseller de Trabajo, además de Oriol Junqueras y los exconsellers Raül Romeva (indultado) y Meritxell Serret. Una parte de los asistentes lo recibieron con gritos de "¡President, president!", mientras que otra parte le dedicó silbidos con gritos de '¡In, inde, independencia!'.
El mejor retrato que se puede hacer del espíritu de este 11-S se condensa en un revelador tuit del actor Lluís Marco, el inolvidable doctor Antonio Dávila de '‘Hospital Central' (y doblador habitual de Ben Kingsley, Harvey Keitel o Danny DeVito): "Yo iré a la manifestación del 11 de septiembre para desacreditar a ERC y al señor Junqueras del mal uso que hacen del voto independentista", lanzó a las redes junto a una fotografía de Carles Puigdemont con el lema ‘Never surrender’.
Jo aniré a la manifestació del 11 de Setembre per desacreditar a ERC i el Sr Junqueras del mal us que fan del vot independentista pic.twitter.com/ISeZ0aW1ML
— Lluís Marco (@LluisMarco1) September 10, 2021
Pero el activismo de salón y el tacticismo de algunas fuerzas ha provocado justamente lo contrario de lo que pretendía: agrandar la brecha entre las facciones soberanistas.
Desde ERC se apuesta por abrir el diálogo con Madrid. "Lo malo es que unos hacen ruido mientras los otros trabajan", subraya un alto cargo de Esquerra a este diario. Reconoce esta fuente que "la CUP y Òmnium, por ejemplo, hacen su discurso. No se esconden y plantean su estrategia. Pero hay quien no tiene argumentos". Sobre los pitos y abucheos a Oriol Junqueras durante un acto la víspera de la Diada, o al propio Aragonès en la manifestación oficial de la Diada, argumentan que "cuando no se tiene un proyecto, pasa esto. Así se construye un país pequeño y enfadado. Es una manera de funcionar que acaba en gritos y en actos ridículos. Estas actitudes empequeñecen el movimiento".
Dos independentismos
Pero advierten desde ERC que comienza una nueva etapa. Por primera vez en casi un siglo (durante la dictadura de Franco no hubo elecciones aunque se preservase la institución en el exilio), ERC está en la Presidencia de la Generalitat y quiere enterrar una etapa de enfrentamientos con el Estado español. "Hemos de comprender que se ha cerrado un ciclo. Ya no estamos en el 2015, cuando se realizaban grandes concentraciones. Ahora es época del covid y con una coyuntura diferente. Esta Diada se ha demostrado que el independentismo ha salido reforzado, aunque también se ha puesto de manifiesto que hay dos independentismos: uno es serio, que continúa trabajando, que no se hunde, que no hace actos ridículos en el Parlament para darse medallas a sí mismo", explica a El Confidencial un alto dirigente soberanista.
Es difícil predecir los logros de la mesa de diálogo o si el ‘pressing ERC’ que practican sus rivales puede influir en los resultados. Pero lo importante es que hay un independentismo serio y representativo que quiere trabajar. “Nosotros haremos lo que sabemos hacer: practicar una política de contenido. Lo malo es que otros no saben qué harán”, afirman en Esquerra.
Elisenda Paluzie, al término de la manifestación, se dirigió a Pere Aragonès. "'President', haga la independencia. Nos tendréis siempre al lado", porque "queríamos la libertad completa de nuestro pueblo y no la tenemos todavía". "En nuestra causa, solo la independencia es libertad", subrayó la activista. Su colega Jordi Cuixart, presidente de Òmnium, volvió a pedir la unidad de acción y repitió sus consignas: "Lo volveremos a hacer. Nuestro límite es la independencia. Sabemos que nuestra lucha no ha acabado, pero ellos saben que no han ganado", clamó en su mitin. "El soberanismo ha demostrado que tiene una capacidad de movilización envidiable", aseguró al término de la manifestación a Catalunya Ràdio, la emisora pública. "Es preciso tener claro que la sociedad civil presiona, ejerce derechos fundamentales y los políticos, de aquí y de allá, harán muy bien en escuchar su voz".
Pero desde ERC señalan a este diario que el partido no se ha visto influenciado por la presión de esta Diada, al contrario. "Sabemos lo que tenemos que hacer. Lo que se ha puesto de manifiesto hoy [ayer para el lector] es la diferencia que hay entre dos independentismos. Solo hay que comparar las medallas que ha concedido la Generalitat y las medallas que ha concedido el Parlament". La cámara legislativa, presidida por Laura Borràs (JxCat) otorgó su medalla de honor "a las personas víctimas de la represión y a los colectivos jurídicos que las defienden". Las medallas de oro de la Generalitat, presidida por Pere Aragonès (ERC), fueron para el economista Arcadi Oliveras, a título póstumo, y para la científica Josefina Castellví, pionera de la investigación española en la Antártida. Dos independentismos y dos maneras diferentes de entender la gestión pública, también.
Dos detenidos
Finalmente se registraron pocos incidentes. No les costó a los antidisturbios desplazar a los alborotadores de los aledaños del edificio y a las 9.30 de la noche quedaban tan solo algunos grupos dispersos por las cercanías de Via Laietana y de plaza Urquinaona, con poca fuerza y menos ganas de seguir practicando el ‘mambo’. Durante los disturbios hubo, al menos, dos detenidos. Uno de ellos fue llevado en volandas por un policía hasta el furgón policial.
“Así detuvieron a empujones y golpes de porra a este muchacho los Mossos durante los altercados ante la Jefatura Superior de la Policía Nacional, que se han saldado con dos detenidos: uno por desórdenes públicos y el otro por atentado a la autoridad. La Brimo se lo llevó detenido a la furgona”, decía un mensaje difundido por redes sociales por ‘L’Alerta’, con un vídeo del incidente, en el que no se ve ningún empujón policial ni ningún porrazo.
Ni tanto ni tan poco. La Diada de 2021 no resultó un fracaso en términos de movilización, aunque desde algunos círculos independentistas se ha querido vender como un gran éxito. Los organizadores cifraron en 400.000 los asistentes, una cifra que a primera vista parece exagerada. La Guardia Urbana, que se basa en criterios físicos, de capacidad del espacio, rebajó la asistencia a 108.000 participantes. "Esta Diada se ha demostrado que el independentismo sigue vivo y movilizado. Es la principal enseñanza que nos deja la jornada", resume a El Confidencial un alto cargo del Govern.