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La manifestación de la Diada pide unidad al independentismo y desprecia los indultos
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La manifestación de la Diada pide unidad al independentismo y desprecia los indultos

Cuixart fue el más aplaudido. Hizo un discurso demagógico, capaz de mezclar a Puigdemont, la subida de luz y el derecho a la felicidad

Foto: La manifestación de la Diada de 2021. (Reuters)
La manifestación de la Diada de 2021. (Reuters)

La marcha organizada de la ANC para conmemorar la Diada de 2021 fue un éxito. Y el supuesto morbo, sobre si los políticos serían silbados o increpados, no fue así. Hubo algunas protestas, pero muy aisladas, como el espontáneo que se plantó ante la cabecera de la manifestación en Via Laietana. Y una vez más, Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, y su ejecutivo jugaron en casa y estuvieron muy cómodos. El resultado fue el mismo que otros años. La base social del independentismo sigue ahí. Eso sí, la principal reivindicación fue para los políticos soberanistas. Se les pedía unidad. La calle y los parlamentos añadieron otra cosa el desprecio a los indultos insistiendo en una idea: "Ni oblit ni perdó" –ni olvido ni perdón–.

Jordi Cuixart fue el más aplaudido. Hizo un discurso demagógico, capaz de mezclar a Puigdemont, la subida de luz y el derecho a la felicidad. "No hay más proyecto político en España que la represión, represión y más represión". Negó que España fuese una democracia y pidió a los partidos independentistas "una estrategia compartida para estar a la altura del momento". Y acabó con su mítico "Ho tornarem a fer". Como si no hubiese sido indultado.

En la misma línea fue Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, que abogó por el consumo estratégico, pero advirtió que "con la gente no hay suficiente". "Nos hace falta liderazgo estratégico y político. No podemos esperar nada del Estado español porque en Madrid interpreta las peticiones como debilidad", señalado antes de pedir que no se desaproveche el tener el 52% del voto independentista. "Hace unos años la querida Carmen dijo 'president posi les urnes'. Ahora le decimos: 'President haga la independencia'", exigió Paluzie, que evitó concretar más.

placeholder Jordi Cuixart (c) junto a Elisenda Paluzie (i). (EFE)
Jordi Cuixart (c) junto a Elisenda Paluzie (i). (EFE)

"¡Mensaje para España, hay mucha gente: que se jodan, que se jodan, que se jodan!", explotó Jordi Gaseni, presidente de la Associación de Municipis per la Independència (AMI). La manifestación fue pacífica, pero más bronca y amarga que la de otros años.

La manifestación de la ANC para conmemorar la Diada fue la más tensa de los últimos años. Uno de los orgullos de otros años era "ni un paper a terra" (ni un papel en el suelo). No fue el caso. Contra la comisaría de la Policía Nacional, situada en Via Laietana, se lanzaron aviones de papel y rollos de papel higiénico. También hubo gritos de "¡fuera las fuerzas de ocupación!". E intentos de mover los bloques de barreras que protegían el edificio. Y los antidisturbios de los Mossos preparado para actuar. Y solo eran las 18:30 horas. Demasiado pronto. La manifestación fue relativamente tranquila, pero la frustración estaba ahí.

Alta asistencia

La organización cifró la asistencia en 400.000 personas. La Guardia Urbana la cifró en 108.000 asistentes. Muchos en cualquier caso. Si a Pedro Sánchez le gusta la resiliencia, en Cataluña tiene un buen ejemplo. Los líderes independentistas no tienen plan ni hoja de ruta y muchos de los asistentes estaban en contra de la Mesa de Diálogo. Pero dio igual.

Especialmente activo estuvo Jordi Cuixart en la cabecera, al lado de la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie. Todo el rato animando. Había momentos en Via Laietana que parecía que quería empujar él solo toda la manifestación, agitando sus brazos por encima de la cabeza. La expresidenta del Parlament, Carme Forcadell, también estaba en la misma cabecera, pero se comportó de un modo mucho más comedido.

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Era la primera vez que los presos podían participar en la Diada en cuatro años. Muchos de los asistentes buscaban hacerse selfies con ellos. En este sentido el cercano Josep Rull fue uno de los más cercanos. Esta escena de "reencuentro" fue una de las ideas fuerzas que estuvo vendiendo la organización desde el mediodía. En medio del tono de confusión general no era raro ver pancarta con leyendas como "Ni oblit ni perdó" (ni olvido ni perdón), lo que resultaba irónico porque esos presos podían estar en la manifestación si alguien no hubiese perdonado, en este caso el Gobierno de Pedro Sánchez, aplicando el indulto.

La manifestación de la ANC llenó sobradamente Via Laietana, pero eso era mucho más fácil que llenar la Diagonal. En algunos momentos había gente desde la parte baja de Via Laietana, donde estaba la cabecera de la manifestación, hasta Pau Claris con Gran Via, donde acaba la marcha y que tardó mucho en poder avanzar. Kilómetro y medio de personas, muchas cuatro años después de la debacle de 2017.

La salud es lo primero, a veces

La gente estaba muy cerca y muchos sin mascarilla. Todo el Govern, a excepción del conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, acudió a la manifestación. Sorprendía que se hubiese sumado el conseller de Salut, Josep Maria Argimon, dada la aglomeración de gente, la falta de distancia social y que muchos de ellos iban sin mascarilla o con la mascarilla bajada. Cataluña acaba de superar la quinta ola del coronavirus y ya ha decidido que la independencia está por encima de todo, incluida la salud. Difícilmente se pueden censurar los botellones en términos de salud pública si luego hay manifestaciones de este tipo con todos los parabienes de la administración.

Había menos gente que en 2019, año comparable, ya que la concentración de 2020 fue simbólica a causa de la pandemia. La manifestación fue un acto de resistencia del independentismo, que dividido y desanimado todavía fue capaz de tomar la calle y dar una muestra de fuerza en términos de movilización. Ya son nueve años de grandes manifestaciones desde la de 2012.

La marcha organizada de la ANC para conmemorar la Diada de 2021 fue un éxito. Y el supuesto morbo, sobre si los políticos serían silbados o increpados, no fue así. Hubo algunas protestas, pero muy aisladas, como el espontáneo que se plantó ante la cabecera de la manifestación en Via Laietana. Y una vez más, Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, y su ejecutivo jugaron en casa y estuvieron muy cómodos. El resultado fue el mismo que otros años. La base social del independentismo sigue ahí. Eso sí, la principal reivindicación fue para los políticos soberanistas. Se les pedía unidad. La calle y los parlamentos añadieron otra cosa el desprecio a los indultos insistiendo en una idea: "Ni oblit ni perdó" –ni olvido ni perdón–.

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