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La CUP afronta este 14-F sus elecciones catalanas más difíciles sin líder ni mártires
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Volver a lograr 300.000 votos sería un éxito

La CUP afronta este 14-F sus elecciones catalanas más difíciles sin líder ni mártires

Los mártires serán clave en la campaña. Pero ni Mireia Boya fue condenada por el TSJC, que la ha absuelto en el juicio en que inhabilitaron a cuatro miembros de la Mesa del Parlament

Foto: El diputado de la CUP en el Congreso Albert Botran. (EFE)
El diputado de la CUP en el Congreso Albert Botran. (EFE)

La CUP afronta el próximo 14-F sus elecciones catalanas más difíciles. Con ERC y JxCAT enzarzados en la precampaña, los anticapitalistas carecen de una cara visible, están perdiendo espacio político y no disponen de mártires para hacer campaña electoral. JxCAT tiene presos y exiliados. ERC tiene presos y exiliados. La CUP solo tiene a Anna Gabriel en Suiza, quien apenas se enfrentaba a una multa, igual que Carles Mundó o Santi Vila. No es lo mismo que contar con Oriol Junqueras, condenado a 13 años de cárcel, o con Carles Puigdemont, que no puede volver a España.

El estado interno de la CUP es de desánimo. Pero, por ahora, no se nota en las encuestas. El último CEO de la Generalitat augura a los anticapitalistas entre seis y siete diputados, ya que obtendrían el 4,9% de los votos, en lugar del 4,6% que lograron en diciembre de 2017. Pero los mártires serán clave en esta campaña. Y su última carta, que era Mireia Boya, tampoco ha funcionado. El TSJC la ha absuelto en el mismo juicio en que inhabilitaron a otros cuatro miembros de la Mesa del Parlament por tramitar las leyes de transitoriedad en octubre de 2017. De nuevo, la CUP aquí se ha ido de rositas.

Pero no es solo este condicionamiento. Hay más: múltiples problemas internos, pero también externos. Dada la actual situación, sería un éxito lograr los 195.000 votos que consiguieron en 2017. Les sirvieron para lograr cuatro diputados, tres por Barcelona y uno por Girona. Sin embargo, en esta legislatura, encabezados por Carles Riera, no han logrado marcar ninguna gran política. Y la decisión de presentarse al Congreso no les ha otorgado mayor protagonismo mediático. Mientras Gabriel Rufián o Laura Borràs se han convertido en una referencia para cada una de sus formaciones, en comparación, Albert Botran y los suyos han pasado del todo desapercibidos.

Foto: El expresidente Torra, el conseller de Territori i Sostenibilitat, Damia Calvet (d) y la diputada de la CUP, Natalia Sanchez (i). (EFE)

Otro problema radica en el trasvase de votos de la CUP hacia JxCAT. No solo porque Puigdemont lleve meses intentando romper la CUP para atraer a Poble Lliure —el sector más soberanista de la formación— a la candidatura que lidera el 'expresident'. Se prevé que Puigdemont no consiga su objetivo, pero sí ha debilitado a los anticapitalistas. Poble Lliure no acude a muchas de las reuniones, según fuentes de la CUP, y está dejando la mayor parte de las decisiones en manos de Endavant, el sector más anticapitalista.

En las pasadas generales, lograron 300.000 votos, pero se prevé que ahora haya más abstención. Y el mayor riesgo para la CUP es que una parte de su electorado se fugue a JxCAT y acaben logrando menos papeletas que Vox, que en las generales consiguió otros 300.000 votos en Cataluña, pero desde el lado contrario del arco ideológico. Por ahora, las encuestas no reflejan que se esté produciendo este fenómeno.

La CUP ha resultado clave en la política catalana de los últimos ocho años: defenestró a Artur Mas, escogió a Puigdemont y respaldó a Quim Torra

Estamos hablando de una verdadera tragedia para un partido que ha sido capital en la historia reciente de Cataluña desde 2012, cuando entró en el Parlament con tres diputados. Desde entonces: la gran manifestación de la Diada, que la CUP no organizó pero apoyó; la defenestración de Artur Mas en 2015; la inspiración de las leyes de transitoriedad del 6 y 7 de septiembre; la designación de Puigdemont; el apoyo a la candidatura de Quim Torra; las movilizaciones de Tsunami Democràtic hace un año… La CUP ha jugado un papel preponderante en todos esos momentos, era la formación que otorgaba o negaba mayorías en el Parlament. Es verdad que arriesgando lo mínimo, mientras que los líderes de otros partidos están en la cárcel. Pero, sin la CUP, lo que ha pasado en Cataluña en los últimos años no solo no habría sido posible. Es que es imposible de entender.

Relevancia en peligro

Ahora, toda esa relevancia política está amenazada. La abstención y la fuga de votos hacia JxCAT les puede hacer perder no solo el diputado en Girona, sino los tres de Barcelona. En la capital catalana, en las últimas municipales, no lograron representación en el pleno municipal. Los 'cupaires' se han vuelto hacia la figura de David Fernández, el líder de la formación entre 2012 y 2017. Pero Fernández está dando largas, según fuentes de los anticapitalistas. Y no está claro que al final encabece las listas.

Las bases ya han aprobado el programa electoral. Sorprendentemente, proponen un nuevo referéndum, lo que cuestionaría la idea de un mandato democrático que emane de la consulta del 1 de octubre de 2017. Serán también las bases quienes determinen quién lidere la lista, ya que, según las normas de la CUP, los candidatos no pueden proponerse, han de ser invitados por la organización.

Problemas internos

Además, hay problemas internos. Quim Arrufat, uno de los líderes de referencia, dejó de manera precipitada la CUP este año. El diario 'Ara' destapó que pesaban sobre él dos acusaciones por abuso sexual por parte de otras militantes de la formación. La CUP no ha explicado la resolución de los expedientes ni ha trasladado la información a la Justicia ordinaria. No es la mejor política para atraer voto feminista. Arrufat ha negado las acusaciones. En una situación no similar pero sí paralela, Mireia Boya dejó el acta de diputada tras explicar que era acosada verbalmente y de manera sistemática, pero no en un sentido sexual, por un compañero de militancia. La CUP tampoco explicó nunca cómo se había zanjado este otro caso. Todo junto, no ayuda a mejorar la imagen de la futura candidatura.

La CUP afronta el próximo 14-F sus elecciones catalanas más difíciles. Con ERC y JxCAT enzarzados en la precampaña, los anticapitalistas carecen de una cara visible, están perdiendo espacio político y no disponen de mártires para hacer campaña electoral. JxCAT tiene presos y exiliados. ERC tiene presos y exiliados. La CUP solo tiene a Anna Gabriel en Suiza, quien apenas se enfrentaba a una multa, igual que Carles Mundó o Santi Vila. No es lo mismo que contar con Oriol Junqueras, condenado a 13 años de cárcel, o con Carles Puigdemont, que no puede volver a España.

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