Puigdemont espera ir a la cárcel para que su 'martirio' resucite la causa independentista
La idea del sacrificio corresponde al presidente de la Generalitat, pero ni el Gobierno de Rajoy está por la labor ni el resto de líderes soberanistas parecen dispuestos a seguirle por esa vía
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, espera acabar en prisión por su determinación para impulsar el referéndum separatista. Así se lo ha comunicado a su círculo más íntimo, incluyendo a su esposa, Marcela Topor. Pero las perspectivas del 'president' distan mucho de ser realistas, sobre todo porque desde Moncloa se ha marcado como principio que la respuesta al desafío soberanista catalán sea "proporcionada".
Los cinco polos que sustentan la estrategia soberanista coinciden en su dictamen sobre el referéndum. Tanto Palau, como ERC y Oriol Junqueras, la vieja guardia de CDC encabezada por Artur Mas, la nueva del PDeCAT, que lidera Marta Pascal, y la ANC y Òmnium aseguran en público que el referéndum se llevará a cabo y, en privado, que no será posible por la presión del Gobierno central. Hasta aquí las semejanzas. Las diferencias resultan mucho más interesantes.
Primero, Puigdemont. Es la persona clave. Independentista convencido, no le votaron como presidente pero se encontró con el cargo por la presión de la CUP. Sin embargo es clave. El referéndum lo ha de convocar él. Y él está dispuesto a hacerlo. Otra cosa es que pueda. Fuentes de Palau recuerdan que el Centro de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CTTI) no ha convocado aún el concurso para que una empresa informática asuma la organización del referéndum. Tampoco hay una junta electoral en condiciones para poder exhibir la consulta con las debidas garantías ante la opinión pública internacional.
Para Puigdemont y sus asesores cercanos este fracaso tiene sentido solo si él acaba como un mártir. En ese contexto se entiende su interpelación a Mariano Rajoy sobre si pensaba usar la fuerza para frenar el independentismo. Un sacrificio que Puigdemont querría que sirviese para galvanizar una fuerte movilización popular que paralizase Cataluña. A eso lo fían todo para no caer en el ridículo. Una mentalidad de que "perder es ganar", muy arraigada en Cataluña: desde el Barça de la época de José Luis Núñez hasta la derrota de 1714.
La idea de que perder es la única manera de ganar está muy arraigada en el imaginario colectivo catalán desde la Guerra de Sucesión de 1714
ERC y Junqueras juegan con otros parámetros. En privado también reconocen que no podrán hacer el referéndum. Pero en el partido y en vicepresidencia apuestan por otro 9-N, lo más maquillado posible. Una consulta que incluso podría convocarse basándose en la Ley de Consultas Populares, la misma que utilizó Artur Mas para su simulacro de referéndum. La idea de ERC es hacer un acto al límite, urnas, gente votando, pero sin que les suponga inhabilitaciones. O al menos, no a sus cargos. Si Puigdemont y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, asumen los costes de la operación, ya les va bien, según aseguran altos cargos del partido. Si Puigdemont acaba inhabilitado, Oriol Junqueras será el presidente. Tendrá que ser ratificado por el Parlament, pero será presidente y podrá escoger entre convocar elecciones o agotar una legislatura tan atípica como ésta.
Para ERC el principal problema de esta maniobra es que la participación sea más baja que en el 9-N –los más de 2 millones de personas–. En ese caso, son conscientes de que todo el movimiento independentista quedaría muy desprestigiado.
Dilema en el Palau Robert
En el Palau Robert, donde tiene su despacho Artur Mas, la vieja guardia convergente vela armas. También quieren el referéndum y también reconocen entre sus allegados que no podrá celebrarse. Pero por el camino esperan que Junqueras también termine inhabilitado y quede apartado de la carrera política. Para Mas y los suyos, la jugada es que ERC salga muy tocada del fracaso del referéndum y que las bases del partido republicano, muy cainitas, acaben con la actual dirección, lo que permitiría al PDeCAT acudir a las nuevas autonómicas en condición de igualdad con ERC que, hoy por hoy, es el favorito en las encuestas.
El cuarto polo es el propio PDeCAT. De puertas para adentro, Marta Pascal reconoce que la consulta no se podrá llevar a cabo y que las consecuencias para su partido serán desastrosas. Pascal ya descuenta que su partido se irá a la oposición y que gobernará un tripartito liderado por Junqueras. Además, la marcha de Germà Gordó no augura nada bueno. Muchos en el partido aseguran que el exconseller de Justicia morirá matando.
La baza de la ANC
El presidente de la ANC, Jordi Sánchez, se negó a organizar el referéndum cuando fue sondeado para ello. Ahora les han pedido a ellos y a Òmnium que garanticen la movilización masiva cuando Puigdemont sea apartado del cargo. La ANC ha asegurado que puede mantener en movilización permanente a unas 15.000 personas, pero no a más. Lo bastante para llenar Plaça Catalunya o para montar una acampada masiva ante el Parlament, las dos opciones que se barajan en este momento para seguir tensionando la cuerda. Esta semana los sindicatos se desmarcaron del 'procés' por la situación de indefensión en la que quedaban los funcionarios de la Generalitat. Nadie cuenta con una huelga general que paralice Cataluña, algo con lo que también fantasean Carles Puigdemont y sus asesores. Todo apunta a que no será suficiente. El independentismo llega muy corto de fuerzas a su fase decisiva.
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, espera acabar en prisión por su determinación para impulsar el referéndum separatista. Así se lo ha comunicado a su círculo más íntimo, incluyendo a su esposa, Marcela Topor. Pero las perspectivas del 'president' distan mucho de ser realistas, sobre todo porque desde Moncloa se ha marcado como principio que la respuesta al desafío soberanista catalán sea "proporcionada".
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