¿Una Cataluña independiente?: sus pensiones están más garantizadas que las de España
Un grupo de 18 economistas de renombre publican un profundo análisis de una hipotética Cataluña como Estado independiente. La conclusión: el nuevo país es viable y podría subsistir económicamente
“La independencia de Cataluña es un problema político, no económico. Desde el punto de vista de las principales magnitudes económicas, la independencia no presentaría problemas sustanciales, pero en cambio sí que reportaría algunas ventajas”. Ésta es una de las conclusiones de la obra Economía de Cataluña, subtitulada Preguntas y respuestas sobre el impacto económico de la independencia, que se edita en castellano y en catalán.
En el libro aportan estudios sobre diferentes materias un total de 18 reconocidos economistas, coordinados por Modest Guinjoan, doctor en Economía y director del Departamento de Economía y Empresa de la patronal Pimec, y Oriol Amat, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad y consejero de la CNMV. “Queríamos hacer un estudio academicista y realizamos una llamada abierta a través del Colegio de Economistas. Hubo 18 de ellos que se apuntaron a aportar sus conclusiones, algunas más favorables a la independencia y otras más críticas”. Entre los autores figuran el exconsejero de Economía de la Generalitat Antoni Castells, Francesc Granell, Núria Bosch o Francesc Raventós, por poner algunos ejemplos.
La pregunta del millón es si Cataluña, en caso de independencia, seguiría dentro de la UE. Las altas autoridades comunitarias han advertido que no, que quedaría automáticamente excluida. Pero esta tesis queda en entredicho por esta obra. “Lo lógico es que no se rompa el espacio económico europeo. Nadie se imagina que vayan a levantarse fronteras con la Guardia Civil o los Mossos d’Esquadra. Es que no existe policía ni en Basilea, donde no se ve policía suiza ni alemana y eso siendo una ciudad que hace frontera. No hay barreras, porque éste es el escenario en el marco de la globalización”, explica a El Confidencial Modest Guinjoan. Otra cosa es que pueda situarse momentáneamente fuera de las estructuras políticas de Europa durante un periodo de transición, lo que no se descarta.
Cataluña, según los autores, también podría seguir dentro del euro, en contra de lo que otros economistas aseguran. “Aunque hubiera un periodo transitorio para entrar en la UE, Cataluña podría continuar usando la moneda comunitaria. Ya hay estados que tienen convenios o que utilizan el euro, como Andorra y Vaticano y que no se plantean acuñar moneda propia. Cataluña tampoco tendría porqué hacerlo y no se prevé una moneda distinta”, añade Guinjoan.
La suerte de ser jubilado catalán
Especial atención se merece la viabilidad económica del nuevo Estado. ¿Podría Cataluña soportar pagar a 1,4 millones de jubilados y con una tasa de paro de más del 20%?. “El libro cuantifica con precisión la situación -señala el coordinador de la obra-. Se han estudiado los últimos 16 años y se han hecho los balances de la Seguridad Social de Cataluña y de España. Todos son datos oficiales del Ministerio. Las conclusiones son que la Seguridad Social de Cataluña ha tenido superávit durante 12 años, mientras que los cuatro últimos ha tenido déficit. Y si se comparan con los del resto de España, los datos son contrarios: España ha tenido 12 años de déficit y 4 de superávit”. ¿Las razones? “Cataluña tiene más personas que trabajan por jubilado. La ratio es algo superior que la de España. Y, en segundo lugar, porque aquí los salarios son más altos y, por tanto, pagan más a la Seguridad Social. Las conclusiones son que en esta materia, los problemas son los comunes a toda Europa: que la población está envejeciendo. Y es mentira que Cataluña no pueda soportar ese gasto social. Es más: tiene más asegurada su pensión un jubilado catalán que uno español”.
En cuanto al déficit fiscal, la cosa tampoco es tan optimista como la quieren pintar desde los círculos radicales independentistas. “Es cierto que en los análisis que hemos hecho, en un periodo de cuatro años, de 2006 a 2009, ambos inclusive, detectamos 15 o 16.000 millones de superávit fiscal. Con eso, evidentemente, se podrían satisfacer las estructuras de Estado. Pero hemos de tener en cuenta que, en caso de independencia, tendremos nuevas obligaciones y gastos que ahora sufraga el Estado, como el Ejército, los Ministerios o la diplomacia exterior”, relata Modest Guinjoan.
La Seguridad Social catalana ha tenido superávit durante 12 años y 4 de déficit. Los datos del resto de España son al revés: 12 de déficit y 4 de superávit
También existe la afirmación realizada desde algunos ámbitos de que las grandes multinacionales huirían de Cataluña. “Hasta el momento, no se ha notado la huida de capital, al revés: los inversores extranjeros tienen tendencia a crecer. Además, la agenda económica de las multinacionales no tiene nada que ver con la agenda político-social local. Las grandes empresas suelen fijarse más en factores competitivos que en otra cosa. Por ejemplo, los emplazamientos mirarán de tener una mano de obra especializada en lo que quieran fabricar. Y que en el entorno haya un tejido industrial que puedan necesitar. O si tienen buenas infraestructuras. O incluso el clima. Las empresas multinacionales, cuando quieren invertir, se fijan en criterios economicistas”, añade el coordinador.
Francesc Raventós, presidente del colegio y redactor del estudio sobre las inversiones internacionales, llega a la conclusión de que prácticamente no habrá impacto sobre la localización de multinacionales en Cataluña y, en caso de que lo haya, su importancia sería mínima.
Un boicot sin importancia
Tampoco sería importante el socorrido boicot a los productos catalanes. El propio Guinjoan fue uno de los dos economistas que versó sobre el particular. “En todo caso, el boicot sería de pequeña intensidad, poco duradero y muy concentrado en productos muy concretos. Ya estudiamos este efecto durante la campaña de boicot al cava catalán en 2005 y su incidencia fue insignificante. Pensar en un boicot generalizado es difícil, porque una gran campaña que rebajase las ventas de los productos, por ejemplo, un 10% sería extraordinario. Además, hacer boicot no sale gratis. A lo mejor el producto catalán es el de mejor relación calidad/precio y si el consumidor cambia de proveedor, ha de afectarle al precio o a la calidad”.
Guinjoan subraya que “estas conductas reactivas tienen un recorrido escaso. Es una reacción emocional y las emociones se desvanecen cuando alcanzan el bolsillo. Hemos estudiado el tema de Escocia, por ejemplo, y durante todo el proceso del referéndum escocés nadie en Gran Bretaña se planteó un boicot al whisky escocés. A nadie se le ocurriría porque es del género irracional”.
La conclusión general es que, económicamente, Cataluña podría subsistir como Estado independiente porque hay otros estados similares en población o PIB, como Austria o Dinamarca, que lo hacen. Pero otra cosa es en el plano político. A este plano no hace referencia alguna el libro.
“La independencia de Cataluña es un problema político, no económico. Desde el punto de vista de las principales magnitudes económicas, la independencia no presentaría problemas sustanciales, pero en cambio sí que reportaría algunas ventajas”. Ésta es una de las conclusiones de la obra Economía de Cataluña, subtitulada Preguntas y respuestas sobre el impacto económico de la independencia, que se edita en castellano y en catalán.