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Los siete últimos monjes jerónimos del mundo viven en Segovia
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Los siete últimos monjes jerónimos del mundo viven en Segovia

Los eclesiásticos residen en el Monasterio del Parral, el único que la orden mantiene como clausura. Dedican ocho horas a la oración, ocho a labores de trabajo y ocho al descanso

Foto: La sillería del Monasterio del Parral. (EFE/Juan Martín)
La sillería del Monasterio del Parral. (EFE/Juan Martín)

A pesar de no ser uno de los lugares más conocidos turísticamente en Segovia, el Monasterio del Parral guarda un valor histórico y cultural incalculable. Hoy día, es el único del mundo habitado por monjes jerónimos. Solo quedan siete y viven en este enclave situado en la Alameda del Parral.

Con unas vistas de la sierra de Guadarrama y de la ciudad de Segovia se despiertan cada día a las cinco y media de la mañana los últimos siete monjes que quedan de la Orden de los Jerónimos. Esta institución monástica es meramente contemplativa, centrando su vida en la oración y en la celebración de la eucaristía.

Desde que amanece, los siete monjes del Monasterio del Parral realizan el oficio de lectura para después iniciar el laudes y ángelus, la lectio divina y tercia. A las ocho y media llega el momento del desayuno para después comenzar con los trabajos a la comunidad. A la una se celebra misa y acción de gracias y, después, el ángelus y sexta.

Foto: En su museo de juguetes. (Cedidas)

Es a las dos de la tarde cuando los monjes comen y disponen de un tiempo de descanso en la celda, donde leen y oran. Por la tarde celebran las vísperas y la oración y después cenan. Para acabar la jornada, se reza la salve y a partir de las ocho y media es tiempo de silencio mayor y descanso para la comunidad.

En definitiva, el día a día para estos siete hombres – el mayor tiene 94 años y el más joven 49- se reparte entre unas ocho horas de rezo y oración, ocho horas de labores, mantenimiento y trabajo y ocho horas de descanso en la celda.

Foto: El primer día de clase en un colegio de Valladolid. (EFE/R. García)

Aún en la actualidad, este monasterio ofrece a los hombres que así lo deseen la posibilidad de hospedarse en él durante el tiempo que quieran – mínimo dos noches y máximo siete-. Al tratarse de una orden masculina, las mujeres están excluidas de este servicio. Quien así lo decida, puede asistir a los actos litúrgicos y compartir comida junto a la comunidad.

Los siete monjes que viven aquí actualmente ocupan solo siete de las sesenta celdas de las que dispone el monasterio, lo que permite que estén ocupadas las mejores, en su mayoría, las que están orientadas hacia el sur. Actualmente, el Monasterio del Parral pertenece al Estado, quien se hace cargo de su mantenimiento mayor, mientras que del menor se ocupa la propia comunidad.

Foto: La Filatelia Numismática Doblón. (C.A.)

Los monjes cuentan con una huerta de verano que trabajan y de la que sacan productos para su propio abastecimiento. Este es un espacio privilegiado para este tipo de cultivo debido a su humedad. Diariamente, pasan por aquí hasta quinientos mil litros de agua potable provenientes de los ocho manantiales con los que cuenta el monasterio.

La comunidad también trabaja en su propio taller de carpintería, de él han salido diferentes elaboraciones artesanales como son los bancos de la Catedral de Granada o de la Catedral de la Almudena.

Silencio monacal

El silencio absoluto que reina en el monasterio solo se ve interrumpido durante las visitas que diariamente ofrecen los monjes a las once de la mañana y a las cinco de la tarde, momentos en los que uno de los miembros de la comunidad explica al público general su historia y funcionamiento diario.

Foto: El maestro soplador Diego Rodríguez, en pleno proceso artesano. (Cedida)

Este es uno de los pocos contactos que los monjes tienen con el exterior, ya que no cuentan con televisión ni internet. Y solo quien esté encargado de funciones diarias como la realización de la compra puede salir a la calle. Un silencio que se traduce en la inexistencia de conversaciones entre la comunidad, ya que solo está permitido hablar de forma puntual y para alguna cuestión importante.

La comunicación con los familiares y amigos ha aumentado de una vez que se realizaba de forma anual, hasta las dos o tres al año. Todos ellos en una misma visita, en el propio monasterio y durante un tiempo muy limitado. Las cartas nunca han estado prohibidas, pero sí el teléfono: las llamadas solo estaban permitidas los domingos.

Historia de Castilla

El Monasterio del Parral fue fundado en el año 1447 por el príncipe Enrique, quién después sería Enrique IV de Castilla, por deseo de Juan Pacheco, Marqués de Villena. Todo indica que fue este quien se encargó de adquirir el terreno, pero no llegó a ver construido el edificio en el que ahora descansan sus restos mortales junto a los de su esposa.

Foto: En los pueblos de montaña la vida es muy diferente. (EFE/A. Álvarez)

La edificación se levantó en el lugar en el que estaba ubicada la ermita de Nuestra Señora de El Parral tras varios años de obras. Durante su historia, ha sufrido diferentes robos y saqueos hasta que, en 1835, con la desamortización de Mendizábal, fue abandonado. No fue hasta 1925 cuando volvieron los nuevos postulantes de la Orden de los Jerónimos.

Desde entonces no se han dejado de realizar reformas tanto en el propio monasterio como en la Iglesia de Santa María del Parral en la que ahora se está llevando a cabo una importante restauración del espectacular retablo principal del templo de más de diecisiete metros de altura. Está previsto que estas obras se alarguen al menos durante todo este año 2024.

A pesar de no ser uno de los lugares más conocidos turísticamente en Segovia, el Monasterio del Parral guarda un valor histórico y cultural incalculable. Hoy día, es el único del mundo habitado por monjes jerónimos. Solo quedan siete y viven en este enclave situado en la Alameda del Parral.

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