De rencillas a puñaladas, así fue el crimen grupal en un conflictivo barrio de Huelva
La víctima fue agredida con palos, piedras y navajas, Hay once personas imputadas en la causa
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El barrio onubense de El Torrejón fue el escenario de un crimen grupal sin precedentes que se encuentra a las puertas de juicio. Esta es una de las zonas conflictivas de Huelva por el mercadeo de drogas, que ha sido testigo de enfrentamientos a tiros entre clanes rivales en los últimos años. En septiembre de 2020 saltaron todas las alarmas entre las calles Azahar y Clavel: la muerte de A.F.J. (apodado ‘el chino’) a manos de un grupo ocurrió en la calle, a plena luz del día. Los teléfonos de la Policía Nacional y Emergencias 112 Andalucía no paraban de sonar. Esta barriada de calles con nombres de flores era un polvorín entre carreras, gritos de amenaza o de socorro y un hombre postrado en la calzada. Una de esas llamadas había avisado de que estaban apuñalando a una persona. Ahora hay once imputados.
El Juzgado de Instrucción número 3 de Huelva, encargado de la investigación, ha confirmado la continuación del procedimiento por el Tribunal del Jurado –la causa está pendiente de la respuesta a un recurso por la Audiencia Provincial–, al considerar que existen indicios de que los investigados actuaron “de forma conjunta, confusa y tumultuariamente”, concreta en su auto, un ataque en el participaron hombres y mujeres.
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En una imputación inicial –se está pendiente de calificación–, la Fiscalía carga a cinco de los implicados por homicidio y a los seis restantes les atribuye un delito de lesiones graves, mientras que la acusación particular, que ejerce la familia de la víctima a través de su representante legal, el abogado Marcos García Montes, califica la participación de todos los encausados por asesinato, con alevosía de emboscada y ensañamiento.
¿Qué ocurrió aquel día? Entre la víctima y el imputado al que la investigación apunta como presunto autor de la puñalada mortal existía un problema por humedades –ambos vivían en el mismo edificio– y se habrían cruzado algunas amenazas, según consta en el auto, un elemento más en el semillero de rencillas entre familias adversarias. Aquel 16 de septiembre, los enfrentamientos fueron en aumento y estalló una reyerta: ‘el chino’ fue agredido no solo con armas blancas (navajas, cuchillos), también lo atacaron con palos, un bate de béisbol y hasta un adoquín mientras los siguieron por las calles, hasta que quedó abatido en la calzada.
A su llegada para blindar el barrio, la Policía Nacional se encontró con una multitud de personas que lanzaban objetos de todo tipo, desde piedras hasta sillas y mesas, y a un hombre que trataba de reanimar a otro que estaba herido, en el suelo, con una navaja bajo su cuerpo.
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En base al contenido del atestado, que recoge la actuación de la Policía, así como las armas y objetos encontrados en el lugar, a las declaraciones de un testigo y los agentes actuantes además del informe de autopsia y de los resultado de estudio de ADN, la instructora sostiene que “existen indicios más que suficientes de que tuvo lugar un acometimiento colectivo” contra A.F.J, en el transcurso del que sufrió heridas diversas, incluida una por arma blanca que le provocó la muerte. Estima que, en este momento procesal, se mantienen la participación conjunta de los investigados.
Entre las acusaciones hay diferencia de criterios. Mientras la representación legal de la familia estima que “todos los investigados pudieron actuar de forma concertada para causar la muerte”, desde el Ministerio Fiscal se considera que “sólo algunos de ellos actuaron de tal manera mientras que otros actuaron con el único ánimo de lesionar, contribuyendo a la indefensión de la víctima”.
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La instructora incide en que los indicios de participación de los implicados en la agresión a A.F.J. deben ponerse en relación con el informe de autopsia, en el que se destaca que la víctima presentaba hasta 27 lesiones distintas. Se habían empleado instrumentos diferentes (objetos cilíndricos, bastones, armas contusas con y arma blanca) de unos 2.5 centímetros de ancho de hoja, que le clavaron por detrás y le alcanzó el corazón. “Las lesiones parece que fueron causadas mediante golpes efectuados por diferentes objetos y en algunos casos con gran virulencia”, subraya.
En cuanto a la situación de los implicados, todos en libertad, García Montes lamenta que “Hemos pedido el ingreso en prisión y se nos ha denegado”. El juzgado sostiene, en este sentido, que no han variado las circunstancias que se tuvieron en cuenta en su día para acordar la libertad provisional de los investigados en diferentes resoluciones, y que están cumpliendo con los llamamientos judiciales. “La celebración de la comparecencia –para las imputaciones iniciales– no supone de por sí un aumento del riesgo de fuga”, afirma para añadir que “la alarma social que causó el hecho no puede tenerse en cuenta para modificar la situación personal [de los encausados]”.
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El juzgado requirió a los investigados en la causa una fianza de 250.000 euros para asegurar las responsabilidades que pudieran imponérseles. En respuesta a la petición de sobreseimiento por parte de las defensas, el juzgado la niega, subrayando que “la víctima pudo ser atacada por diversas personas, de forma desmedida, terminando con su vida finalmente el concreto autor de la referida herida causada con arma blanca mientras el resto del grupo de personas, pudo participar de forma activa en la agresión de forma brutal, con el objeto de atentar contra su vida, menoscabar su integridad y/o disminuir la posibilidad de defensa del citado”.
El mismo juzgado mantiene abiertas dos causas por tiroteos entre familias de la barriada, sin heridos ni víctimas. Fue durante varios meses ante del crimen y durante 2019, cuando en El Torrejón se sucedieron otros enfrentamientos a tiros entre clanes.
El barrio onubense de El Torrejón fue el escenario de un crimen grupal sin precedentes que se encuentra a las puertas de juicio. Esta es una de las zonas conflictivas de Huelva por el mercadeo de drogas, que ha sido testigo de enfrentamientos a tiros entre clanes rivales en los últimos años. En septiembre de 2020 saltaron todas las alarmas entre las calles Azahar y Clavel: la muerte de A.F.J. (apodado ‘el chino’) a manos de un grupo ocurrió en la calle, a plena luz del día. Los teléfonos de la Policía Nacional y Emergencias 112 Andalucía no paraban de sonar. Esta barriada de calles con nombres de flores era un polvorín entre carreras, gritos de amenaza o de socorro y un hombre postrado en la calzada. Una de esas llamadas había avisado de que estaban apuñalando a una persona. Ahora hay once imputados.