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Ni un niño sin cambiar en los colegios andaluces después de hacerse sus necesidades encima
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Educación admite el problema

Ni un niño sin cambiar en los colegios andaluces después de hacerse sus necesidades encima

El defensor del pueblo autonómico da un tirón de orejas a la Junta y reclama personal para atender a los niños de tres a seis años que no pueden controlar sus esfínteres mientras llegan sus padres a recogerlos

Foto: Juanma Moreno, en la inauguración de un colegio en la localidad sevillana de Utrera. (EFE/Raúl Caro)
Juanma Moreno, en la inauguración de un colegio en la localidad sevillana de Utrera. (EFE/Raúl Caro)

Cuando un niño entra en el primer curso del segundo ciclo de Infantil, que ya se imparte en los colegios y no en guarderías, puede tener todavía dos años, aunque esta etapa es la que va de los tres a los seis. Esto ocurre con los nacidos a final de año, por lo que las diferencias entre los más mayores y los más pequeños de la clase en su maduración es relevante. Se nota cuando alguno de esos alumnos no es capaz de controlar sus esfínteres y se hace sus necesidades encima. El problema se produce cuando la única solución que pueden dar los profesores de esa clase es llamar a los padres o tutores del niño para que acudan a cambiarlos. Y no siempre son rápidos. Por eso, el defensor del pueblo andaluz, Jesús Maeztu, ha dado un tirón de orejas al Gobierno de la Junta y le reclama que garantice el mantenimiento de la "higiene personal" de esos menores.

La resolución de este organismo, que data del pasado mes de octubre, se dirige a la Consejería de Desarrollo Educativo, que encabeza Patricia del Pozo, y parte de una denuncia de una ciudadana que fue atendida por la Fiscalía de Sevilla por la posible vulneración de los derechos de esos niños. La denuncia fue archivada, pero el Ministerio Público dio traslado a Maeztu de la situación, que ahora reclama al Ejecutivo autonómico que adopte las medidas organizativas y de personal para que los niños del segundo ciclo de Infantil puedan ser atendidos si "accidentalmente" no pueden controlar sus necesidades fisiológicas.

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"Un niño puede quedar marcado, le puede afectar a nivel social e incluso provocarle trastornos", explica Sergio Cook, psicólogo especializado en psicopedagogía y que, además, trabaja en un centro educativo de la Comunidad de Madrid. Este experto admite que los objetivos con que los niños entran en el segundo ciclo incluyen el control de los esfínteres. Es algo que suelen intentar en las guarderías justo antes del cambio a los colegios, pero esas diferencias de edad dentro de una misma clase son claves en este asunto.

Entre los efectos no deseados que tiene el hecho que un niño de esa edad se orine o defeque encima, destaca la posibilidad de dos trastornos llamados neuresis y encopresis, cuenta Cook. El primero ocurre cuando la tensión generada por haberse orinado de forma puntual provoca que la situación vuelva a repetirse, aunque el menor ya lo hubiera controlado de forma habitual. El segundo es igual, pero con las aguas mayores. "Un problema que no debería serlo puede acabar siendo patológico", añade el psicólogo, que también alude al problema que tienen cuando no pueden desarrollar las actividades que se hacen en clase.

Lo habitual es que los niños lleguen al segundo ciclo de Infantil controlando sus esfínteres, pero hay excepciones en función de su maduración

Maeztu cuestionó a Educación por esta situación y la respuesta de la Junta admitió que, en caso de que el centro no cuente con personal, el protocolo señala que deben ser los padres quienes se hagan cargo de la situación. Para el defensor del pueblo andaluz, esta respuesta demuestra que la Junta considera "admisible" que la responsabilidad sea de los progenitores, "sin ofrecer ninguna otra posibilidad de que los menores sean atendidos". Según la resolución de la institución autonómica, "la falta de consideración" de esta situación puede suponer la vulneración del derecho del menor "a que se respeten su identidad, integridad y dignidad personal".

"Dejar a un niño en condiciones inadecuadas por falta de control de esfínteres (...) coloca al menor en una situación de desprotección, inseguridad y humillación", se queja Maeztu en su escrito. En el texto, alude al interés superior del menor para reclamar "una asistencia inmediata" en caso de que los niños de tres a seis años se hagan sus necesidades y su vestimenta "haya perdido las condiciones de dignidad mínima" para su estancia en clase. "En ningún caso, el procedimiento puede basarse exclusivamente en requerir la presencia obligatoria de los padres", abunda la resolución del defensor.

Foto: Una niña de educación infantil en su centro educativo. (EFE/Luca Piergiovanni)

El organismo que dirige Jesús Maeztu alude a un decreto de 2009 que recuerda que la prestación de los centros educativos de Infantil incluye también "un importante papel de apoyo en las tareas de cuidado y crianza de los hijos", por lo que a la labor educativa se suman otras funciones sociales. En cualquier caso, el defensor del pueblo andaluz cita la ley de infancia y adolescencia aprobada por PP y Cs en 2021 para defender que "el derecho al bienestar" de los menores que no tienen adquiridos estos hábitos de higiene corporal "debe anteponerse a cuestiones organizativas o competenciales".

Hay que tener en cuenta que ni siquiera en las guarderías, donde los niños tienen hasta tres años, son los profesores quienes se encargan de cuidar de la higiene. Hay técnicos dedicados a ello, pero su presencia en los colegios a partir del segundo ciclo de Infantil es poco habitual. Desde este curso, existe una figura que tiene un papel relevante en este tipo de situaciones que dejan al menor en una situación vulnerable. Es el caso del coordinador de Bienestar y Protección, un puesto que recae sobre alguien de la plantilla del centro.

Foto: Pablo Iglesias, Ione Belarra e Irene Montero. (EFE/Mariscal)

Se trata de una novedad que procede de la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, conocida como ley Rhodes por contar con el impulso del músico James Rhodes, que sufrió abusos en su infancia. Esta figura, aunque se crea por una norma estatal, deja a las comunidades el papel de formar a estos empleados públicos, que se encargan de "hacer valer los derechos del niño", explica Sergio Cook. El psicólogo, que trabaja en un centro madrileño como orientador, detalla que se trata de una figura habitual en el ámbito europeo y que también deberá implantarse en otras instituciones que trabajan con menores, como las escuelas deportivas.

Cuando un niño entra en el primer curso del segundo ciclo de Infantil, que ya se imparte en los colegios y no en guarderías, puede tener todavía dos años, aunque esta etapa es la que va de los tres a los seis. Esto ocurre con los nacidos a final de año, por lo que las diferencias entre los más mayores y los más pequeños de la clase en su maduración es relevante. Se nota cuando alguno de esos alumnos no es capaz de controlar sus esfínteres y se hace sus necesidades encima. El problema se produce cuando la única solución que pueden dar los profesores de esa clase es llamar a los padres o tutores del niño para que acudan a cambiarlos. Y no siempre son rápidos. Por eso, el defensor del pueblo andaluz, Jesús Maeztu, ha dado un tirón de orejas al Gobierno de la Junta y le reclama que garantice el mantenimiento de la "higiene personal" de esos menores.

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