La ‘patrulla’ en las redes de unos vecinos de Málaga ante un aumento de delitos en su barrio

“Por las noches es un circo. Este barrio antes no era así”. Antonio Jesús Navarro apura con la maquinilla eléctrica el corte de pelo a un cliente mientras comenta el repunte delictivo que en las dos últimas semanas han convertido a la calle Reboul de Málaga en el escenario de una serie de incidentes graves. El más sonado acabó con un tipo herido de bala que recibió un disparo cuando trató de apuñalar a un agente que había acudido a la llamada de emergencia de los vecinos porque estaba amenazando a los transeúntes con un arma blanca. Una escena similar a la que en 2014 le costó la vida al policía nacional Francisco Díaz y que se volvió a repetir el día de Año Nuevo. Por eso los residentes en esta zona próxima a la Cruz de Humilladero y La Unión se movilizan en las redes para alertar a sus vecinos y que adopten medidas de precaución.

Las trabajadoras de una tienda de congelados explican que con la llegada de las fechas navideñas “se escuchan más robos y sucesos violentos”. El último que se ha difundido en el perfil de Facebook que sirve de tablón de anuncios de los vecinos son unos daños ocasionados a un vehículo para sustraer los objetos valiosos de su interior. A la publicación le siguieron otras en las que se relataban hechos similares ocurridos en distintos puntos y la queja sobre una hipotética “falta de vigilancia” estaba presente en distintos comentarios.

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Pero recientemente se ha producido un incidente más grave que no ha trascendido entre muchos de los residentes porque aconteció el festivo de Año Nuevo. Se produjo en la calle Reboul, otra vez, y el protagonista fue un individuo que iba armado con un cuchillo de grandes dimensiones y que estaba amenazando a los transeúntes. La Policía Nacional se desplazó hasta el lugar e interceptó al sospechoso, que había ocultado el arma blanca en una de sus mangas. Finalmente fue detenido por amenazas graves y resistencia.

En esta misma vía, sobre las 16:45 del pasado 26 de diciembre, un indigente, portando también un cuchillo, supuestamente se abalanzó e intentó apuñalar a un agente del citado cuerpo policial. Éste desenfundó su arma reglamentaria y abrió fuego contra el atacante, un individuo de 46 años y origen árabe que fue trasladado a un hospital con un balazo en una pierna. Como en el último caso, el aviso informaba de que una persona estaba amenazando a los comerciantes de la zona.

Algunos de los sucesos fueron provocados por personas que en un principio parecían padecer problemas mentales

Algunos de los vecinos consultados se preguntaban sobre la estabilidad mental de algunos de los protagonistas de estos sucesos y la empleada de una tienda de alimentos congelados ponía el foco sobre un ‘sin techo’ que días atrás se vio envuelto en una trifulca al escupir a un niño pequeño al que portaban en un carrito. “Parece obvio que esa persona no está bien. ¿Entonces por qué no está en un centro? ¿Por qué no recibe un tratamiento? ¿Hay que esperar que mate a alguien?”, se preguntaba la trabajadora.

En este contexto hay que incidir las dificultades para que este tipo de enfermos reciban una asistencia adecuada. Un agente consultado por este periódico explica que con cierta regularidad se topan con intervenciones protagonizadas por personas con sus facultades mentales mermadas y que lo único que pueden hacer cuando logran controlarlo o reducirlo es trasladarlo a un centro hospitalario para que sea evaluado. En muchas ocasiones, cuando son estabilizadas, vuelven a la calle, donde no siguen los tratamientos ni las pautas marcadas por los especialistas, reproduciéndose en el tiempo los comportamientos agresivos.

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Los propietarios de negocios de la calle Reboul de Málaga han notado que “por estas fechas hay más delincuencia” y lo achacan a que la Navidad trae más vida a una zona con pulso comercial. “Rondan las tiendas y los bancos y se fijan en los ancianos que han podido recibir la paga para robarles”, señalan, para añadir que los asaltos a viviendas están a la orden del día, así como las roturas de cristales de coches estacionados para rebuscar en su interior.

El peluquero señala que la situación se complica cuando cae la noche porque el lugar se convierte en “un circo”. El dependiente de un bar próximo señala que ha notado “más presencia policial”, pero los dos episodios con individuos armados han generado cierta inquietud. “Este barrio antes no era así”, insiste en remarcar Navarro.