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El 'síndrome del procés' entre los residentes rusos de Marbella: "No hablamos de política"
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INVASIÓN DE UCRANIA

El 'síndrome del procés' entre los residentes rusos de Marbella: "No hablamos de política"

La comunidad de la Costa del Sol mantiene una comprensible, y preventiva, equidistancia frente a la invasión de Ucrania para evitar que se rompa su equilibrio. Muchas familias tienen miembros o raíces en ambos países

Foto: Puerto Banús, Marbella. (iStock)
Puerto Banús, Marbella. (iStock)

Los tonos de llamada son opacados por el estribillo machacón del 'Chicken Teriyaki' de Rosalía. "Pa' ti naki, chicken teriyaki / Tu gata quiere maki, mi gata en Kawasaki" comienza a grabarse peligrosamente en el cerebro cuando por fin descuelgan. Una mujer con un marcado acento eslavo pregunta: "¿Quién es?". Se trata de Irina Chistyakova, presidenta de la Unión de Organizaciones de Compatriotas Rusos en España.

—Buenos días, estamos haciendo un reportaje sobre cómo está viviendo el conflicto de Ucrania la comunidad rusa de la Costa del Sol y nos gustaría contar con su opinión —le proponemos.

—Estoy ocupada, espero una conferencia, así que no puedo —responde cortante.

—¿Podemos hablar más tarde? —insistimos.

—Bueno, llama después —dice en primer lugar, para seguidamente corregirse y pedir—: Dime por escrito qué quieres porque no hablo bien español.

Foto: Ricardo Sánchez Bocanegra, el pasado viernes en su despacho de Marbella. (Foto: A. R.)
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Seguimos sus instrucciones y enviamos los posibles temas que podrían salir durante la conversación. Lee el mensaje casi de forma inmediata, pero pasa el tiempo sin dar señales. Guarda silencio durante horas, así que volvemos a contactar. Esta vez, por mensaje.

—Buenas tardes, Irina. ¿Cómo ves las preguntas? ¿Crees que podrás responder aunque sea algunas? Muchas gracias.

—Lo siento, pero no tengo tiempo para contestar. Gracias y un saludo —zanja la conversación.

Hacemos un último intento explicándole que nos adaptamos a los minutos que tenga disponible, que consideramos que su testimonio puede enriquecer esta información y que, si no quiere quedar en persona, podemos realizar la entrevista por teléfono. Reacciona rápidamente con una sorprendente respuesta: el enlace de una realización alojada en YouTube titulada 'Donbass. Ayer, hoy y mañana'. "Usted puede ver la película documental, si quiere", se despide.

Los residentes rusos trasmiten cierto hastío al verse convertidos en actores de la guerra

Tratar de hablar estos días con alguno de los ciudadanos rusos afincados en el litoral malagueño resulta tarea complicada. Los hay que se sienten señalados a raíz de la invasión de Ucrania y la mayoría prefieren pasar desapercibidos. Trasmiten cierto hastío al verse convertidos en actores principales de una guerra que se libra a más de 4.000 kilómetros y recelan de la información que puedan trasladar los medios occidentales. Quienes aceptan a dar su punto de vista, lo hacen con mucha cautela, midiendo sus palabras y realizando un tenso ejercicio de funambulismo. Conseguir que se dejen fotografiar, misión imposible.

María Webberley es directora de Rus Radio, una emisora para rusoparlantes que emite desde Marbella. Últimamente "recibo muchas llamadas [de periodistas españoles]", suelta de primeras, "llevamos aquí desde hace diez años y ahora todos los canales nacionales se interesan en nuestro trabajo". "Hemos hecho el Festival de Cine Ruso, conciertos de clásicos y nadie vino a cubrirlos. ¿Por qué os importamos ahora?", cuestiona con cierto aire de reproche.

placeholder Centro de Marbella. (EC)
Centro de Marbella. (EC)

Su primera reacción es declinar hacer cualquier comentario sobre las consecuencias que la invasión de Ucrania está teniendo entre sus compatriotas residentes, pero finalmente acepta a abordar una serie de cuestiones. Aunque la ciudad marbellí contaba con 2.174 rusos censados a 1 de enero del año pasado, por encima, por ejemplo de las Islas Baleares, su audiencia es mucho más amplia. No solo porque el padrón eleve a 7.348 los procedentes de este país asentados en la provincia, sino porque entre sus oyentes también se encuentran ucranios, kazajos o lituanos. Así que lo primero que deja claro es que en la emisora "no hablamos de política". En los boletines informativos, "solo damos noticias de España, no comentamos nada sobre Rusia o Ucrania", señala María, que asegura que no tienen contratado los servicios de ninguna agencia de información que les conecte a las realidades de sus países de origen.

La guerra es un tema tabú en la escaleta de Rus Radio, y en los hogares de muchos eslavos residentes en la Costa del Sol. Muchos evitan dar su opinión para no herir sensibilidades y sortear conflictos. Es la percepción que transmite Svetlana Ciliuta. Nacida en Moldavia, llegó a España en 1999. "Hace 22 años", recuerda. "Vinimos buscando un cambio de vida, por la situación económica. Probamos, nos gustó y nos quedamos". Así de simple, aunque nada sencillo. "Fue duro al principio, porque estás en un país desde el que nadie te ha llamado, donde no hay un recibimiento con flores y cuyo idioma no conoces", pero trabajó y ahora es una empresaria con su propio negocio.

Foto: Despliegue policial en Moscú para hacer frente a las protestas contra la guerra de Ucrania. (EFE/Yuri Kochetkov)

Durante estos días se ha asomado a algunos medios de comunicación como presidenta de una asociación en la que confluyen personas de distintas nacionalidades, pero ha decidido abandonar este papel para que nadie la pueda alinear en ningún bando. Pide que no facilitemos el nombre de la entidad. Considera que el mundo está en un momento en el que las opiniones "solo perjudican". Es mejor estar "callados" y "no participar en mítines".

"Cada persona tiene su punto de vista, su historia, su tragedia, y todo lo que se hable sobre Rusia, aunque sea una frase inocente, es recibido muy mal", afirma Svetlana sobre el estado de tensión en el que se desenvuelven estos días. Y María advierte: "Esta histeria en los medios va a afectar a todos: españoles, ucranianos, rusos…". Expresiones, opiniones, actitudes que recuerdan a las que muchos pronunciaban en Cataluña cuando, después del 1-O, la sociedad parecía fracturarse entre constitucionalistas e independentistas y muchos lazos familiares y afectivos resultaron dañados.

La sensación de que algo se puede romper en cualquier momento está latente

La sensación de que algo se puede romper en cualquier momento está latente. "Estamos aquí para vivir en paz. No queremos la guerra en la Costa del Sol", remarca en distintas ocasiones la directora de Rus Radio, que ilustra su perfil de WhatsApp con una fotografía en la que se ven las banderas de Rusia y Ucrania y en la que se puede leer en dos idiomas: "Mi padre es ucraniano y mi madre rusa". Ella es la muestra de una mezcolanza de raíces en unas familias que abrazan mensajes con una entendible, y preventiva, equidistancia. La necesidad de mirar hacia adelante para evitar que el conflicto acabe deshaciendo su equilibrio existencial.

Economía y geopolítica

Artur Loginov se expresa en un cuidado español. Si no fuese por ese característico apellido que delatan sus raíces rusas, podría pensarse que se ha criado en el rebalaje de cualquier playa marbellí. Cierto es que no ayuda a pasar desapercibido su cabello rubio y esa tez blanca impropia de los oriundos de la Costa del Sol. Como tampoco lo hace su carrera profesional. Director general y socio en Drumelia, una de las más importantes agencias inmobiliarias que operan en el llamado 'Triángulo de Oro' —Marbella, Estepona y Benahavís—, este profesional con sonrisa de anuncio, designado como el mejor agente inmobiliario de España en 2022, es conocido por estar detrás de millonarias operaciones de compraventa de viviendas en la zona.

Foto: El bombardero Tupolev, en una fábrica rusa. (EFE/Tupolev)

Desde la distancia, observa un conflicto cuyo impacto trasciende el ámbito económico y se ensaña con aspectos personales. "Las sanciones impuestas complican seriamente la economía de muchísimos rusos", pero "no solo en los inversores que planeaban comprar una residencia". "Afectan a ciudadanos normales. Hablamos de divorciadas residentes en España que no pueden recibir pensiones alimenticias desde Rusia, propietarios que no pueden transferir fondos para cubrir hipotecas o pagar las cuotas de los colegios de sus hijos o familias rusas que se mantienen con los ingresos de los negocios que tienen en su país y los tienen bloqueados", recuerda para dimensionar el problema más allá de los vectores geopolíticos.

Loginov desea que estas situaciones, "y muchas más, se vayan aclarando", pero el "limbo" en el que parece adentrarse la sociedad no ha dañado de momento la actividad de su compañía. "Todas nuestras operaciones, negociaciones, siguen su ritmo natural, a excepción de las que involucran a un ciudadano ruso, por supuesto", señala el directivo, que precisa que los inversores procedentes de su país "ya escaseaban en los últimos años". Al contrario que en el periodo 2011-2016, en la actualidad "no ocupan un gran porcentaje de las operaciones inmobiliarias en Marbella", y durante los últimos cinco años han sido los "noruegos, suecos, alemanes y británicos, entre otros, los que se sitúan en la delantera con diferencia".

placeholder Artur Loginov, empresario de éxito, se trasaladó a España con cinco años. (Drumelia)
Artur Loginov, empresario de éxito, se trasaladó a España con cinco años. (Drumelia)

Drumelia, que el año pasado batió el récord con dos de las mayores operaciones inmobiliarias que se recuerdan —una villa valorada por Forbes en 40 millones de euros y una exclusiva mansión en La Zagaleta tasada en 32—, tiene en estos momentos diez operaciones en marcha. "Dos con clientes rusos han sido canceladas", afirma Artur, que detalla que "la mas importante era un ático doble, de 500 metros cuadrados —interiores más terrazas—, por más de cinco millones euros". El inmueble está situado en la Milla de Oro y la persona interesada había pactado un calendario de pagos de un año. "Lógicamente, con tanta incertidumbre, no ha podido comprometerse a abonar las cantidades acordadas y se retiró de la compra", apunta.

Pero el negocio "es lo de menos", sostiene, lo importante es la tragedia derivada de un conflicto, de unos "terribles acontecimientos", que "nos tienen aturdidos". "Tengo familiares y amistades en Rusia y Ucrania, no veía diferencias entre ucranianos y rusos", remarca con cierta incredulidad por lo que está sucediendo, como si siguiera sin creerse que las bombas caen sobre Kiev o Mariúpol matando a gente inocente y a soldados rusos que apenas rebasan la veintena y que vuelven a su país dentro de una bolsa de cadáveres.

'Rusofobia'

El impacto internacional de una guerra que trasciende a los medios de comunicación convencionales y se difunde a través de los móviles podría ser el germen de una polarización ante la que se mantienen expectantes los residentes rusos en la Costa del Sol. "No he sentido un trato diferente al que estaba acostumbrado por parte de las personas que me rodean", apunta Artur Loginov. Le reconforta que la mayoría de las personas "pueda ver más allá de política y no lo resuman todo a blanco o negro". Confiesa, no obstante, que ha oído de distintos casos de 'rusofobia'.

Todos pasan de puntillas sobre la génesis de la invasión de Ucrania por parte de Rusia

María Webberley explica que en sus programas han recibido llamadas de personas "preocupadas porque hay ataques agresivos en la calle por parte de españoles", para seguidamente quejarse de que, "en los colegios, algunos profesores dan su opinión, que está basada en lo que informan medios españoles o ingleses, y niños de 6, 8 o 10 años no pueden ser discriminados en un país democrático".

"Necesitamos prevenir" estas situaciones y por eso desvela que "mantenemos contacto con la Policía". "Estamos encantados de vivir en España y les damos las gracias. Nuestros hijos nacieron aquí", hace hincapié la responsable de Rus Radio, que pide que se les deje al margen de la guerra: "No somos políticos, somos madres".

Ciliuta, frente a los posibles señalamientos que se puedan estar produciendo, acentúa que los residentes rusos "están en contra de lo que ocurre". "No tienen la culpa" y "casi todos están en contra de esta locura" que "nadie acepta" porque "no se puede entender".

placeholder Estepona ha iluminado algunos de sus lugares emblemáticos con la bandera de Ucrania. (EFE)
Estepona ha iluminado algunos de sus lugares emblemáticos con la bandera de Ucrania. (EFE)

Todos pasan de puntillas sobre la génesis de la invasión de Ucrania por parte de Rusia y se guardan su opinión. Únicamente Svetlana, que no es rusa, apunta que no se puede señalar exclusivamente a Vladímir Putin: "Hay otros participantes en todo esto y se deben sentar para hablar". "No se han consumido todas las vías diplomáticas", manifiesta en un llamamiento al diálogo.

Bueno, para precisar, no fue solo ella. Hubo otra persona que veladamente apuntó su postura. Fue la presidenta de la Unión de Organizaciones de Compatriotas Rusos en España a través del documental que recomendó. La tesis del mismo es clara y queda plasmada en cada uno de sus poco más de 50 minutos de duración: Ucrania fue la que atacó a la población de Dombás y Donetsk, que se asemejaría a una limpieza étnica perpetrada por neonazis, y Rusia intervino para proteger a las víctimas. Con un doblaje en español con acento sudamericano, una sucesión de personas sostienen la línea argumental esgrimida por Putin para justificar la invasión de Ucrania.

Foto: Imagen: EC Diseño

La producción, que este viernes tenía algo más de 7.300 visualizaciones, utiliza términos como "golpe de estado", habla de "guerra civil provocada desde el extranjero, no por Rusia" y define lo ocurrido como un ataque de "occidente contra el mundo ruso". Censura a unos medios occidentales a los que acusa de no decir la verdad y callar ante "decapitaciones de niños" que habrían realizado soldados y milicias ucranias.

No se puede saber a ciencia cierta si la postura deslizada por Irina es residual, porque la comunidad rusa ha apostado por un perfil bajo, pero personas como Svetlana Ciliuta insisten en que la oposición a la guerra es mayoritaria entre los residentes. En lo que coinciden, como en todos los países, es en el deseo de que se alcance la paz cuanto antes y que los millones de refugiados desplazados por la invasión puedan regresar a sus casas. Mientras eso ocurre, desde Málaga están participando y desarrollando labores humanitarias. María, por ejemplo, cuenta que están en contacto con los ayuntamientos de Estepona y Marbella para recoger medicamentos. "Si hay personas en una situación grave, las vamos a ayudar", afirma.

Svetlana, que no oculta su "preocupación", —"mi hijo está casado con una ucraniana" y "estamos muy involucrados en la ayuda a su familia", confiesa—, se centra en buscar recursos habitacionales para los posibles refugiados que lleguen hasta la Costa del Sol. Muchos de ellos, recuerda, están en Moldavia, y tiene más facilidades de prestar ayuda. "Los que tienen a alguien en otro país, intentan llegar a él; pero los que no, prefieren permanecer cerca de Ucrania", señala la empresaria, que deja una inquietante advertencia tras los mensajes lanzados por Vladímir Putin: "No sabemos si mi país está a salvo".

Los tonos de llamada son opacados por el estribillo machacón del 'Chicken Teriyaki' de Rosalía. "Pa' ti naki, chicken teriyaki / Tu gata quiere maki, mi gata en Kawasaki" comienza a grabarse peligrosamente en el cerebro cuando por fin descuelgan. Una mujer con un marcado acento eslavo pregunta: "¿Quién es?". Se trata de Irina Chistyakova, presidenta de la Unión de Organizaciones de Compatriotas Rusos en España.

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