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El acuerdo en el Consejo de Abengoa allana el camino a una salida ordenada
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NUEVO HORIZONTE EN LA MULTINACIONAL SEVILLANA

El acuerdo en el Consejo de Abengoa allana el camino a una salida ordenada

Clemente Fernández, nuevo presidente de la matriz y consejero de Abenewco, prevé aprobar las cuentas de 2019 y 2020 para facilitar el rescate de SEPI antes de fin de año

Foto: El notario Javier Muñoz-Layos y el administrador concursal Guillermo Ramos (EY), en la junta de accionistas de Abengoa de ayer.
El notario Javier Muñoz-Layos y el administrador concursal Guillermo Ramos (EY), en la junta de accionistas de Abengoa de ayer.

La Junta de Accionistas de Abengoa celebrada ayer es todo un símbolo y supone un antes y un después para desanudar la compleja madeja en la que se ha convertido la situación de esta multinacional sevillana de ingeniería, que este año cumple 80 años, que cuenta con más de 12.000 empleados (unos 3.000 en España) y que se encuentra desde febrero en concurso de acreedores con deudas por más de 6.000 millones de euros.

El mayor símbolo de la nueva situación ha sido la llegada ayer al Consejo de Administración de Abengoa de los accionistas minoritarios, que llevan dos años luchando porque se les escuche a la hora de decidir el futuro de esta compañía.

Estos accionistas —hasta 90.000 según aseguran— se aglutinaron en torno a una plataforma creada en internet denominada AbengoaShares y, gracias a que sindicaron sus votos, pasaron de ser los minoritarios a los mayoritarios de Abengoa, con un 21% de las acciones.

Desde esa nueva posición han estado meses denunciando que el plan de salvación de la multinacional les deja sin nada. En concreto, el denominado Plan Vellocino que presentó el anterior presidente de Abengoa, Gonzalo Urquijo, en agosto de 2020 prevé la liquidación ordenada de la histórica matriz del grupo —que cuenta con más de 300 sociedades— con sus deudas, pero la salvación de la empresa gracias a la filial operativa Abenewco 1, a la que se han traspasado los principales activos y el negocio de la firma “madre”.

Foto: Clemente Fernández entre Joaquín Fernández y Alfonso Murat

Al liquidar Abengoa, los accionistas —tanto los grandes como estos miles de pequeños ahorradores— pierden toda su inversión en esta empresa del Ibex 35 —con la cotización suspendida desde hace un año—. Por ello, su denodada lucha se ha convertido en una especie de batalla de 'David contra Goliat' en la que ahora parecen haber ganado al gigante momentáneamente.

El actual consejo de Abengoa, dominado por los acreedores de la compañía —encabezados por el fondo KKR y Banco Santander— han temido siempre que el grupo de accionistas críticos impidiera la salvación de la empresa que ellos tenían trazado y su relación con ellos ha sido un verdadero choque de trenes.

Además, las diferencias en el propio seno de estos minoritarios tampoco han ayudado al acuerdo. Inicialmente, la plataforma AbengoaShares se encomendó al expresidente de Coca-Cola y exdiputado de Ciudadanos Marcos de Quinto para que liderara su rechazo al plan de Gonzalo Urquijo.

Sin embargo, el directivo y su equipo, tras acceder a las cuentas de Abengoa y ver su situación económica, cambiaron de opinión sobre el rechazo al Plan Vellocino y decidieron apoyarlo, al considerar que era la “única opción viable” para evitar su liquidación.

Este hecho fue considerado como una “traición” por los accionistas minoritarios, que desde entonces llevan reclamando la dimisión de Juan Pablo López-Bravo —del equipo de De Quinto— como presidente de Abengoa.

Foto: Clemente Fernández, entre Alfonso Murat y Joaquín Martínez Sieso.

Ayer lo consiguieron, tras amenazar con bloquear la aprobación de las cuentas de Abengoa del año 2019, un requisito fundamental para que se produzca el posible rescate de la compañía con dinero público de la SEPI (Sociedad Estatal de Participación Industrial).

Los minoritarios acordaron con la actual dirección de Abengoa, y con la intermediación del administrador concursal, Guillermo Ramos (EY), no solo la dimisión de López-Bravo, sino la entrada en el Consejo de Administración de Abengoa de dos miembros en nombre de esta plataforma: los directivos cántabros Alfonso Murat y Clemente Fernandez —expresidente de Amper—, que ayer mismo fue nombrado nuevo presidente de la compañía en el primer Consejo.

Estos cambios permitieron ayer sacar adelante la Junta de Accionistas de Abengoa y conseguir “tanto la paz social como la viabilidad del grupo”, según un hecho relevante emitido a la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) esa misma mañana.

A pesar de esa histórica batalla llena de simbolismo por hacerse con el control de la matriz, Abengoa, la verdadera lucha se librará en el Consejo de Administración de la filial Abenewco 1. De momento, el partido ahí ha quedado en empate. Clemente Fernández y Joaquín Martínez Sieso —expresidente de Cantabria— han conseguido ser nombrados consejeros, pero se mantiene José Pablo López-Bravo como presidente no ejecutivo y un histórico de Abengoa, Álvaro Polo, director de Recursos Humanos.

Foto: Clemente Fernández entre Joaquín Fernández y Alfonso Murat.

Es Abenewco la empresa que, si todo sale bien, debe seguir adelante con la actividad de la matriz tras un rescate público y la entrada de un socio externo. En concreto, hasta el momento, existe una oferta del fondo norteamericano Terramar Capital para inyectar 200 millones de euros, tanto en préstamos y avales iniciales que permitan a la empresa tener liquidez inmediata como entrando posteriormente en el capital de Abenewco —aportando 60 millones con los que se haría con el 70% de las acciones—.

Según ha podido saber El Confidencial, el acuerdo de Terramar con los acreedores está muy avanzado y se encuentra a la espera de que se conozca la decisión de la SEPI sobre el rescate público por 249 millones solicitado. A su vez, la SEPI está a la espera de que los dos asesores externos contratados, PKF Attest y a Grant Thornton, validen oficialmente la legalidad de Abengoa para acogerse al Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas del Gobierno de España.

Para ello, el organismo público debe tener en su poder las cuentas aprobadas de Abengoa de los años 2019 y 2020, algo que todavía no se ha producido, por lo que era tan trascendente la junta de accionistas de ayer, en la que debían haberse aprobado.

Los accionistas minoritarios rechazaron su aprobación hasta que sus representantes fueran nombrados en el Consejo de Administración, algo que finalmente ocurrió. Ahora, la intención de los representantes de AbengoaShares es convocar en el plazo más breve posible, en torno a dos semanas, una junta extraordinaria para ratificar a Clemente Fernández como presidente de Abengoa.

Los próximos días serán decisivos para conocer si el concurso de acreedores de Abengoa acaba en un convenio que permita una salida ordenada

Tras ese paso, la idea del empresario cántabro es convocar una junta de accionistas presencial donde se aprueben las cuentas de los años 2019 y 2020, lo que podría tardar un mes más, pero que dejaría vía libre a SEPI para aprobar su rescate y, por extensión, la posibilidad de firmar el acuerdo de Terramar y acreedores antes de fin de año.

Otro de los flecos pendientes será la reacción de los propios accionistas sindicados en AbengoaShares. Hasta la fecha, esta plataforma ha rechazado totalmente la oferta de Terramar, a la que considera un “fondo buitre” que viene a despiezar la compañía y vender sus principales activos al mejor postor.

El mismo anuncio del nuevo presidente, Clemente Fernández, de que aprobaría ahora las cuentas de Abengoa de los años 2019 y 2020 para facilitar un acuerdo, provocaba reacciones encontradas de los minoritarios, algunos de los cuales pedían en redes sociales al cántabro que “no nos traiciones”.

El directivo considera que ese paso es esencial para el futuro de Abengoa, así como sentarse con Terramar —aunque la plataforma AbengoaShares rechaza su oferta— para conocer más en profundidad sus planes. Clemente Fernández asegura que está en contacto con dos grupos interesados en presentar sus ofertas por Abengoa, una de las cuales incluso estaría dispuesta en integrarse en el plan ya presentado por el fondo norteamericano.

Los próximos días serán decisivos para conocer si el concurso de acreedores de Abengoa acaba en un convenio que permita una salida ordenada o, por el contrario, acaba en la liquidación de una compañía de ingeniería que ha sido un referente internacional en su sector durante décadas y que vive una auténtica pesadilla en los últimos años.

La Junta de Accionistas de Abengoa celebrada ayer es todo un símbolo y supone un antes y un después para desanudar la compleja madeja en la que se ha convertido la situación de esta multinacional sevillana de ingeniería, que este año cumple 80 años, que cuenta con más de 12.000 empleados (unos 3.000 en España) y que se encuentra desde febrero en concurso de acreedores con deudas por más de 6.000 millones de euros.

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