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UGT Andalucía renace tras seis años muy negros y de la mano de un gobierno del PP
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REELECCIÓN DE LA SECRETARIA GENERAL

UGT Andalucía renace tras seis años muy negros y de la mano de un gobierno del PP

El congreso que ha revalidado a Carmen Castilla se convirtió en un peregrinaje de lo más granado de la política tras un caso aún sin juzgar de corrupción que hundió las siglas

Foto: El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, y la secretaria general de UGT Andalucía, Carmen Castilla. (EFE)
El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, y la secretaria general de UGT Andalucía, Carmen Castilla. (EFE)

El perro de Carmen Castilla (Écija, Sevilla, 52 años), secretaria general de UGT Andalucía, se llama Felipe. Mientras negociaban horas y horas telemáticamente sindicatos, patronal y Junta de Andalucía, en plena pandemia, un paquete de ayudas de 732 millones de euros para ayudar a transitar la dura crisis, Felipe se asomó más de una vez a la pantalla. Sirvió incluso para destensar momentos duros. Fueron más de 50 horas de negociación y 22 versiones del acuerdo, presentado en marzo, con el que el Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno logró la paz social en una situación complicada. De camino dejó claro que lo que había dado a los socialistas en Andalucía muchos años de tranquilidad, y que sus antecesores del PP llamaron "pesebre" o "redes clientelares", no era exclusivo de ninguna sigla política ni patrimonio de ningún gobierno concreto.

La sindicalista le pone nombres compuestos a sus perros, pero el 'Felipe' es intocable. Este es el tercero de una saga en homenaje a su madre, que era una incondicional del expresidente Felipe González. Fue una histórica socialista de Écija, mujer que se quedó viuda muy pronto, con siete hijos a su cargo, que sacó adelante como manijera. Fue la primera mujer del pueblo en tener este oficio y dirigir una cuadrilla en el campo. Su hija, huérfana de padre desde los diez años, tiene tres carreras universitarias, Enfermería, Derecho y Psicología, además de varios másteres.

La líder de UGT en Andalucía esconde una fortaleza genética y una incombustible energía materna tras una envergadura aparentemente débil y menuda, que acompaña a un corazón algo frágil. Es una mujer de carácter que no deja indiferente y a muchos disgusta por ser demasiado brusca o directa. Castilla fue reelegida el pasado miércoles como secretaria general del sindicato con el apoyo de Pepe Álvarez, que le quitó de la cabeza su idea de volver a su profesión, y un 86,8% de apoyos. A él le toca esta semana congreso de UGT en Valencia y los apoyos de Andalucía son clave.

Foto: Pepe Álvarez, secretario general de UGT. (José Antonio Ortega)

Por mucho que llame Felipe a sus perros, Castilla durante su trayectoria al frente del sindicato ha marcado distancias con el PSOE, dejando claro que la doble militancia se acabó el día de 1988 que Nicolás Redondo le montó a González una huelga general en España. La líder del 'sindicato hermano' deja siempre muy claro que una cosa es el partido y otra UGT y ha abierto sus puertas sin mirar carnés políticos ni ideologías. No le duelen prendas en negociar con el gobierno de PP y Cs y agradeció, de corazón, dice, que el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, acudiera a clausurar el cónclave 'ugetista' de esta semana en Antequera (Málaga).

También estuvo Susana Díaz, que dicen desde el sindicato que acudió, se hizo fotos, la colgó en redes y se fue, molesta porque no le había dejado tomar la palabra. Quien sí habló, y muy bien de Castilla, como tocaba, fue la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que acudió acompañada del alcalde de Sevilla, Juan Espadas, y de quien su candidatura en las primarias hizo saber que había sido aplaudido al grito de ‘presidente, presidente’. La secretaria general de UGT-A ha dejado muy claro que no piensa posicionarse en estas primarias, no lo hizo en las anteriores, y que el sindicato se mantendrá al margen. Por cierto que Castilla es militante ‘interruptus’ porque como concejal socialista en su pueblo, por discrepancias con el partido, se dijo de baja en el PSOE y montó una formación independiente. Volvería muchos años después.

Una fecha simbólica

El 12 de mayo, tocó su reelección, era el Día Internacional de la Enfermería, el oficio que añora, y hacía justo siete años que murió su madre. Lo hizo cinco meses después de que Castilla llegara de urgencia, en 2014, a la secretaría general de UGT Andalucía tras la dimisión de Francisco Fernández por el estallido de un caso de presunta corrupción que apunta al desvío de subvenciones y financiación irregular del sindicato. Siete años después, el pasado abril, el juez envió a la excúpula del sindicato al banquillo y está pendiente de juicio. El caso, destapado por ‘El Mundo’, hundió a UGT en la comunidad andaluza en un oscuro y hondo pozo negro.

Foto: Francisco Fernández Sevilla. (EFE)

Castilla no oculta que han sido años muy duros. Y lo que queda. La sentencia sigue pendiente aunque la famosa “pena de telediario” ya se ha cobrado sus víctimas y la justicia se hace muy lenta. Los hechos investigados señalan que entre 2009 y 2013 el sindicato UGT usó una doble contabilidad para quedarse parte de las subvenciones públicas. La actual cúpula ha pedido siempre “presunción de inocencia”, pero el sindicato lleva años acorralado.

Cuando la primera mujer al frente de UGT-A llegó, cada día lidiaba con portadas que daban cuenta del escándalo y las redes sociales se despachaban a gusto con los sindicalistas. Frente al descrédito de una formación que ya estaba en horas bajas, en una sociedad en la que ya muchos pronosticaban que los sindicatos habían pasado a mejor vida, Castilla hizo todo lo que estuvo en su mano para limpiar la imagen de UGT-A. Eso sí, nunca ha dejado de defender que, pese a lo minucioso de la instrucción, no hay caso. No renegó de sus antecesores aunque ella no formó parte de aquellas cúpulas. Llegó directa de la gerencia del hospital. Ahora confía en que la justicia permita cerrar ese episodio y sigue hablando de la inocencia de sus antecesores.

El estreno con Susana Díaz

La secretaria general de UGT-A es una mujer combativa y empleó los puños frente a quienes criticaban las aparentes vergüenzas que la instrucción judicial iba sacando a la luz. Dinero público desviado para maletines de piel que regalar en congresos, despidos, obras o fiestas enla Feria de Sevilla. Su trato con los periodistas en esos primeros tiempos fue imposible. Aún hoy hay rescoldos de aquella hoguera. Prácticamente su estreno en los medios fue la filtración de una parte del sumario, donde un pinchazo telefónico de la Guardia Civil, desveló su disgusto porque la prensa la comparara con la entonces presidenta andaluza ("Me comparan con Susana Díaz. Tiene cojones, con lo fea que es..."). Eran dos mujeres que habían llegado en momento similares. Díaz para salvar al PSOE de los ERE, Castilla para reflotar a un sindicato en mitad del escándalo de las facturas falsas.

Fue premonitorio. No se sabe, claro, cuanto tuvo que ver ese comentario despectivo en una conversación privada con su antecesor, Francisco Fernández, a quien le reprochaba que él y Manuel Pastrana la hubieran metido en ese gran lío. Lo que si está claro es que la socialista y la ugetista nunca tuvieron una relación amigable, simplemente han sido profesionales pero no se profesan ningún cariño especial y menos amistad.

El juez del caso de las facturas falsas impuso a UGT Andalucía una fianza de 40,7 millones de euros como responsable civil subsidiaria. No es el único frente judicial. Susana Díaz, como presidenta de la Junta, en pleno estallido del caso ERE, cuando trascendió la presuntaestafa de los cursos de formación levantó un muro con UGT y ordenó no solo suspender las acciones formativas, ocurrió en 2013, sino revisar a fondo cada expediente de subvenciones. El Gobierno andaluz empezó a pedir reintegros por irregularidades en esos expedientes y el sindicato a pelear cada documento, agotando primero la vía administrativa y luego elevando contenciosos en los juzgados.

El sindicato piensa pelear cada euro porque niega las irregularidades

La situación actual es que hay 23 demandas en la vía contenciosa administrativa en varios juzgados y un reconocimiento de adeudos de otros 40 millones de euros. El sindicato piensa pelear cada euro porque niega las irregularidades. Los servicios jurídicos de la Junta de Andalucía han admitido un listado de bienes inmuebles de UGT como aval y aceptan cobrar las cantidades reclamadas cuando se pronuncie la justicia. Se irán ejecutando las sentencias y cobrándose las cantidades. UGT ha ganado, incluso en el Supremo, varios procedimientos. Otros, los ha perdido.

El Gobierno andaluz negó que se trate de un acuerdo con el sindicato ni de un trato de favor, existe este procedimiento para cualquier organización, aunque es evidente que es un importante balón de oxígeno porque el otro camino solo tenía una llegada, la quiebra del sindicato y su declaración de bancarrota. Además, al corriente de sus pagos con Hacienda, podrá seguir optando a subvenciones públicas. La respiración asistida que le negó el PSOE andaluz, atenazado por los ERE y bajo sospecha por su relación con UGT, se lo ha dado un Gobierno del PP y Cs. Vox ha montado en cólera, pide explicaciones al PP y exigió a Moreno en el último pleno del Parlamento elecciones inmediatas tras tachar al Gobierno de “prestamista” del sindicato. Una acusación que el presidente hizo como que no oía.

El renacimiento sindical

Si Castilla ha llegado hasta este punto del artículo posiblemente esté indignada porque no se hable de otra cosa que de sombras de corrupción. Ha sido su gran lucha todos estos años, reivindicar un sindicato al servicio de los trabajadores y no siempre rodeado del martilleo judicial y las supuestas corruptelas convenientemente sacadas a la luz en los medios de comunicación. Era inevitable por la magnitud de las acusaciones. La determinación de la secretaria general ha permitido que el sindicato no se hundiera, puso orden en las finazas y plantó cara. Cerró el último año con 160.000 afiliados, a pesar de que en 2013 la crisis económica y los recortes a los funcionarios dejaron esquilmado de afiliados al sindicato. Castilla llegó en 2014, con la credibilidad de los sindicatos por los suelos en condiciones normales y en un hondo agujero en el caso de Andalucía, donde al descrédito por los recortes del Gobierno se sumó el escándalo de una presunta trama corrupta.

Ahora UGT está "reviviendo y en pleno auge", aseguran fuentes sindicales. Si la representatividad oficial del sindicato en Andalucía era del 34% para el cuatrienio 2017-2020, este año subrayan que han subido al 51%. CCOO cerró liderando con un 40% de representatividad el pasado ejercicio. El siguiente, CSIF, tiene un 4,5%. La pandemia dispara las altas por los ERTE, las consultas para cobrar el ingreso mínimo vital y por la exigencia a las empresas de cumplir con la ley de igualdad salarial. Los trabajadores, también los empresarios, vuelven a mirar a UGT, aseguran fuentes del sindicato. “Estamos desbordados”, sostienen.

Si la representatividad oficial de UGT en Andalucía era del 34% para el cuatrienio 2017-2020, este año subrayan que han subido al 51%

La líder de UGT Andalucía ha cambiado muchas cosas, otra de las más importantes tiene que ver con una estructura muy machista donde las mujeres históricamente estaban arrinconadas. Ahora hay tres secretarías generales de UGT en España, en Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía. Castilla además llegó al cargo con otra mujer al frente de CCOO-A, Nuria López, de Écija como ella, que le brindó un emocionado discurso en este último congreso, al que también acudió invitada.

Castilla siempre reconoce que López, más joven, criada en el sindicato, le ayudó a entender muchas cosas inexplicables para alguien que venía directamente de trabajar en un hospital. Las dos han compartido y pasado mucho, en lo profesional y en lo personal. Fueron el relevo del famosísimo tándem de Francisco Carbonero (CCOO) y Manuel Pastrana (UGT) en Andalucía, que con la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) firmaron dos décadas de paz social en Andalucía. El PP recriminaba entonces que el gobierno socialista la comprara a cambio de subvenciones. Castilla y López son ahora las que negocian acuerdos con el PP en momentos de crisis sin que se les caigan los anillos y echando, eso sí, broncas públicas al Gobierno si toca. Claro que nadie dice que están compradas. Bueno sí, solo una fuerza política, Vox.

El perro de Carmen Castilla (Écija, Sevilla, 52 años), secretaria general de UGT Andalucía, se llama Felipe. Mientras negociaban horas y horas telemáticamente sindicatos, patronal y Junta de Andalucía, en plena pandemia, un paquete de ayudas de 732 millones de euros para ayudar a transitar la dura crisis, Felipe se asomó más de una vez a la pantalla. Sirvió incluso para destensar momentos duros. Fueron más de 50 horas de negociación y 22 versiones del acuerdo, presentado en marzo, con el que el Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno logró la paz social en una situación complicada. De camino dejó claro que lo que había dado a los socialistas en Andalucía muchos años de tranquilidad, y que sus antecesores del PP llamaron "pesebre" o "redes clientelares", no era exclusivo de ninguna sigla política ni patrimonio de ningún gobierno concreto.

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