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El aspecto clave para que Sánchez pueda aguantar esta legislatura
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El aspecto clave para que Sánchez pueda aguantar esta legislatura

El ciclo electoral primaveral que ahora se inicia no solo dejará unos resultados, sino que traerá consigo un dictamen: demostrará si la sensación dominante de que el Gobierno está agotado es cierta o no

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la Moncloa. (Europa Press/Jesús Hellín)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la Moncloa. (Europa Press/Jesús Hellín)
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El ciclo electoral está revestido de urgencia, porque se juegan varias cosas a la vez, y todas ellas suelen acabar en la misma pregunta: cuál es la capacidad real de resistencia del Gobierno de Sánchez. La derecha percibe que es su momento, que 2024 será el cierre final de esta legislatura, y que el partido socialista está tan desgastado, que un regreso del PP al poder es inminente. El PSOE, mientras tanto, quiere ganar aire en este ciclo electoral de primavera que se inicia en Euskadi.

En la sucesión de vallas alambradas con espino en la que se ha convertido esta legislatura para el PSOE, Sánchez se ve obligado a saltar obstáculos permanentemente: los equilibrios que debe realizar son complicados, ya que debe manejar socios enfrentados entre ellos y poco dados a la lealtad con el Gobierno de coalición. Lleva así mucho tiempo y está acostumbrado a salir de situaciones difíciles: apostar contra Sánchez no suele ser una jugada ganadora. Sin embargo, las complicaciones presentes han hecho crecer una sensación de que está entre la espada y la pared, que domina buena parte del humor político nacional.

Movimiento de piezas

Las elecciones vascas son el peldaño menor en la lucha política por el Gobierno. En la medida en que los resultados parecen (según las encuestas) más o menos previsibles, con un empate técnico entre PNV y Bildu y un PSOE a la baja, pero decisivo para gobernar, son comicios que no concitan demasiada atención en Madrid. Sin embargo, algunas piezas pueden moverse allí. No es lo mismo que los jeltzales ganen las elecciones que se vean sobrepasados por los de Otxandiano. En ese caso, la sensación de declive en el PNV se acentuará, y eso suele llevar a tomar decisiones diferentes, a pensar en un necesario cambio de paso.

En todas las sedes de los partidos catalanes se valora como muy probable la repetición electoral tras el 12-M

Las catalanas son importantes, porque parecen contener la clave de la legislatura, pero encierran un enredo complicado de solucionar. La victoria de Illa parece muy probable y ese puede ser el inicio de problemas mayores en el ámbito estatal: si el razonable acuerdo de gobierno entre PSC y ERC se produce, Junts tendría el impulso de romper la baraja en Madrid. Los dilemas y los rencores entre los partidos soberanistas dificultan en gran medida las alianzas, de modo que, salvo un resultado contundente del PSOE, será difícil que los comicios del 12 de mayo ofrezcan soluciones en lugar de más enredos. Tan es así que, como aseguraba ayer Josep Martí, en todas las sedes de los partidos se valora como muy probable la repetición electoral tras el 12-M, probablemente para la vuelta de verano.

El viento

El tercer escalón son unas elecciones tradicionalmente menores, las europeas, que en esta ocasión serán más importantes que nunca. En primera instancia, por lo que suponen para la dirección futura de la UE, con el previsible ascenso de las extremas derechas y el giro hacia postulados afines a estas de los liberales de derecha en un entorno belicista, pero también por el tipo de políticas económicas que salgan de ese nuevo gobierno. De ellas dependerán las opciones que España tenga para continuar con su crecimiento o sufrir un parón serio, con las consecuencias políticas aparejadas.

Si el PP gana el 9-J, el PSOE no logra buenos resultados y Sumar cae, la idea de fondo será que el votante ha abandonado del todo a la izquierda

Pero, en segundo lugar, las europeas van a ser relevantes para la política nacional y en ellas se va a jugar una parte no menor de la continuidad del Gobierno nacional. La política es también clima y sensación, viento que empuja o que frena, y el 9-J puede ser clave en ese aspecto. Si el PP, como señalan las encuestas, se impone, el PSOE no logra buenos resultados y Sumar cae, la idea de fondo será que el votante ha abandonado a la izquierda, que los escándalos y la amnistía han erosionado al bloque progresista y que su final de ciclo está cercano. Y más aún si la situación catalana no tiene visos de aclararse.

Ese clima es muy importante, porque animará o desanimará a los socios a plantear mayores exigencias a la hora de negociar los presupuestos, esenciales para la continuidad. Un Gobierno que se percibe, no ya débil, sino cerca de la caída, no está en las mejores condiciones para llegar a acuerdos en los que se ponga límites a las contrapartidas que cada socio solicitará para aprobar unas cuentas esenciales para la continuidad.

Si, por el contrario, los socialistas obtuvieran un buen resultado en las europeas, y no digamos ya si obtuvieran una victoria que ahora se antoja complicadísima, y se asentaran en Cataluña, con o sin repetición electoral, llegarían al otoño en posición de fuerza: las derechas sabrían que les toca esperar y sus socios que no hay opción más provechosa para ellos que el actual gobierno de coalición, lo que despejaría el camino. Además, les ayudaría a manejar los tiempos para que la amnistía se haga de verdad efectiva.

Los nombres propios

Para conseguir unos resultados que afiancen el Gobierno, hace falta una apuesta contundente por parte de los socialistas en las europeas. El candidato será importante. Josep Borrell, uno de los nombres que se barajan, no ha mostrado ningún entusiasmo por ser el candidato. Afirmó en una entrevista en ‘El Intermedio’ que su tarea ahora está centrada en la política exterior europea y que será difícil abandonar una tarea tan importante para liderar una campaña.

Y más, cabe subrayar, si al final del camino no hay un puesto de relevancia para él en las instituciones europeas. Borrell sería un buen número uno en términos europeos, pero otra cosa es la capacidad de movilización que pueda generar en España, en especial cuando su posición respecto de la necesidad de reforzar la defensa y su belicismo con Rusia como prioridad no es demasiado popular entre la izquierda española, lo que puede desanimar a parte de los posibles votantes.

Teresa Ribera aparece como la opción más factible, pero tampoco parece capaz de añadir esa movilización extra que pudiera llevar al PSOE a competir con el PP de manera decidida por la victoria. Ribera tienen un buen perfil y puede hacer valer el mensaje de renovación verde, pero pertenece a la tecnocracia, y unas elecciones plebiscitarias necesitan de un punto de épica que Ribera difícilmente puede añadir. Además, el marco verde no es electoralmente ganador en un momento internacional tan complicado como el presente.

Zapatero es otro de los candidatos. Si las elecciones del 9-J deciden jugarse en el plano del plebiscito al Ejecutivo, sería quien mejor podría representar los valores del progreso frente a las derechas que vienen, una posición no belicista, una visión clara en la solución del problema palestino y un impulso a la ampliación de las libertades, el marco en el que el PSOE se está moviendo. Zapatero estará presente en la campaña catalana y será una figura clave en los actos de las europeas, sea o no candidato.

El clima de urgencia

Todo dependerá de la carta que quiera jugar Sánchez, de si quiere hacer control de daños el 9-J o si sale a por todas. En todo caso, necesita un buen resultado en las europeas, porque daría aire al gobierno, desanimaría posibles cambios de bando, y generaría la sensación de que le queda cuerda a su ejecutivo, eso que ahora no tiene.

También hay que tener en cuenta los efectos en el campo contrario. El PP necesita aclarar el panorama para saber si puede alejarse de Vox y tejer una alianza con PNV y Junts, lo que llevaría tiempo, o si los números le darían en el caso de concurrir con Vox. Las europeas también pueden indicar el camino al PP, sugerir unas opciones y desanimar otras, llevar a tiempos de pausa o de aceleración. Y eso se verá en Cataluña, pero especialmente en las europeas.

La sensación de urgencia lo impregna todo, y hay quienes anticipan una convocatoria de elecciones nacionales para este mismo año o para inicios del próximo. En ese contexto de inestabilidad, el clima es más importante que nunca. Las europeas, en el plano interno, no tienen más fuerza que lo simbólico. Pero eso ahora es muchísimo.

El ciclo electoral está revestido de urgencia, porque se juegan varias cosas a la vez, y todas ellas suelen acabar en la misma pregunta: cuál es la capacidad real de resistencia del Gobierno de Sánchez. La derecha percibe que es su momento, que 2024 será el cierre final de esta legislatura, y que el partido socialista está tan desgastado, que un regreso del PP al poder es inminente. El PSOE, mientras tanto, quiere ganar aire en este ciclo electoral de primavera que se inicia en Euskadi.

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