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Moncloa admite que los presupuestos se complican con la crisis política catalana
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Moncloa admite que los presupuestos se complican con la crisis política catalana

El adelanto de las elecciones catalanas tiene una repercusión directa en la gobernabilidad. El Gobierno ve frustrada su intención de aprobar los presupuestos de este año y sus apoyos parlamentarios quedan en el aire

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este martes en el Senado. (EFE/Mariscal)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este martes en el Senado. (EFE/Mariscal)
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El plan de legislatura de Pedro Sánchez se tambalea con la crisis política catalana abierta, después de que Pere Aragonès haya convocado esta tarde elecciones autonómicas para el próximo 12 de mayo tras caer los presupuestos de la Generalitat. Toda la atención del Gobierno está volcada desde ayer en la votación en el Parlament y en la reacción del president. Los temores de la Moncloa se han cumplido. Y eso tiene consecuencias casi inmediatas en la gobernabilidad de España. La aprobación de las cuentas del Estado queda absolutamente en el aire y los apoyos parlamentarios del Ejecutivo, también.

La vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, reconoció la tarde de este miércoles que el adelanto electoral en Cataluña "altera el tablero político" y que lo más factible es esperar al resultado y trabajar para sacar adelante los presupuestos del próximo año.

Las informaciones recibidas por el Ejecutivo en los últimos días ya apuntaban a que el desencuentro entre En Comú Podem y ERC era serio y que los comunes estaban determinados a tumbar el proyecto de ley. Las sensaciones en el Gobierno no eran positivas. Hasta el punto de admitir que lo que pasara hoy en Cataluña era "clave". Fuentes gubernamentales ya apuntaban a que si en abril no había conseguido atar los apoyos para que el Consejo de Ministros aprobara las cuentas de este año, lo lógico era volcarse en las de 2025.

Con unas elecciones el 12M la negociación con ERC y Junts es inviable y, en función del resultado en Cataluña, se comprobará si es factible obtener su voto para los siguientes presupuestos.

La previsión de la Moncloa y del PSC era que Aragonès agotaría el mandato y las elecciones catalanas se celebrarían cuando tocan, en febrero de 2025. El propio jefe del Govern lo manifestó públicamente en enero. Los socialistas catalanes han dado su apoyo a las cuentas de ERC y en el Gobierno asumían que habría reciprocidad, que el voto a favor del PSC ayudaría a que los republicanos respalden después, sin poner un precio desorbitado, las cuentas del Estado de este año.

Pero, una vez que los presupuestos de Aragonès no han superado el trámite de las enmiendas a la totalidad y el presidente ha decidido convocar, todo se descuadra. Fuentes gubernamentales admitían ya esta mañana que esto "no facilita" que el Gobierno pueda seguir con su idea de aprobar las cuentas de 2024. El desencuentro con Junts sobre la amnistía ha demorado las negociaciones pero, tras alcanzar un acuerdo con Carles Puigdemont, el Ejecutivo veía despejado el camino para conseguir los votos necesarios.

Y sin demasiadas concesiones, más allá de las clásicas: dinero e inversiones. En Moncloa se agarraban a que el último pulso con Junts, en el que el Gobierno cedió y volvió a retocar el artículo sobre los delitos de terrorismo, ha sido tan duro que ahora les darían algo de "oxígeno" para sacar adelante los presupuestos. Hasta que en todo este diseño político se ha cruzado la decisión de En Comú Podem de rechazar las cuentas de la Generalitat y, por extensión, poner en riesgo el del Estado.

Foto: Santos Cerdán y Carles Puigdemont, en Bruselas en su reunión del pasado lunes junto a los equipos de PSOE y Junts. (EFE/PSOE)

En la noche del martes, en el Govern ya asumían que la situación era muy difícil. Distintas fuentes de ERC consultadas por El Confidencial veían improbable que los comunes cambiaran de postura. "Está muy jodido", reconocían. En el PSC también se mostraban muy poco esperanzados. Aunque desde la Generalitat se han producido llamamientos a una posible mediación de Sánchez o de la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, fuentes del Ejecutivo y del entorno de ECP admitían que la también ministra de Trabajo carece de influencia y que se trata de un tema que "se decide en Cataluña". La intervención del presidente tampoco resolvía nada porque el PSC sí está por la labor de sujetar a Aragonès.

El riesgo para Sánchez es doble: los presupuestos del Gobierno se complican y el respaldo parlamentario de ERC y de Junts se puede encarecer. En la Moncloa contemplaban desde este miércoles que Aragonès podía convocar. Fuentes socialistas apuntaban que, sin presupuestos, era muy complejo para él aguantar hasta febrero de 2025. Este horizonte era propicio para el PSOE y para el PSC por su convencimiento de que la amnistía beneficiará las opciones electorales de Salvador Illa. Ya ganó en las últimas, pero no pudo gobernar. Que pueda lograrlo ahora se percibiría en el Gobierno como el gran éxito de la política de pacificación, del fin del procés y del desgaste asumido con el perdón general a los independentistas.

Foto: Salvador Illa (PSC) y Albert Batet (JxCAT), frente al 'president' Pere Aragonès. (EFE/Quique García)

Ahora el PSC dispone de menos tiempo para que la amnistía acabe de cuajar socialmente y el Gobierno se ve atrapado en una competición electoral, aún más exacerbada, entre Junts y ERC, cuyo respaldo necesita en cada votación. Por si no ha habido suficientes días decisivos desde que arrancó la legislatura, uno más.

La idea del Ejecutivo era acelerar la negociación para sus presupuestos con el objetivo de llevarlos al Congreso a lo largo del mes de abril. Esto ahora es inviable. El objetivo de Sánchez es sacar adelante al menos un presupuesto. Si no da tiempo al de este año, el Gobierno trabajará en el siguiente. Y después, ya se verá.

El plan de legislatura de Pedro Sánchez se tambalea con la crisis política catalana abierta, después de que Pere Aragonès haya convocado esta tarde elecciones autonómicas para el próximo 12 de mayo tras caer los presupuestos de la Generalitat. Toda la atención del Gobierno está volcada desde ayer en la votación en el Parlament y en la reacción del president. Los temores de la Moncloa se han cumplido. Y eso tiene consecuencias casi inmediatas en la gobernabilidad de España. La aprobación de las cuentas del Estado queda absolutamente en el aire y los apoyos parlamentarios del Ejecutivo, también.

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