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Las catalanas serán la gran prueba: "Si Puigdemont sube no habrá servido de nada"
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Las catalanas serán la gran prueba: "Si Puigdemont sube no habrá servido de nada"

El cabreo resurge en las filas socialistas por el trato que Junts da al Gobierno tras haber tragado ya con la amnistía. Consideran que solo habrá merecido la pena si Illa es 'president'

Foto: Santos Cerdán y Carles Puigdemont, en Bruselas en su reunión del pasado lunes junto a los equipos de PSOE y Junts. (EFE/PSOE)
Santos Cerdán y Carles Puigdemont, en Bruselas en su reunión del pasado lunes junto a los equipos de PSOE y Junts. (EFE/PSOE)
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Los socialistas quieren volverse a esconder debajo de la almohada, tras comprobar el trato que Junts inflige al Gobierno. La nueva tanda de concesiones al partido de Carles Puigdemont, la manera en que dejaron correr las horas para conseguir una contrapartida mayor, en la convalidación de tres reales decretos, tiene enfadado a todo el mundo. Da igual el cargo que se ocupe o el territorio.

El partido asumió con disciplina que había que tragar con la amnistía para mantener la Moncloa. Con resignación pero sin entusiasmo. Para que la organización se mantuviera a flote y se recuperara en menos tiempo, de la enorme pérdida de poder que se produjo el 28 de mayo. Aceptaban la dependencia de Junts. "La gente es disciplinada y conoce las dificultades del contexto", explican fuentes de la organización. "Se sabía a qué nos enfrentábamos, pero verlo en directo tiene a la gente muy cabreada", reconocen.

Era el "mal necesario" para evitar un Gobierno de PP y Vox que habría sido, afirman, "malo" para España y que tendría al PSOE hundido "en 80 diputados". Pero el 'elemento Puigdemont', señalan, está resultando muy amargo. El expresident "cae mal" en las filas socialistas, admiten distintas fuentes. "A la gente le está costando asumir el rol que juega", aseguran, en referencia a la exhibición que hace Junts del hecho de que cada votación dependa de ellos.

Internamente, se le encuentra poco remedio. Se podrá negociar antes o legislar poco, pero cada vez que se les necesite harán valer su influencia. Y eso, resumen en el partido, es "cocernos a fuego lento". Al menos, hasta las elecciones catalanas. La reflexión general es que, como mantiene Pedro Sánchez, la amnistía puede contribuir a pasar página de manera definitiva del procés. La única manera de comprobarlo será si no hay una nueva mayoría independentista en la Generalitat.

Foto: El secretario general de Junts per Catalunya, Jordi Turull. (Europa Press/Lorena Sopêna)

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, ya ganó los últimos comicios, pero no pudo gobernar porque carecía de apoyos suficientes. Si logra hacerlo ahora, se dará por bien empleada la amnistía y todos los estragos de la legislatura porque supondría un cambio de ciclo en Cataluña. Las elecciones tocan en febrero de 2025, pero los socialistas creen que Pere Aragonès puede convocar en cualquier momento después del verano. No está claro si el candidato de ERC será el president u Oriol Junqueras y tampoco si Puigdemont encabezará la lista de Junts.

Lo importante, subrayan distintas fuentes, es que el independentismo no crezca. "Como Illa no sea presidente, volveremos al día de la marmota. Un fracaso", destacan en el partido. "Lo peor para nosotros es que gobernara Puigdemont porque entonces todo esto no habría servido de nada", apunta un dirigente.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE/Julio Muñoz)

Las catalanas se configuran como el test de la legislatura. Mientras llega la gran prueba, en el PSOE esperan que Junts se vaya poco a poco apaciguando. Quieren creer que han sido tan duros esta vez porque "están reivindicando su papel". En los últimos cuatro años han estado fuera de la actividad política en el Congreso, ni sus votos hacían falta ni ellos hacían esfuerzos por negociar. Y piensan que ahora "están haciendo un viraje" y tienen que venderlo ante su electorado.

Esta sensación de que todo se amoldará contrasta con las propias declaraciones de Junts. Su secretario general, Jordi Turull, repetía estos días que harán valer su peso en cada votación con peticiones en dos sentidos: "avances en el reconocimiento nacional de Cataluña" y "`poner fin a los agravios" que, en su opinión, ha sufrido su comunidad. Y la siguiente negociación son los presupuestos de este año, que el Ejecutivo pretende tener aprobados en abril.

Montero no se lleva a engaño

Aunque en el partido y en el Gobierno se ha producido una reflexión general de que no se puede actuar como hasta ahora, con un abuso de los decretos, que luego deben ser convalidados en el plazo de un mes, y dando muy poco margen previo a los socios para que hagan aportaciones, la propia vicepresidenta primera, María Jesús Montero, admitía esta semana, que más quisiera el Gobierno que 48 horas antes de que se produzca una votación "todo esté absolutamente acordado". Ella misma explicaba que "será difícil que alguien renuncie a su política de máximos si tiene todavía margen para seguir hablando". "Es una realidad que tenemos que aceptar".

No en vano la expresión más usada estos días frente a cualquier interlocutor del PSOE es que con Junts es todo "muy complicado". Había cierta esperanza de que no se mostraran tan agresivos hasta que la amnistía no estuviera aprobada, pero no ha sucedido.

Los socialistas se enfrentan en pocas semanas a las elecciones gallegas. Allí el PP quería concentrarse en un discurso muy nacional, sobre las concesiones de Sánchez a los independentistas."Rueda y Feijóo pensaban hablar de amnistía y en Galicia solo se habla de los pellets de plástico", afirman en el PSdG. "La gente está más pendiente de eso que de Puigdemont", indican. Pero tampoco se atreven a hacer predicciones sobre qué temas influirán al final.

Los socialistas quieren volverse a esconder debajo de la almohada, tras comprobar el trato que Junts inflige al Gobierno. La nueva tanda de concesiones al partido de Carles Puigdemont, la manera en que dejaron correr las horas para conseguir una contrapartida mayor, en la convalidación de tres reales decretos, tiene enfadado a todo el mundo. Da igual el cargo que se ocupe o el territorio.

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