Moncloa consolida su relación con Puigdemont y descarta una pinza del PP con Junts
La primera reunión entre el PSOE y el partido del 'expresident' con un verificador internacional este sábado se produce con la relación muy afianzada tras meses de contactos
A la Moncloa no le quita el sueño que JxCAT se alíe con el PP para tumbar a Pedro Sánchez. La relación con el partido de Carles Puigdemont está muy afianzada a solo unas horas de la primera reunión con un verificador internacional. No lo contemplan en ninguna circunstancia, a pesar de que este acercamiento figura en el horizonte de Génova. En la dirección popular piensan que después de las elecciones catalanas, previstas para febrero de 2025, habrá un perdedor en el triunvirato que forman PSC, ERC y la formación del expresident. Y, en el caso de que sea Junts, existirían números para presentar una moción de censura en el Congreso, con los votos del PP (133), Vox (33), Junts (siete), PNV (cinco) y UPN (uno) que sumarían 182 diputados.
En el Gobierno rechazan la existencia de esta vía. Por varias razones. Porque en agosto pasado Alberto Núñez Feijóo ya ordenó abrir un diálogo con Junts y esos contactos preliminares fracasaron. Y porque su alianza con Vox impide el acercamiento de otros partidos. El propio ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, lo verbalizó en su comparecencia de este jueves en Bruselas. "El PP estaría encantado de pactar con Junts y gobernar España, de hecho lo intentaron, pero van de la mano de la ultraderecha y eso impide que puedan llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas", declaró.
A diferencia de Feijóo, que no entiende cómo Junts y el PNV no pactan con él tratándose de partidos de derecha, en el equipo de Sánchez tienen muy claro que ninguna de estas formaciones se aproximará al PP mientras Vox forme parte de la misma ecuación, porque la ultraderecha resulta indigerible para su electorado. Otro asunto es lo que ocurra en la siguiente legislatura, si los populares obtienen más representación y no necesitan a Vox. Entonces sí contemplan ese pacto.
Por eso la información del miércoles de Politico sobre una conversación entre Carles Puigdemont y Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo y una persona muy cercana a Alberto Núñez Feijóo, gracias a su amistad previa con Esteban González Pons, en la que el expresidente se abría a apoyar al PP, no provocó inquietud en el Gobierno o en el PSOE. Según este portal de información europea, Puigdemont les trasladó que podrían entenderse si no hay "suficientes avances" en la negociación para avanzar en el reconocimiento nacional de Cataluña que este sábado, como adelantó El Confidencial, emprenden PSOE y Junts en Ginebra.
No hizo falta ni la corrección posterior de la oficina del exjefe del Govern catalán en la que matizaba el contenido de esa charla y rebajaba la amenaza por la actitud del PP con Cataluña y la "connivencia con Vox", en la Moncloa no le habían dado ninguna importancia. Además, a las puertas de este encuentro con el expresident, que, presumiblemente, será en Suiza, el responsable de Organización del PSOE, Santos Cerdán, a quien Pedro Sánchez encargó la interlocución con Junts y que acudirá a los encuentros, ha logrado cierto nivel de amistad con Jordi Turull, su secretario general, e incluso con Puigdemont.
El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, reveló en La Ser que fue él quien les puso por primera vez en contacto y que en abril organizó una reunión entre Santos y Turull. La cita se produjo a instancias del PSOE porque desde enero las encuestas de Moncloa apuntaban a que la reedición del Gobierno de coalición podía depender de Junts. Pero, según Ortuzar, el partido de Puigdemont también quería "iniciar el deshielo".
De aquella primera entrevista se ha avanzado hasta la mesa entre partidos que debe buscar una solución para mejorar el encaje de Cataluña, en la que los socialistas han aceptado la figura de un verificador internacional, avalado en público por el propio presidente del Gobierno. El PSOE insiste en que la tanda de reuniones que comienzan con la cita de este sábado se desarrollarán "con discreción". Pero el jefe del Ejecutivo dijo ayer en TVE que "se conocerá la persona que nos va a acompañar en este proceso de diálogo, tanto con ERC como con Junts". "Estamos hablando con las dos organizaciones, no les puedo adelantar, pero efectivamente se conocerá", señaló.
Al PSOE le pesa el verificador
En el Gobierno sí exteriorizan que les pesa la reunión con Junts en Suiza. Por la intensidad con que repiten que se trata del PSOE, no del Ejecutivo, como si fuera algo indisociable, y el empeño en transmitir que en caso de llegar a un acuerdo será a largo plazo. Justifican el secretismo de las conversaciones en la desconfianza que aún existe entre ellos, que, para disiparla, requiere poder trabajar sin la presión de contar lo que hablan cada vez.
Justifican el secretismo de las conversaciones en la desconfianza que aún existe, que, para disiparla, requiere trabajar sin la presión de contar todo
La misma razón se esgrime para justificar la presencia de un verificador internacional, que la Moncloa define solo como "acompañante". Y dan a entender que no han tenido más remedio, que "no le puedes meter el dedo el ojo a quien te apoya la investidura". Pero que su propósito es dilatar la negociación, "porque Junts quiere la independencia y nosotros no".
Aunque la gran pregunta de esta legislatura es si realmente Junts está decidido a conseguir el referéndum o a romper o si solo se trata de intentar convencer a su parroquia de que no han enterrado el procés. Según los socialistas, lo hace solo para "contentar a los suyos". Pero, después de los cambios de opinión de Sánchez, nadie en este país se atreve a asegurar que la negociación no acabará en algún tipo de consulta.
A la Moncloa no le quita el sueño que JxCAT se alíe con el PP para tumbar a Pedro Sánchez. La relación con el partido de Carles Puigdemont está muy afianzada a solo unas horas de la primera reunión con un verificador internacional. No lo contemplan en ninguna circunstancia, a pesar de que este acercamiento figura en el horizonte de Génova. En la dirección popular piensan que después de las elecciones catalanas, previstas para febrero de 2025, habrá un perdedor en el triunvirato que forman PSC, ERC y la formación del expresident. Y, en el caso de que sea Junts, existirían números para presentar una moción de censura en el Congreso, con los votos del PP (133), Vox (33), Junts (siete), PNV (cinco) y UPN (uno) que sumarían 182 diputados.